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Valodia se pasa de revoluciones

Descalifican de por vida a un luchador cubano que lanzó una patada al árbitro

JON FERNÁNDEZ

Domingo, 24 de agosto 2008, 02:57

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Se palpaba la tensión. Dos pesos pesados del taekwondo echaban el resto sobre el tatami en la categoría de más de 80 kilos. Era el combate por la medalla de bronce. El más importante de los cuatro últimos años para el cubano Ángel Valodia Martos, campeón olímpico en Sidney. Ganaba por 3-2 en el segundo asalto cuando un inoportuno golpe del kazajo Chilmanov le tumbó. No podía seguir. Sus dedos del pie derecho habían quedado hechos trizas por ese virulento ataque y, para continuar en liza, debía ser atendido de su lesión. La asistencia médica se prolongó durante poco más de un minuto, el tiempo máximo marcado por la reglamentación. Y, en el momento que el luchador se reincorporaba, el árbitro decretó su descalificación. Matos estalló al instante. Movido por la ira, reaccionó de la peor manera posible.

En cuanto el juez levantó el brazo derecho en señal de victoria para el kazajo, Valodia retomó la refriega. Ya no el casco protector, pero lo más asombroso es que el blanco de la furia del astro de Holguín tampoco era su rival, sino el colegiado, la persona que le había «birlado» otro metal en los Juegos.

De improviso, Valodia lanzó una espectacular patada contra el sueco Chekir Chelbat. Y, claro, se armó la marimorena. El brutal puntapié no llegó a impactarle de lleno al árbitro. Apenas unos milímetros le 'salvaron' del golpazo. El cubano empujó luego a un auxiliar mientras su oponente, ajeno a la escena, corría a celebrar su triunfo. Quienes le conocen no saben lo que se le pasó por la cabeza. «Es una persona muy tranquila y buena conversadora», describe a EL CORREO Flor Delís, una de las mujeres más laureadas del Taekwondo en el país caribeño.

Esa repentina 'revolución' cubana acabó con el pabellón patás arriba, con cruces de reproches constantes entre los protagonistas. El Comité Olímpico Internacional (COI) tomó buena nota de lo ocurrido y no se anduvo con chiquitas a la hora de castigar a los implicados. Tanto el deportista como su entrenador, Leudis González, fueron vetados «de por vida» en todas las competiciones internacionales. Han violado el célebre espíritu olímpico, aunque no parecen arrepentidos. «Loz kazajos compraron a los jueces y me ofrecieron dinero», protestó el técnico en la zona mixta del gimnasio.

Cuenta la ex luchadora Delís que en Cuba están escaldados de las trampas de algunos combatientes. «Odiamos la 'maraña', nos gustan los combates limpios». Es su seña de identidad, una marca de la casa de El Cerro Pelado, la mayor fábrica de taekwondistas de La Habana. Allí se aprende a competir con los golpes como recurso, «sin malas artes». Lo malo es que a Valodia la sed de venganza le cegó por completo.

No parece que en su país se lo vayan a tener en cuenta. En tierras cubanas prefieren recordar al Valodia que se sobrepuso a la muerte de su madre en Sidney. Flor Delís se queda también con esa imagen. «Es un buen tipo». Palabra de compañera.

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