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¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?

Malas expectativas para los cultivos energéticos

Desde el año 2010 se ha producido una reducción paulatina en el volumen de negocio de este sector, que en 2013 se situó en 298,7 millones de euros, un 39,5% menos que en su mayor nivel de 2010

JUAN QUINTANA

Lunes, 18 de mayo 2015, 08:39

En Bruselas avanza el proceso regulatorio sobre los biocarburantes. La decisión adoptada por el Parlamento Europeo limita hasta un 7% la incorporación de biocarburantes de primera generación. Ahora queda pendiente su aprobación en Consejo de Ministros, que se realizará en próximas fechas, por lo que podría entrar en vigor en 2017. Con esta nueva regulación, como máximo el 70% del objetivo europeo de incorporación de biocarburantes en el transporte, que está fijado en el 10% para 2020, puede provenir de aquellos obtenidos a partir de cultivos alimentarios.

El objetivo de esta norma es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ligadas al cambio indirecto de los usos de suelo, como consecuencia del aumento de la superficie agrícola. Un escenario que, por otro lado, no es posible que suceda en un espacio económico como el europeo, donde la capacidad de poner en producción nuevas tierras cultivables es casi inexistente. Hay que recordar que según la FAO solo se puede aumentar un 5% la superficie cultivable mundial, y no es precisamente en Europa donde se localizan estos territorios.

Otro aspecto que se regular con esta nueva norma es la incorporación de un 0,5% de biocarburantes de segunda generación, es decir, los que se obtienen a partir de cultivos no alimentarios, aunque procedan de tierras agrícolas. También parece un contrasentido medioambiental, ya que el impacto por uso de suelo es más o menos similar con un cultivo u otro. Por otro lado, también se produciría un efecto sustitución de cultivo alimentario, aunque sea en pequeña escala. En todo caso se trata de un reto no vinculante.

Respecto al consumo, España fue de los países que puso en marcha esta estrategia con mayor intensidad, llegando en 2012 al 8-9% de incorporación de biocarburantes, muy cerca del objetivo 2020. A partir de los cambios en la legislación española de 2013, que redujeron del 7% al 4% el objetivo de consumo de biodiesel para 2020, ha caído en más de la mitad el uso de biocarburantes. Esto nos sitúa en el vagón de cola de Europa, con un consumo actual del 4%, aunque las últimas estimaciones anticipan una cierta recuperación en 2014. En Extremadura se consumen anualmente alrededor de 29.478 toneladas de biocarburantes, algo más del 2,5% nacional, que ronda las 1,2 millones de toneladas.

Desde el año 2010 se ha producido una reducción paulatina en el volumen de negocio de este sector, que en 2013 se situó en 298,7 millones de euros, un 39,5% menos que en su mayor nivel de 2010.

El impacto para los agricultores, como alternativa productiva, sobre todo para los cerealistas, es considerable. En la actualidad, alrededor del 45% de la producción de bioetanol proviene de materia prima española, mientras que para el biodiesel solo asciende al 15%.

Uno de los argumentos que más se ha utilizado para limitar el uso de cultivos alimentarios es el impacto sobre el estratégico mercado de la soja, motor del sector ganadero como fuente de proteína para alimentación animal. La realidad es que el importante tirón en el consumo de harina de soja por parte de los grandes países asiáticos ha supuesto que se genere una gran cantidad de aceite de soja, como subproducto agrario. Su potencial transformación no conlleva un impacto en el sector alimentario, sino que se convierte en una amortiguador de los precios de la cadena de alimentos.

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