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el porqué de nuestro peculiar horario

Hora de merendar en España, hora de cenar en Europa

Franco nos impuso la hora de Berlín en 1940 y así seguimos. La buena es la de Canarias y Portugal

DANIEL VIDAL

Viernes, 28 de septiembre 2012, 15:39

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El almuerzo que se sirvió minutos después de la una el pasado 6 de septiembre en La Moncloa superó con creces el clásico pincho de tortilla que se degusta a esas horas en miles de bares españoles para matar el gusanillo. Aquello era otra cosa. Pastel de verduras, solomillo al queso de cabrales y helado de chocolate con menta y frutas del bosque de remate, todo ello maridado con una amplia gama de vinos españoles. Un menú en toda regla en la hora del aperitivo. Algo a lo que Mariano Rajoy no ha tenido más remedio que acostumbrarse para satisfacer los estómagos de los colegas europeos que le visitan en su residencia oficial y que a esas "tempranas" horas del mediodía ya empiezan a rugir. Ese día lo hacía en alemán. Tocaba recibir a Angela Merkel que, como la mayoría de ciudadanos europeos, tiene por costumbre sentarse a comer entre las doce y la una. Y a cenar antes de las siete.

Parece mentira, pero en España también funcionábamos con el mismo horario que Merkel... hace más de 70 años. Franco, que en 1940 nos adelantó la hora en relación al sol, y el pluriempleo generalizado de la posguerra, que obligaba a comer más a eso de las dos o las tres para aguantar el "tajo" vespertino que se alargaba a horarios nocturnos, nos hicieron adoptar uno de los hábitos más singulares de la cultura "made in Spain".

Después del festín, Rajoy y Merkel atendieron a los medios de comunicación. Eran las tres de la tarde. Los periodistas abarrotaban la sala de prensa mientras una inmensa mayoría de españoles se sentaban ante el plato y la cuchara y con el telediario emitiendo en directo las declaraciones de los dos mandatarios. La tele también conectaba con Frankfurt, donde, a esa hora, hablaba el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que llevaba dos horas "comido". Cinco días después, el propio Rajoy volvía a hacer de anfitrión. Esta vez para el primer ministro finlandés, otro comensal invitado a un "almuerzo" en La Moncloa en el que el primer plato se sirvió antes de la una. La rueda de prensa fue a la hora de comer. La española, claro.

«Comen rápido y poco»

«Cuando vienen aquí, comemos a su hora. Cuando vamos allí, también. Algo hacemos mal», apunta con ironía Ignacio Buqueras, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles, que lucha desde hace más de diez años por aportar algo de cordura al descontrolado horario nacional. Iñaki Castro, corresponsal de este periódico en Bruselas, vive las diferencias en primera persona: «La rueda de prensa del segundo día de las cumbres europeas siempre es a las 14.30, después de haber comido a las doce o a la una... ¡como muy tarde!». Castro asegura que la mecánica del almuerzo «no tiene nada que ver. Comen rápido y poco. Solo hay que fijarse en un restaurante. Mientras que en España hay menú del día, aquí hay plato del día». Pero si algo produce pavor a los vecinos de Bruselas -y en general de toda Europa- son las horas de nuestra cena. «Les parece abominable que nos pongamos a cenar a las once de la noche y que luego nos vayamos a la cama», subraya Castro, que ahora cena «entre nueve y nueve y media. ¡Y estoy encantado!».

A Lara Malvesí, que cubre para Efe la actualidad del Parlamento y la Comisión Europea, también le seduce ese horario. «Así se utiliza más el sol y se aprovecha más el día. Los españoles nos levantamos igual de temprano, pero salimos a las diez de trabajar. Aquí son mucho más eficientes». Eso sí, muchas veces tira de bocadillo en casa porque a las dos de la tarde, cuando acaba una crónica, «ya está todo cerrado para comer».

