OVINO O VINO
Los dos sectores necesitan un buen empujon, salvando las diferencias entre uno y otro. El consumo de vino sigue cayendo y en el sector del ovino cae y aumentan las importaciones
ANÁLISIS AGRARIO JUAN QUINTANA
Lunes, 26 de mayo 2014, 12:59
Realmente no se trata de elegir, ya que son dos alimentos muy compatibles en una mesa. La idea es consumir ambos, juntos o por separado. Se debe a que los dos sectores necesitan un buen empujon en el consumo, salvando las diferencias entre uno y otro.
El consumo de vino sigue cayendo en Europa, en particular en nuestro país. Según los datos hechos públicos por la Organización Internacional de la Viña y el Vino, en España se redujo en 200.000 hectolitros en 2013, lo que supone una cifra no excesivamente preocupante. Representa un 2,1% sobre los 9,3 millones de hectolitros que nos bebimos los españoles en 2012.
En este caso, lo que llama la atención no es la bajada de consumo en 2013, sino el bajo consumo de vino de los españoles, si se compara con otros países de similar cultura vitivinícola o incluso mucho menor, al menos en el plano productivo. Por ejemplo, el mayor consumidor de vino europeo es Francia, donde en total es más del triple que en España.
También los italianos, alemanes e ingleses consumen más vino que los españoles, no solo en valor absoluto, que se podría entender dada su mayor población, sino también en consumo percápita. Mientras que el consumo medio por persona y año en nuestro país es solo de 19 litros, en Francia, Italia, Alemania y Reino Unido se sitúa respectivamente en 44, 37, 24 y 21 litros cada persona año. Una diferencia muy significativa, en particular si se confronta con los datos de nuestros homólogos productivos. El diferencial es menor con ingleses y alemanes, pero también muy elocuente, dada la disparidad de tejido y tradición productiva.
Sin embargo, si el paralelismo se hace con otros grandes consumidores y productores como Argentina, Estados Unidos, Chile, Nueva Zelanda, etc, España se sitúa por encima. Esto quiere también decir que los mercados internacionales tienen todavía un gran potencial de crecimiento que hay que seguir aprovechando.
La cosa cambia y mucho en el ovino. Los datos presentados por el Ministerio dibujan un sector donde cae el consumo y aumentan las importaciones. Este último indicador es poco representativo, por la singular tipología de consumo que tenemos con respecto a otros países productores, que prefieren carnes de animales más desarrollados. También llama la atención la bajada en la decisión de compra de un producto muy tradicional de nuestra geografía, que ha pasado de los 2,68 kilos por persona y año en 2007, a 1,89 en 2012; cierto es que esta caída se supone en parte motivada por la crisis económica. El precio, más elevado que otras carnes, es sin duda un factor clave, como también lo es su asociación a comidas festivas y no a consumo cotidiano.
Las tendencias difieren. Los vinos de calidad y, por tanto, más caros, aumentan su consumo, a la vez que se reduce el de los graneles. En el caso del cordero es el precio el que hace caer este indicador, y en consecuencia, el valor de la carne en origen y la rentabilidad de las explotaciones.
Otra explicación a este tendencia de consumo de ovino, se puede encontrar en la evolución del tejido productivo y de la cabaña ganadera. Mientras que el número de explotaciones ha aumentado un 2,8% con respecto a 2013, el censo continúa en caída, lo que traslada la idea de que no se está produciendo la necesaria concentración productiva, ni en carne ni en leche.
Ante esta situación, el sector se enfrenta con un reto que conoce, y para cuyo logro ya se ha puesto a trabajar a través de la inteprofesional Interovic. Se trata de modernizar el producto, diversificar los modelos tradicionales de consumo y, sobre todo, hacer llegar y motivar al consumidor con estos nuevos formatos y maneras de comer cordero, que en breve, deberemos ver en los lineales.