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Iker Mateos Roldán y Elena Solano Pacheco, los dos de la quinta del 2007, sentados a los pies del árbol del crío. Entre los dos se aprecia la placa con su nombre. / LORENZO CORDERO
Un niño, un árbol
CACERES

Un niño, un árbol

En Casar de Cáceres, los niños traen bajo el brazo un árbol con su nombre, en el paseo principal del pueblo, gentileza del ayuntamiento

ANTONIO JOSÉ ARMERO

Domingo, 13 de abril 2008, 13:07

EN CASAR de Cáceres, los niños no traen un pan bajo el brazo, sino un árbol. Los 34 que llegaron al mundo el año pasado tienen cada uno un ejemplar de plátano en la avenida de la Charca, que toma su nombre del apacible lago en torno al cual pasean los vecinos.

El árbol de Iker está al principio de la ancha calle, muy cerca del de Elena, que es rubia y parece en su salsa mirando a la cámara de fotos. Los dos son casareños del año 2007, o sea, de los primeros en tener su propio árbol personalizado en su pueblo. «Era una idea que llevábamos en nuestro programa electoral», comenta Florencio Rincón, alcalde socialista del municipio. «La idea -recuerda- surgió estando en Madrid, en una reunión del partido para preparar los programas electorales de las últimas elecciones municipales, se nos ocurrió, y aquí está».

La materialización de la iniciativa está a la vista de cualquiera. Es una propuesta tan sencilla como original: plantar un árbol por cada bebé y personalizarlo poniéndole una placa con su nombre y apellidos. El paseo de la charca está sembrado de plátanos que al pie tienen una placa metálica de color plata con el nombre del propietario de la planta grabado en negro, salida del centro de empleo de la Mancomunidad Tajo-Salor, en el que trabajan siete personas con alguna discapacidad. Ahí está el de Iker Mateos Roldán, de un año. Y el de Elena Solano Pacheco, de la misma quinta, los dos creciendo con buena salud, al menos en apariencia «Nosotro venimos de paseo y traemos a Elena a que vea su árbol», cuenta Victoria, la madre de la criatura.

¿Y si el árbol muere?

¿Y si se seca? «Eso es imposible -tercia con contundencia Florencio Rincón-. Aquí tenemos un sistema de riego por goteo, y además, tenemos agua de sobra». Atento y rápido, Óscar, el padre de Íker. «El alcalde nos ha prometido que si le pasa algo al árbol le pone otro al niño», bromea.

En realidad, no anda desencaminado, porque el asunto es serio. «Ya nos pasó -recuerda el alcalde-, que un coche se llevó por delante un árbol y vinieron los padres a preguntar. Lógicamente, pusimos otro».

La iniciativa municipal tiene un objetivo básico: concienciar a niños y adultos sobre la necesidad y las ventajas de proteger el medio ambiente, toda una declaración de intenciones en una época en la que todo lo verde cotiza al alza. A ello añade una vertiente pedagógica, porque permite implicar a padres e hijos en el cuidado de algo que les pertenece. «A mí me parece una idea buenísima», opina Marcos Mateos, el padre de Íker, uno de los vecinos a los que el gobierno local que dirige Florencio Rincón convocó el 4 de enero de este año, el día que se celebró el bautizo oficial de los árboles personalizados de Casar de Cáceres. «Aquí nos juntamos los padres de los niños nacidos durante los doce meses del año 2007, vimos los árboles de cada uno de sus críos y después nos tomamos algo», relata el alcalde, que no duda de la vocación de continuidad del proyecto.

Vocación continuista

Precisamente para eso, ya se han plantado ejemplares de distintas especies (mimosa, sauce o almez, entre otros) justo enfrente. Es una zona verde con columpios, junto a la charca, uno de los lugares de referencia en el día a día de Casar de Cáceres. Allí han empezado a crecer unos sesenta árboles, que a principios del próximo año tendrán propietarios. La idea es que una vez finalizado el año 2008, padres y niños se junten en el sitio para dar el visto bueno oficial a la segunda promoción de casareños con árbol propio. Mientras llega ese momento, los troncos están protegidos por mallas, para evitar que las ovejas que se acercan al lugar puedan dañarlos.

«Ahí hemos plantado unos sesenta, pero hay sitio para unos 120 árboles, aproximadamente», asegura Florencio Rincón. Si no cambian los planes, pues, la supervivencia de la propuesta está garantizada. La avenida de la Charca y la cercana barriada de las Heras dan cobijo a los primeros árboles personalizados, que en el futuro se extenderán a otros barrios de la localidad.

La gentileza del Ayuntamiento no obliga a los críos ni a sus tutores a responsabilizarse del crecimiento y la buena salud de su regalo, pero el alcalde asegura que se están implicando en el ciudado de las plantas. Sentimenalismos al margen, el hecho de ver el nombre del hijo o la hija en la acera, grabado sobre una placa metálica al pie de un ser vivo que va creciendo, tiene un efecto sobre los progenitores.

Al final, las partes coinciden en señalar que todos son ventajas. Entre ellas está que aumenta la arboleda del pueblo. La cuestión, apunta Marcos, el padre de Íker, es que dentro de cinco años, su hijo y Elena les pidan los domingos por la mañana ir a echarle agua a sus árboles.

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