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Félix Grande:"Ser escritor es fácil: basta ser tímido y tener un abuelo"
EXTREMADURA

Félix Grande:"Ser escritor es fácil: basta ser tímido y tener un abuelo"

El poeta emeritense nunca olvidó sus orígenes, y acudió a Extremadura en multitud de ocasiones para hablar de poesía y de flamenco

CELIA HERRERA

Viernes, 31 de enero 2014, 10:10

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Félix Grande nació en la céntrica calle Concordia de Mérida, en la esquina con la calle Calvario, cerca del Foro, del Acueducto de Los Milagros, de la plaza de España, del Arco de Trajano, y siempre restó importancia a sus méritos declarándose un simple heredero de la memoria y de las palabras que construyeron otros a lo largo de los siglos.

A pesar de vivir en Madrid, nunca olvidó sus orígenes, y regresó a Extremadura en multitud de ocasiones para hablar de poesía y de flamenco, sus grandes pasiones. Le encantaba charlar con los jóvenes, y muchas de las visitas a su tierra natal fueron con motivo de entrega de premios literarios juveniles o participar en actos organizados en institutos de la región.

En Mérida también le quisieron, y también se lo demostraron nombrándole Hijo Predilecto y creando un premio literario con su nombre para los alumnos de Secundaria. Félix Grande acudió en alguna ocasión a su ciudad a entregar personalmente los premios a los estudiantes ganadores, encantado por asistir al nacimiento del "agitamiento por la literatura" en las mentes más jóvenes.

Él siempre tuvo claro que estaba destinado a ser poeta. Su extrema timidez juvenil no le dejó otra opción. Así se lo explicó personalmente a unos estudiantes de instituto de Mérida durante la entrega de premios con su nombre en la edición de 1999. "Ser escritor es muy fácil. Basta ser extremadamente tímido, y tener un abuelo".

El poeta recordó entonces que sus primeros poemas se debieron a su timidez, que le impidía abordar de otra manera a una mujer llamada Josefina, a la que dedicó unos versos «muy bien rimados".

Tanto creía en el destino, que hasta achacaba su dedicación a la poesía al hecho de haber nacido en la calle Concordia, porque "la función del escritor no es otra que contribuir con sus contemporáneos a asentar las emociones de la concordia, sin ser ignorantes y sin olvidar la fatalidad de que somos finitos y pequeños".

En aquella época se mostraba quejoso porque la poesía le había abandonado momentáneamente. "Hace mucho tiempo que tengo la puerta de mi casa abierta para ver si la poesía entra, y el día que entre, voy a cerrar la puerta por dentro. Pero, de momento, no entra, se ha ido con otro", lamentaba.

Sin embargo, ni siquiera en aquellos momentos en los que los poemas se negaban a salir de su mano permanecía quieto. Siempre se dedicó a escribir porque no sabía "hacer otra cosa". Y mientras esperaba la inspiración deseada, reeditaba un libro de poesía y otro de flamenco, preparaba un trabajo dedicado a Paco de Lucía y Camarón, y escribía una novela en la que apareció de repente su abuelo, conocido con el apodo del 'Palancas'.

Además de en el destino, Grande creía en la responsabilidad de ser escritor, y la necesidad de respetar la herencia recibida y guardarla para las generaciones venideras.

Cuando charlaba con los estudiantes, le gustaba recordarles que el escritor «todo lo tiene en herencia, desde las palabras a las emociones, porque las palabras castellanas nacieron hace más de 1.000 años, siendo herederas de otras palabras, que nos sobrevivirán a todos durante mucho tiempo, y lo mismo ocurre con las emociones. Por ello, conviene saber que nuestro oficio (el de escritor) es ponernos al servicio de las palabras y las sensaciones".

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