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Plaza del Duque levantada por obras, ejemplo de caos y retraso que hace temer a los comerciantes ante la reforma de la Plaza Mayor. :: HOY
PÁNICO EN LA PLAZA
SIN PERMISO DE LA AUTORIDAD

PÁNICO EN LA PLAZA

La reforma de la Plaza Mayor vuelve a evidenciar el miedo atávico de los ciudadanos a las obras cuando se hacen a la puerta de sus casas o negocios y surge la pregunta: ¿es que no se puede hacer nada ambicioso en esta ciudad sin que surjan las quejas?

J. J. GONZÁLEZ

Domingo, 31 de enero 2010, 01:09

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OTRA vez las obras. Otra vez las críticas, las protestas, los lamentos ciudadanos ante una obra pública. Como casi siempre, los vecinos o comerciantes afectados se llevan las manos a la cabeza y se santiguan al pensar en el trajín de máquinas, obreros, vallas, obstáculos y materiales que les supondrán mil molestias a las puertas de casa o del negocio. El episodio no es nuevo, pero inmediatamente surge una pregunta: ¿tienen razón los ciudadanos en quejarse o es que resulta imposible acometer ninguna obra ambiciosa en esta ciudad sin que surja la denuncia y desaprobación? ¿Es que no se puede hacer nada en este Cáceres sin el reproche anticipado?

La última muestra de este miedo atávico de los ciudadanos a ver la puerta de casa patas arriba lo sirve el proyecto de reforma de la Plaza Mayor. Comerciantes, hosteleros y vecinos han puesto el grito en el cielo y confiesan que están con el alma en vilo ante un paisaje de vallas y máquinas. Temen por la ruina de sus negocios. No se fían del Ayuntamiento y creen que los clientes no podrán entrar en sus establecimientos. Llegan a vaticinar el desastre de la temporada turística. El Ayuntamiento y el Consorcio Cáceres 2016 intentan calmar los ánimos y poner paños calientes en una herida que todavía no se ha producido, pero que los afectados pronostican como segura. El Ayuntamiento se ha sentado con ellos para explicarles el proyecto, pedirles calma y confianza y ofrecerles garantías de que todo se hará con las debidas prevenciones y las mínimas molestias posibles. Y lo mismo hará esta semana la empresa constructora: les dará detalles precisos de cómo se desarrollarán las obras y cómo se conciliarán con el desarrollo de la vida diaria y el funcionamiento de sus negocios.

Escombrera

Sin embargo, hosteleros y comerciantes andan con la mosca detrás de la oreja. Ven la escombrera de la obra cercana de la Plaza del Duque y no pueden evitar un escalofrío. Quieren sobre la mesa esos detalles precisos del desarrollo de la obra y exigen que sean hasta milimétricos.

Un ejemplo paradigmático del reproche ciudadano por las obras es Madrid. El alcalde Gallardón es el que más sabe de esto. Siempre le ha ocurrido lo mismo: las obras son primero una maldición y, cuando están acabadas, una bendición. Ahí están los túneles de la M-30. Madrid ha llegado a escribir frases para la historia, como la pronunciada hace unos años por el actor Danny de Vito, quien al visitar la capital de España y ver levantadas tantas calles soltó: «Madrid es preciosa y lo será más cuando encuentren el tesoro».

En Cáceres no se va a hacer ningún túnel sino una simple reforma de la Plaza de la Plaza Mayor, aunque se presenta como ambiciosa y con un presupuesto importante, cuatro millones de euros. Pero es suficiente como para levantar reparos. ¿Tienen razón los afectados en sus reivindicaciones? A la vista de las anomalías y retrasos que han presentado algunas de las múltiples obras que se llevan a cabo, parece que sí tienen motivos para exigir todo tipo de garantías. Es cierto que son muchas las obras, 71 proyectos sólo del Plan E, que se han hecho o están en marcha y tal cantidad en tan poco tiempo, apenas un año, resulta difícil de gestionar. Con todo, los ciudadanos tienen derecho a pedir explicaciones y el Ayuntamiento obligación de darlas y en este caso de la Plaza debería haberlo hecho mucho antes, no a dos días de entrar las máquinas. La desinformación es la madre de todos los miedos. Pero los gobernantes deben demostrar también que tienen ideas claras y firmeza en la ejecución de los proyectos si cuentan con el aval de que son buenos, necesarios y garantes de desarrollo y modernización de la ciudad en su conjunto al margen de afectados particulares. El pasado caso de la insólita renuncia al parking de la avenida de España es prueba de todo lo contrario.

Conclusión ante la reforma de la Plaza Mayor: son exigibles la información previa, el rigor técnico y la eficacia en el desarrollo de la obra. Así de simple, así de difícil.

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