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quim monzó, escritor

«En la literatura, o hay humor o no hay literatura»

En los relatos y textos reunidos en 'Mil cretinos', el escritor cambia el bar por el geriátrico y la discoteca por el hospital

ARTURO GARCÍA

Viernes, 1 de agosto 2008, 12:14

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Sigue igual de incorregible. Con su habitual cruce de perspicacia, ingenio e irreverencia en la distancia corta, el autor catalán ha reunido en Mil cretinos una nueva selección de relatos, apuntes y reflexiones, esta vez, con una clara inclinación hacia aspectos como la vejez o la enfermedad, un tono muy marcado por su experiencia personal con familiares de su entorno más próximo.

- Javier Cercas dijo de usted: «Monzó es todavía mejor de lo que parece».

- Pues ahora voy de trágico, me he puesto el traje de llorar y ahora voy de profundo. Me he puesto hablar de la tristeza, de la muerte y de la enfermedad

- ¿Los grandes temas de la vida?

- Los grandes temas no, de la decrepitud y lo que me ha pasado es que ahora la gente llora mucho, tengo que andar con cuidado.

- ¿Para aceptar esa realidad vital es imprescindible el humor?

- Si tu no te enfrentas a la vida siempre con humor cuando quieras introducirlo alguna vez no vas a saber dar con el tono, o te sale de una manera natural o No creo posible decir: «Este libro con humor, éste sin él». Es como tú eres. Ahora, una cosa es tomarse a uno mismo en serio y otra no ser capaz de distanciarse de uno mismo para reírse de uno. La gente que no se ríe en y con su obra en veinte años eso no hay quien se lo lea. El que se pone a hacer el libro que revolucionará la historia en cinco años nadie se acuerda de él.

- ¿Por qué?

- Porque está tan creído de él mismo que no toma distancia sobre ello. En la literatura, o hay humor, o no hay literatura. El humor es la base, la mínima distancia de cualquier producto cultural.

-¿Cree que esa visión está tan extendida a la hora de crear?

- Lo que hay es mucho artista que se piensa que crear es subirse a la palmera y empezar a tirar metáforas como cocos. Todo es humor. Desde El Quijote a Kafka, Swift Beckett incluso, mira que es un escritor pesado, a mí me encanta, pero se aguanta porque en esa pesadez fluyen ríos de humor porque humor es introducir todos los placeres de la vida, entiendo yo.

- Han dicho que este libro es un fin de etapa ¿lo es?

- Yo que sé. Lo es por un motivo: que ha cambiado el paisaje. Lo que ha pasado es que ahora no salen muchos bares: salen más bien geriátricos, tanatorios, un ambiente que ya estaba un poco en el libro anterior, El mejor de los mundos donde ya había unos cuantos cánceres, muertos, viejos. Ése es parte de mi paisaje actual. Hace veinte años estaba en las discotecas, tomando copas, tocando el culo a las chicas. Y ahora ya no.

- ¿Cuando se ve ante ese mundo de declive vital?

- Todo esto empezó hace diez años, con un cáncer de vejiga de mi padre que se solucionó en dos años pero vino después una neumonía. En aquel tiempo cerré mi estudio, dejé de ir, volví otra vez a escribir en casa pero aparqué todo y me dedique como hijo a los cuidados. Curiosamente cuando acabaron esos años tenía una carpeta con cosas que había ido anotando, no sé cuando, supongo que sobre todo por la noche cuando te pones a sacar toda la mierda.

- ¿Le sirvió de terapia?

- Escribía pero entonces no estaba lo suficientemente distanciado parar publicarlo. No pude limpiarlo, elegir qué valía y qué no, hasta el año pasado que seleccioné y me decidí a publicar los relatos. La literatura desahoga pero hay que releer y retocar. Lo que ocurrìa es que escribir me servía entonces para explicarme todo lo que estaba pasando.

- ¿Tomar distancia supone llevar esos textos al terreno que domina?

-Yo no anotaba pensando en que Monzó hará algo después pero es que recuerdo cada cosa: un día estaba allí y había varios enfermos en sillas de ruedas, gagás y había hilo musical y sonaba La Macarena: «Dale a tu cuerpo alegría Macarena eeeehhh Macarena». Es imposible no darle la vuelta a eso. Por cierto ¿por qué demonios hay hilo musical en un geriátrico?

-¿Se ha guardado mucho?

-Bueeno. No he explicado nada del sexo que hay allí porque no convenía en este libro, lo tengo guardado. ¿Sabe que hay una hora en que la gente se cuela en las habitaciones y se meten a la cama? Está bien, ojo, sólo faltarìa que no, pero hay un punto de pena en eso, como de soledad. Las cuidadoras me han contado disparates, de señoras de 90 años que se han acostado con toda la planta, que cuando se les moría uno pillan otro.

- ¿Habrá ya más de mil cretinos desde que pensó el título del libro?

- Puse mil porque es una buena cifra. Un millón eran muchos, con diez no tenemos ni para empezar.

- Afirma que la gente puesta una junto a la otra, empeora

- Y tanto que empeora. Uno por uno, incluso el tio más feo, se aguanta porque es el único referente de él mismo, pero colocados en bulto la gente es muy fea, la masa es horrorosa y cuando el grupo es muy grande resulta más desagradable aún.

- Así que votó usted por Chikilicuatre como candidato para Eurovisión

- La broma me pareció tan buena... Después salieron algunos mierdas diciendo que había quedado deslucido por la propia estructura en la que se movía, ¿pero qué más quieren? ¿ahora le vamos a pedir a Chikilicuatre que haga la revolución para un formato que hemos tragado durante décadas sin decir ni mu? Pero si hacía mal hasta el acento argentino.

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