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C. H.
Lunes, 2 de febrero 2009, 02:07
El entorno natural de Extremadura apenas se ha alterado en los últimos 10 años; es más, las zonas boscosas han ido creciendo de forma espectacular gracias a los proyectos medioambientales y al abandono progresivo de las tierras de cultivo. Mientras las zonas urbanizadas sólo se han incrementado en 8.200 hectáreas, las zonas boscosas han crecido 10 veces más. En la actualidad, del total de cuatro millones de hectáreas de superficie que tiene la región, 2,8 son forestales. Por eso, los ojos del holandés Jan Wesselli alucinaban cuando vieron por primera vez este paisaje. Siete de cada 10 hectáreas de Extremadura son áreas forestales, «entendiendo por forestal tanto los bosques densos, como las inmensas dehesas que cubren Extremadura, y las formaciones arbóreas en las riberas de ríos y arroyos», aclara Mora Aliseda. Principalmente, se han plantado en la región más encinas (59%), alcornoques (35,5%), y el 1,5% de pinos piñoneros. La tendencia de crecimiento de las zonas forestales no es única en Extremadura, aclara el profesor, sino que es generalizada en el país al ser la reforestación una consecuencia directa de las políticas medioambientales impulsadas por la Unión Europea, que ha subvencionado la plantación de especies autóctonas. En Extremadura, por ejemplo, se han reforestado las tierras más pobres para la agricultura, o las más difíciles de cultivar, como las dehesas desarboladas, o las zonas de sierra. Así se ha conseguido que la situación medioambiental en la región «sea ahora infinitamente mejor que en 1960», resalta el responsable de la investigación. Además, las 210.000 hectáreas de regadío han supuesto una recualificación del paisaje geográfico tradicional ya que albergan una mayor abundancia de especies y de biodiversidad, actuando como despensa permanente de alimentos tanto para los animales autóctonos, que se refugian en las proximidades, como para especies migratorias que encuentran en Extremadura numerosos humedales en los que reponer fuerzas en sus largos desplazamientos. La reserva de Europa Sin embargo, «no estamos aprovechando el territorio del que disponemos en Extremadura. No debemos convertirnos en la Kenya de Europa», advierte Mora Aliseda. En su opinión, la alternativa es cambiar el planteamiento, y explotar el potencial de muchas de estas zonas naturales, como los entornos de los embalses, «como asentamientos de segundas residencias y para el desarrollo de actividades turísticas». «Estamos en el momento justo para dar un gran salto en el ránking regional del desarrollo, aprovechando el enorme potencial a nuestra disposición. Sólo hay que elegir la estrategia territorial adecuada. Tendremos que sacrificar una pequeñísima parte de nuestro "stock" de capital natural para crear grandes empresas que sirvan de soporte y arrastre a otros muchos sectores y pymes, para crear empleo y riqueza y no depender de la solidaridad de otros territorios», argumenta.
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