Recogiendo las plantas del campo para llevarlas a los secaderos. HOY

El cultivo de tabaco quiere sobrevivir a los gusanos

Cultivo tradicional. La negativa del Gobierno a que los productores traten la planta con dicloropropeno marca una campaña en la que se vuelve a hablar de la reconversión de un sector que aporta 140 millones de euros al PIB regional

Antonio Gilgado

Mérida

Miércoles, 22 de mayo 2024, 14:18

El tabaco tiene su peculiaridad. Necesita mucha mano de obra. Desde la plantación (como cualquier otro cultivo), pero también después: en la recolección, la clasificación, ... el secado… No se siembra echando las semillas. Se trasplanta y en este trasplante van al menos tres personas subidas en un tractor. Mínimo tres. Fernando Vaquero es director de la Oitab. La interprofesinal del sector en Navalmoral. Destaca, por encima de todo, el componente social que abrigan las plantaciones.

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Para entenderlo, traza un paralelismo con el cereal. Se pone en la tolva y el mismo agricultor desde el tractor la abre, la llena de simiente y se va a sembrar. Aquí no se maneja así. Trabajan sobre bandejas que están metidas en semilleros, que tienen que sacarlas, coger la planta, trasplantarla… Eso implica multiplicar la mano de obra por tres desde que se va al campo.

Y mucha contratación femenina cada campaña. En las transformadoras como Cetarsa, llega al 60% de la plantilla. «Tenemos una suerte en Extremadura por tener este sector aquí… porque es un sector muy especial y tiene un tejido socioeconómico muy destacado».

El virginia sigue siendo la variedad principal y la lucha con las plagas se centra en proteger las plantas desde la raíz

No se necesitan 300 hectáreas de cultivo para vivir de lo que se siembra como ocurre en otros sitios. Una explotación familiar con diez o quince sale rentable. De ahí que los estudios demográficos de la comarca tabaquera de Cáceres deje un saldo positivo, según ha explicado más de una vez la Oitab. El famoso reemplazo del que tanto se habla no retendría ni la rentabilidad ni la mano de obra, explican.

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«Llevamos 500 años poniendo tabaco en Extremadura, desde que vino de América. Somos el país más antiguo, fuera de América, que lo produce. Lo conocemos y somos muy profesionales». Ahora reina la variedad virginia, la del rubio. Antes se trabajaba el negro. El corte es distinto. Se secaba en el secadero, se cortaba la planta entera, se colgaba en modo murciélago, con las plantas hacia el suelo y se dejaba secar.

El virginia se hace por capas. Se cogen las hojas de abajo hacia arriba, según van ganando volumen. Algunos con máquinas y otro en manual. Las hojas que se recogen se llevan a los secaderos para quitarles la humedad. Se seca con calderas de biomasa. Después se ponen en fardos, que son los que se llevan a la industria de primera transformación. Cetarsas y otras asociaciones de productores experimentan también con tabacos nuevos buscando mercados distintos, pero más del 90% de lo que se produce en los valles cacereños es virginia.

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Se extiende por la Vera y Campo Arañuelo. Y muy organizado. Con cooperativas y organizaciones agrarias trabajan los agricultores. Ahora están con la plantación en semillero. El tabaco va metido en cajas de corcho sobre unas balsas de agua (con unos 10 centímetros) donde permanece flotando.

Después se hará el trasplante en el tractor. Un conductor y dos o tres operarios que van detrás colocando en el campo las bandejas de tabaco sembrado.

Flor

Del suelo crece y alcanza una altura de casi dos metros en cuatro meses. Para que tome cuerpo hay que quitar la flor, para que ensanchen las hojas. No interesa el tallo ni la flor. Lo importante para el agricultor es coger hojas grandes y con volumen. «Tenemos un material de mucha calidad en campo porque contamos con un centro de innovación en Cetaras sobre variedades tolerantes a plagas».

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Y aquí entra la lucha de cada campaña con los nematodos, unos gusanos que se comen las raíces de la planta. Si ataca las plantaciones, sufre mucho. Sin raíces, no absorbe nutrientes, no coge fuerza y apenas crece.

Por eso buscan variedades que sean más resistentes a las plagas y a estos ataques.

La clave pasa por requerir menos agua para desarrollar la planta. Con menos demanda hídrica en el suelo, menos humedad y menos posibilidades de gusanos en el campo.

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El problema de esta campaña es que tienen más de 6.000 hectáreas de cultivo, pero no han autorizado el fitosanitario para combatirlo. Abordan el cultivo con riesgo de plaga y una desventaja.

Apilando las hojas verdes de tabaco. HOY

Italia, por ejemplo, sí ha autorizado su fitosanitario. Los tabaqueros extremeños saben que sus campos van a ser menos productivos que los de Italia.

