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Jamones de Hungría vendidos como ibéricos

REDACCIÓN

Miércoles, 7 de mayo 2008, 10:35

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El presidente de Asaja Extremadura, Ángel García Blanco, pidió ayer a la Junta que saque a la región de la Norma de Calidad del Ibérico. En su opinión, no ha conseguido lo que se pretendía, y, sin embargo, permite que se sigan produciendo numerosos fraudes.

García Blanco destacó que el sector lleva años luchando contra los fraudes y las falsificaciones y denunciando cómo piezas que venían de Europa del Este, sobre todo, de Hungría, «eran vendidas como si fueran ibéricas».

En este sentido, recordó lo aplaudida que, en principio, fue la norma y la decepción posterior del sector, ya que «se ha quedado en nada» al ver que tan sólo se ha logrado que sólo se denomine cerdo ibérico a los descendientes de animales ibéricos, «y como es habitual a costa del bolsillo del ganadero que son los que producen los lechones».

Para el dirigente agrario, «en todo lo demás la norma sirve de base para un auténtico fraude y, lo que es peor, se está empezando a acostumbrar al consumidor a un producto de baja calidad que nada tiene que ver con el ibérico».

Se ha conseguido, por ejemplo, que los grandes operadores del sector, como son las empresas catalanas y murcianas, estén en condiciones de sacar al mercado jamones y paletas ibéricas de bellota «sin tan siquiera haberlas probado», dado que la norma considera tales piezas «tan sólo con tener un certificado de una entidad inspectora que, lógicamente, lo da, puesto que de lo contrario no cobra».

Otro de los problemas de la norma de calidad es que permite «sacar al mercado piezas procedentes de animales hacinados en pequeñas superficies, que son sometidos a procesos de engorde intensivos y que son sacrificados con escasamente siete u ocho meses». La paradoja, según García Blanco, «ha llegado a tal extremo que los animales nacen ya con tres meses de edad».

Criticó también que la norma no distingue entre los animales criados en la dehesa y los que no, por lo que, a su juicio, no propicia la conservación del ecosistema extremeño.

En ese sentido, consideró incomprensible que «a los políticos de Madrid se les llene la boca al hablar de pactos por la dehesa, programas agroambientales, luchas contra la seca y, a la hora de la verdad, nada de nada».

A su juicio, la Norma de Calidad debería contemplar como mínimo que «sólo se consideren ibéricos a los animales procedentes de madres ibéricas puras», y que no se incluyan a aquellos que no tengan en el momento del sacrificio un mínimo de 12 meses.

También pide que se limite toda la producción del ibérico a las zonas de dehesa de Extremadura, Castilla y León y Andalucía, ya que «de lo contrario dentro de unos años la dehesa desaparecerá con graves consecuencias para nuestro medio ambiente». Actualmente, esta limitación se circunscribe al ibérico de bellota.

De igual manera, afirmó que, ante la imposibilidad de lograr estas reivindicaciones, la única solución sería la aprobación de una Indicación Geográfica Protegida junto con las demás zonas tradicionales y presentar al consumidor un producto digno de llevar la consideración de ibérico con sus periodos normales de sacrificio y maduración de las piezas.

Por último, García Blanco expresó el apoyo de Asaja a la Asociación regional de Productores de Cerdo Ibérico.

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