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J. J. GONZÁLEZ
Jueves, 29 de mayo 2008, 11:02
Y en el principio fue el ganado. Antes de los cacharritos, de las casetas, del rebujito, de los churros, de las casetas, la feria era eso, fundamentalmente: la feria del ganado, en el Rodeo. Es el origen de toda fiesta local y en el caso de Cáceres había languidecido hasta desaparecer. Había muerto. Hasta ayer. Gracias al empeño romántico de un colectivo cacereño, la asociación Amigos del Parque del Príncipe, integrada por los jardineros municipales. Gracias a ellos, con su secretario a la cabeza, Matías Simón, Cáceres ha recuperado su tradicional feria de ganado de San Fernando. El milagro se obró ayer.
Ayer volvieron los apretones de manos y la rúbrica de todo negocio entre ganaderos, «trato hecho». Con eso basta. La gente del campo estaba exultante y disfrutaron de su día en el Recinto Hípico. Lo celebraron con sardinas y aperitivos, lo regaron con cerveza y la alcaldesa entregó unos singulares premios: a la elegancia masculina y femenina y a los mejores ejemplares de ganado caballar, asnal y mular.
«Se acaba de vender un burro por 9.000 duros», afirma uno de los ganaderos presentes en la feria, donde es costumbre en los tratos hablar de duros, ni siquiera de pesetas y, mucho menos, de euros. 9.000 duros por un burro, unas 45.000 pesetas. Frente a la escasa presencia de ganado de pasadas ediciones, la estampa del Hípico era ayer bien distinta. Algo más de 200 cabezas se contaron, entre caballos, burros y mulas, todo bajo el control y registro de los veterinarios de la Junta de Extremadura, que recibieron, por este apoyo y esfuerzo, su recompensa en forma de placa. La recibieron los tres veterinario de la Junta, Santiago Pérez, Manuel Martín, y Francisco Duque, además de Jerónimo Pareja Obregón.
Premios
El premio a la elegancia fue para Guillermo Pardo Silva, gitano residente en Cáceres, de impecable factura para la ocasión: sombrero, traje y corbata, «Es lo que queremos, que se recupere la feria», afirma. El premio a la elegancia femenina fue para Cristina Ávila, una joven de familia ganadera de Santa Ana, comarca de Trujillo. Su padre, Aquilino, recuerda los tiempos de esplendor de la feria de ganado de la capital cacereña: «claro que la he conocido y he hecho muchos tratos en el Rodeo». Los premios a los ejemplares, en función de su presencia, morfología y adornos fueron los siguientes: mejor mula, la de Juan José Barquero; mejor caballo, el de Agustín Solís, y mejor burro, el de Ángel Margallo.
«Se ha recuperado el concepto de feria de trato», afirma el veterinario Santiago Pérez, quien resalta la labor realizada por Matías Simón, jardinero, poeta, cantautor y hombre de bien, que ha puesto todo su empeño es sacar del olvido el mundo de los ganaderos. «Sería sueño o desvarío, que se llenó de ganado el recinto Hípico», recita Matías Simón, quien da las gracias a empresas colaboradoras: Canal de Isabel II, Viveros Pinsapo, Curtidos Márquez, Ampema, Domingo Gallego y Arco Iris. No faltaron los burros de Satur, de Malpartida, para pasear a niños, entre ellos escolares del F. de Aldana y Nazaret.
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