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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?
OPINION

Balanzas fiscales y subdesarrollo heredado

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Viernes, 18 de julio 2008, 02:45

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PUBLICADAS las balanzas fiscales, ha ocurrido lo que era previsible: los representantes de las regiones que se sienten perjudicadas han reivindicado -por lo general- un sistema de financiación que les sea más favorable y que evite su 'expolio' territorial; los que quedan a la par en contribuciones y retribuciones, han subrayado esta circunstancia como seña de su 'normalidad' y justa aportación interregional, y los que se evidencian como beneficiarios, estiman que otros factores hay que tener en cuenta para matizar esos beneficios, cual es el tener empresas en su territorio que tributan en otros y engrosan así la balanza del 'ajeno'.

Tampoco faltan los comentarios ciudadanos sustanciosos. Junto a las reflexiones más o menos juiciosas y críticas con argumentos, los hay que aprovechan para llevar el agua a su molino y pedir dimisiones, hacer reproches de pasados presuntamente clientelistas y presumiblemente culpables de la situación, acotando las 'desgracias' en los últimos 25 o 30 años.

Conviene un poco de frialdad, distanciamiento, perspectiva y memoria a la hora de realizar juicios de valor. Y sobre todo, conocer la historia, porque los sucesos inmediatos tienen la mayoría de las veces hundidas las raíces -y qué profundamente arraigadas- en décadas y siglos pasados.

Sin pretender agotar las argumentaciones -que darían para un tratado de historia y política económica-, interesa fijarse en quiénes aparentemente reciben más beneficios y quiénes son las comunidades más 'perjudicadas'. Se verá, en efecto, que aquellas que tienen los más sustanciosas domiciliaciones fiscales, de empresas que operan por todo el territorio nacional, son las que aparentemente obtienen peor trato en las balanzas; por el contrario, las que ven cómo grandes empresas comerciales, hidroeléctricas, industriales, que operan en su territorio tributan fuera, salen favorecidas en las cuentas publicadas, en el saldo de beneficios fiscales ¿paradójicamente!

Pero fíjense también que, por lo general, las regiones de este último listado son las que en los años terribles del desarrollismo español -1960/1975- vieron vaciarse de población a sus pueblos y ciudades, a favor de las 'otras' regiones. En este sentido, Extremadura encabezó el triste ranking, perdiendo nada menos que el 40% de sus habitantes en esos 15 años, un porcentaje que quedó agravado además con que los que se marcharon eran los que estaban en las mejores condiciones laborales de producir -de los 20 a los 45 años- al tiempo que en la época de necesitar las mínimas prestaciones educativas, formativas, sanitarias y asistenciales. O sea, perdimos un precioso 'capital humano' que emigró hacia donde se primó la industria, se favoreció el desarrollo infraestructural y se obtuvo este beneficio humano impagable.

No es cuestión menor este último fenómeno, el del éxodo poblacional, pues hemos podido demostrar una y otra vez que una pérdida en poco más de un decenio y medio de casi la mitad de la población (fundamentalmente joven) hipoteca el futuro de la comunidad emisora por, al menos, dos generaciones, hasta que una buena política 'repobladora', de infraestructuras, de regeneración productiva y de costosísima modernización logra reequilibrar mínimamente el trauma padecido.

Que se lo pregunten a nuestros vecinos: un Alentejo tan amplio, con un tercio de la extensión nacional y sólo un 5% de la población, a causa de la emigración de más del 50% de sus habitantes: ¿también está a la cola de los indicadores socioeconómicos, aunque para su desgracia sin las compensaciones de solidaridad interterritorial que merecería, salvo en cuestión de fondos europeos! Que se lo pregunten al sur de Italia con respecto al norte, que padece de las mismas secuelas, por idénticas causas. O a las islas y sur de Grecia, también con respecto a las zonas septentrionales.

En cualquier caso, sean bienvenidas las balanzas fiscales, para dar cuenta de la situación heredada desde los años de bonanza y trasvase poblacional del desarrollismo europeo de los años 60 (colofón de una historia de desigualdades hundida en el tiempo más remoto), reforzada con el sistema de domiciliaciones fiscales de empresas, que copian un modelo ya inventado en el siglo XIX. No se está en la cola -tantos años, siglos en la cola- porque seamos así de malos o tengamos tan terribles dirigentes. Las causas son más estructurales; más de estructura y localización empresarial, de políticas generales de desarrollo regional (tan fomentado históricamente en la periferia, por lo que a España se refiere) y proteccionismo comercial en años cruciales de inicio y potenciación. Y más de 'desbandada' poblacional «porque nos faltaba/ la sal 'pa' el gazpacho/ y el aceite verde/ 'pa' echársela al pan», como en los versos de Salvador Távora.

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