Tampoco tienen la opción de rotar. El cambio de uso en el suelo entra en todos los manuales contra las plagas. Y se practica entre los que pueden alternar cereales o leguminosas.

Pero aquí tienen siempre la misma superficie. Descanso mínimo. No hay más suelo para ensanchar. La reconversión va a ser complicada. Aunque hacen pruebas con el cáñamo. Mientras llegue la alternativa y no abusen las plagas, habrá que seguir recogiendo el tabaco en agosto y septiembre. Y seguir con el calendario sorteando los gusanos. Y del campo, a terminar el verano, a las cooperativas o a las asociaciones de productores, que suelen tener secaderos mancomunados.

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Se pone en condiciones óptimas de humedad para que no se pudra la hoja y se conserve. Entre uno o dos días, depende mucho de la humedad de cada sitio y del día que se corte.

Se harán los fardos y en Cetarasa clasifican los tipos de hoja seca. Destaca en la Oitb que es un sector con muchos agricultores jóvenes. Profesionalizado y estructurado en agrupaciones.

Por eso cierran una semana de movilizaciones. Temen no poder producir como lo han hecho hasta ahora.

El Ministerio de Agricultura ha comunicado a la Consejería de Agricultura que deniega el uso excepcional del dicloropropeno para el cultivo del tabaco. Era muy eficaz contra el gusano. Desde el Ministerio recomiendan, en cambio, al uso del metam sodio. Pero esta alternativa, según los tabaqueros, no es viable porque este año ha llovido mucho y no va ser efectivo ni útil aplicarlo. Se lo han dicho varias veces al Ministerio.

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Insisten desde la interprofesional que es imprescindible el dicloropropeno. No hay alternativa tampoco porque son moléculas que no interesa a los investigadores en plagas de tabaco. Es un cultivo menor y casi residual a nivel global. En el mercado internacional apenas tiene demanda. Ya se sabe que el interés de los investigadores se centra en relevantes como los cereales o los frutales.

Mercado

Los tabaqueros apenas tienen un catálogo en el mercado. El dicloropropeno se entiende como la materia activa básica para la desinfección. Sin esta opción, plantarán cargados de incertidumbre sobre el rendimiento.

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La concentración frente al Ministerio la convocó a principio de semana la Oitab, en la que están integradas las organizaciones agrarias, asociaciones de productores, cooperativas e industrias.

La negativa al dicloropropeno ha servido para que tenga el tabaco agenda propia en el sector agrario. En Campo Arañuelo y la Vera prácticamente se concentra la producción nacional. Y según las estimaciones de la agrupación de cooperativas, aporta 140 millones de euros al PIB regional. Vienen además de un año complicado. En 2023, las lluvias persistentes en plena corte dañaron casi el 40% de lo que se había plantado. Las cooperativas renegociaron con las transformadoras el precio meses después para que se tuviera en cuenta el rendimiento tras las tormentas. Por eso pidieron medidas excepcionales. El problema, explican, no es un mal año por las tormentas como ocurrió en 2023, sino que estructuralmente se limite tanto el uso de materias activas que al final el rendimiento que hoy se ve como escaso se normalice.

Si cada explotación saca cada año menos volumen para el secadero, al fina cada agricultor ingresa menos dinero. Aunque suban los precios que le pagan, no compensa porque costará mucho más recolectar.

José Manuel Sánchez es uno de los tabaqueros del Campo Arañuelo. Cuenta que en Extremadura se cultiva el 98% del tabaco de España. Por eso cree que debería ser un sector estratégico y cree que si las seis mil hectáreas estuvieran en otra comunidad autónoma tendría más relevancia para el Ministerio.

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«Es una actividad vital para nosotros». Insiste también en el retorno y en los estudios de demografía de la Universidad de Extremadura que refuerzan la tesis de que es la agricultura y la transformación ha evitado la sangría de población que han experimentado otros pueblos sin tabaco. «Movemos la economía local. Los agricultores invertimos en maquinaria, riegos y también en mejorar los secaderos. Hay un circuito económico auxiliar que se sostiene».

El estudio de la Universidad de Extremadura del que habla el agricultor José Manuel Sánchez contabilizó que España ( y por tanto en las comarcas de Cáceres) salen en los años sin incidencia atmosférica más de 20.000 toneladas. En el seno de la UE, solo Italia produce y vende más que España.

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De los 1.400 productores de hoja de tabaco en todo el territorio nacional, un 94% se ubican en Extremadura y el 6% restante se reparte entre Castilla y León, Castilla-La Mancha, Navarra y Andalucía. El tamaño medio de las explotaciones se mantiene entre seis y siete hectáreas por titular.

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