Los frutales y el cereal extremeño empiezan a sumar sus necesarias horas de frío
Las heladas de las últimas semanas permiten a los árboles descansar de cara a la primavera; el calentamiento global ha provocado que variedades como el manzano y el peral sean residuales en Extremadura
«Es como si estuvieras todos los días sin dormir. Eso no puede ser. Por eso mismo el campo necesita dormir y no hay cosa ... mejor que las heladas a su tiempo para ello». Natalio Caballero, gerente del grupo frutícola El Escobar, echa mano de una metáfora para explicar los beneficios del frío en la agricultura. Enero se ha ido con temperaturas bajo cero en su última quincena y febrero ha arrancado de forma similar, muy lejos de las temperaturas casi primaverales de diciembre. «Esto es una bendición para el campo. Ahora lo que nos vendría también de miedo es que volviera a llover», agrega Cándido Méndez, presidente de la cooperativa cerealista AgroLlerena y comarca.
Extremadura, potencia europea en frutales, cosecha más de 30.000 hectáreas de sus diversas variedades y para todas ellas las heladas son su imprescindible aliado. También lo son para los cereales de invierno, este año más abundantes que nunca en la región, o para los olivos, con 266.000 hectáreas en producción a lo largo de las dos provincias extremeñas. También las hortalizas –espinacas, alcachojas. ajos...– se desarrollan más lentas. Mejor. Es lo conveniente.
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«Ahora, por muy severas que sean las heladas, no pasa nada. La planta está en reposo invernal», aclara Escobar. «El árbol va a tardar en despertar. Cuando empiece a brotar entonces sí son dañinas. Arrasa las plantas cuando le llega en plena floración», continúa el gerente de El Escobar.
La clave, en el caso de los frutales, son las horas de frío que necesitan para que los árboles puedan desarrollar una buena producción. Se necesitan unas horas mínimas. Como si se tratara, usando el símil, el tiempo de curación que exige un jamón ibérico para saborearse.
En el caso de los ciruelos, los expertos hablan de un mínimo de 400 horas de frío en cada campaña, 350 horas para los nectarinos y los melocotoneros y los que más frío requieren acumular son manzanos y perales, hasta 750 horas.
«Precisamente porque cada vez es más difícil ver un invierno con frío, variedades como el manzano y el peral han ido desapareciendo de la región, son residuales, y se sitúan en zonas del norte del país como Lérida», apunta Miguel Ángel Gómez-Cardoso, gerente de la Asociación de Fruticultores de Extremadura (Afruex).
Por horas de frío entendemos aquellas temperaturas que están entre los 6 grados positivos y los grados bajo cero. «Cuando más se acerque esa horquilla a los cero grados en invierno mejor que mejor», insiste Natalio Caballero.
Otras virtudes
Esos quince días de enero con temperaturas mínimas de cero a dos, tres grados bajo cero «es lo mejor que le ha podido pasar al campo porque el campo necesita dormir», remarca.
«El campo necesita dormir y no hay mejor para ello que las heladas a su tiempo»
natalio caballero
Gerente del grupo frutícola Escobar
En Extremadura se contabilizan alrededor de 11.000 hectáreas de cerezo, 8.500 de almendro (el frutal con mayor eclosión en el último lustro), 6.000 de ciruelos; 3.500 de nectarinos y 2.500 de melocotoneros.
En la Campiña Sur, la zona tradicional del cereal de secano en Extremadura, Cándido Méndez corrobora la aseveración de Caballero. «Son buenísimas las heladas para el cereal. Hace que se mantenga, que no se suba», sostiene. «Con las temperaturas que tuvimos en diciembre estaría ya espigando», agrega.
Méndez subraya que la lluvia abundante de diciembre que regó de forma general Extremadura fue extraordinaria. Esa circunstancia, para una siembra temprana de cereal, a principios de noviembre, fue «maravillosa junto al frío que hemos tenido hasta ahora».
Enero fue seco y heladero, como dice el refrán, y eso, en algunas parcelas, como contrapunto, se ha notado más que en otras. «La helada quema también, claro, por eso ya va siendo hora que caiga agua. El agua es fundamental en febrero y en abril para las cosechas», remata el presidente de la cooperativa ubicada en Llerena.
«A los olivos les vienen fantásticamente también las heladas en este tiempo. Les cura las heridas de estas podas. Acaba con las enfermedades», traslada Méndez en un momento en el que se están realizando las podas a este árbol fundamental para la agricultura extremeña, apuntando otra de las grandes virtudes de las noches.
«Las heladas son unos inmejorables plaguicidas. Efectivos y muy baratos», suelta con media risa Miguel Ángel Gómez-Cardoso, incidiendo en que el control de las plagas es uno de los quebraderos de cabeza más persistentes de los fruticultores extremeños.
Las plagas salen cuando las temperaturas son cálidas y hay agua. «Ahora el frutal no la necesita y el frío elimina a los bichitos indeseables», apuntaba el gerente de Afruex. En realidad, no solo eso.
El invierno también es beneficioso para toda la fauna necesaria para la polinización. Es bueno que las abejas salgan en su momento, no antes, y que cuando aparezcan esté la planta en la brotación adecuada.
«Cuando hay un invierno frío no hay problemas en el campo, pero si es cálido ya empezamos con los brotes mucho antes de tiempo, con el riesgo de heladas en primavera que se las lleve por delante. Y esas son mortales especialmente», culmina Natalio Caballero.
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