Los relojes que marcan el ritmo de la política y de las comidas en Europa no son los únicos que mueven sus manillas a un compás totalmente diferente de los marginales horarios españoles. Trabajo a horas intempestivas, descanso insuficiente, familia desatendida, partidos de fútbol a las once de la noche... En España, por lo general, todo va con el paso cambiado respecto al "planning" diario de la Unión Europea, algo que siempre se ha achacado al clima, a la sangre latina... Y a muchas excusas más. Aunque las causas de este desbarajuste son múltiples, el mundialmente conocido trastorno de los relojes españoles viene de lejos. Y tiene poco que ver con la cultura mediterránea, de la que también se enorgullecen italianos, griegos o portugueses y que, como el resto de los europeos, también comen, cenan y se acuestan prontito.

Pero, ¿cuándo cambió todo? Fue con una orden de Franco publicada en el BOE en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, que obligaba a adelantar los relojes una hora -de las 23 a las 00 del día 16 de marzo de 1940- a todos los españolitos de a pie. Con aquella orden, Franco sacó al país del huso horario del meridiano de Greenwich (GMT), que es precisamente el que le corresponde a España por su situación geográfica y la luz solar. La simpatía del Generalísimo hacia Hitler y la decisión de "trasladar" los relojes al horario de Berlín (GMT+1) provocaron, según reconoce el divulgador científico Vicente Aupí, que «nuestro tiempo oficial de invierno vaya una hora por delante de su tiempo solar y, en verano, al adelantarse otros 60 minutos, el desfase aumente a dos horas».

En el artículo 5 de aquella orden se indicaba que «oportunamente, se señalará la fecha en la que haya de restablecerse la hora normal». Pero esa fecha nunca llegó. «No se cambió durante la dictadura, por supuesto, pero lo triste es que tampoco se ha cambiado a lo largo de la democracia», se lamenta Ignacio Buqueras. «Ni siquiera Zapatero, que tanto apostó por la memoria histórica, se lo tomó en serio. ¡La reforma de nuestros horarios tendría que haber sido la primera de todas las reformas! Pedimos ayuda a unos europeos que saben que vemos partidos de fútbol que acaban a la una de la madrugada, cuando al día siguiente hay que trabajar», enfatiza Buqueras, que se muestra convencido de que España tendría que volver «cuanto antes» al horario de Canarias, que es el mismo en el que se mueven Londres o Lisboa. Parece chocante que nuestros relojes marquen la misma hora que la de países tan lejanos como Suecia o Macedonia, y cuando un gallego o un zamorano se desplaza un puñado de kilómetros y pone el pie en Portugal, tenga que retrasar su reloj 60 minutos.

Además, y según Aupí, el hecho de que España haya caminado una hora por delante del sol durante más de 72 años «ha supuesto un enorme gasto muy difícil de cuantificar, sobre todo en estos tiempos en los que el ahorro de energía es fundamental». En opinión de Buqueras, volver al ritmo "natural" supondría «mejorar en fracaso escolar, en natalidad y en productividad. Las empresas españolas que han aplicado el horario europeo ya están notando los beneficios».

-Entonces, ¿no volvemos a nuestra hora ideal solo porque los políticos no quieren?

-En parte, pero también porque hay muchos hombres en puestos clave. Hombres que creen que sería volver al pasado, que no conciben volver a casa a las cinco de la tarde, con su mujer y sus hijos. Hombres que me dicen: "Ignacio, yo no puedo estar en casa toda la tarde. Mi vida es el trabajo". Uno de los grandes problemas es el machismo imperante...

Como un haz de luz ha surgido la tradición que poco a poco se impone en los colegios españoles, donde los alumnos comen a horas más europeas, aunque en casa rompen el paso con meriendas y cenas. Incluso las últimas declaraciones del secretario de Estado de Igualdad, Juan Manuel Moreno, que denunció este mes que los horarios españoles son «tóxicos», deberían abrir nuevos horizontes. Además, se ha creado una subcomisión en el Congreso que estudiará la racionalización de horarios para conciliar. Buqueras no parece muy esperanzado. «Ya se creó algo parecido en 2005. Nos llamaron a 70 personas a declarar, se hizo un informe de 900 páginas... Y no sirvió para nada». Además, las sesiones terminaban tarde y los miembros de la Comisión comían aún más tarde. Incluso para un español.

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