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TERCERA

El Cerro de Reyes se pasea por el Romano

Tinín, que desactivó a las mejores armas de su rival, guía a su equipo hacia una cómoda victoria ante un Imperio que llegaba en alza Francis fue expulsado por una patada casi criminal a Nofuentes

FERNANDO GALLEGO

Lunes, 24 de marzo 2008, 01:58

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El Imperio, que según todas las estadísticas y sensaciones había vuelto, decidió ayer quedarse dormido. Se desconoce si por decisión propia o porque el Cerro le obligó, que no sería de extrañar, porque los de Tinín completaron uno de sus partidos más serios lejos del José Pache. Desconectó a Javi Ramos y a Lauri, que aún así fueron los mejores de su equipo, y evitó que el balón le llegase, aunque fuera en forma de melón, a Negri y Silva, islas perdidas en un océano cerrista. Resultado: partido fácil. Muy fácil, teniendo en cuenta que Dieguito lo adelantó cuando el choque no había salido ni siquiera de los vestuarios. Lanzó una falta que tocó en la barrera y salió envenenada en forma de volea que sorprendió a Alberto. Le motivan estos partidos a Diego, germinado en la cantera del Mérida e incubado, por tanto, en la rivalidad deportiva entre ambas entidades. En la primera vuelta, recibió a los de Marrero con idéntica acción. Recuerden.

El Imperio no reaccionó al gol del Cerro, porque su primer tiro a puerta data del minuto 37. Eso sí, fue un gran tiro de Negri y una mejor parada de Juli, que encabezó la mini-revolución de Tinín tras el varapalo de la semana pasada. Aunque en el Cerro, eso de mini-revolución no existe. Que no juega Manu, da igual, está Juli. Lo mismo con Dieguito, o Jorge Ortiz (que cerró la cuenta), o Alberto, o Arévalo, o...

Así las cosas, mientras el Imperio no despertaba de su impotencia, el Cerro acumulaba acercamientos peligrosos por los fueros de Alberto. Hasta que antes del descanso Pierucci se aprovechó de una pérdida de balón de Lauri y, ya dentro del área, cruzó con su izquierda para que Alberto volviera a no llegar. Partido sentenciado.

Y más aún tras las impresiones que desprendió el inicio de la segunda mitad, que eran las mismas que se pasearon por el Romano en la primera parte. El Cerro llegaba y fallaba. La diferencia es que, 45 minutos después, los de Marrero llegaban con más claridad a las inmediaciones de Juli. Uno de esos acercamientos lo protagonizó Pisky, que tras sublime jugada individual se plantó ante el cancerbero pacense para picarla y batirle. Afortunadamente para los visitantes, Gabi Frías llegó a tiempo para despejar un balón que ni siquiera tocó la línea de gol. Reclamaron los imperialistas una jugada en la que no tenían razón. Si la tuvieron en los últimos contragolpes que lanzaron y que se lo frenaron a golpe de fueras de juego que no eran. Pero ahí ya había dado el Imperio por perdido el partido: Jorge Ortiz había puesto con un centro blando y fofo el 0-3 en el marcador y Francis, con una entrada asesina sobra Nofuentes, había decidido autoexpulsarse a falta de quince minutos. Algo que tiene que hacerse ver el Imperio, porque en los últimos tres partidos ha salido a expulsión por encuentro.

El duelo lo cerró Javi Ramos. Harto de que nada le saliera por la derecha, cayó a la izquierda para sacarse un pase de la muerte que, compasivo él, lo remató Gabi Frías sobre su propia meta. El cabreo de Tinín por la acción no fue gratuito. Había preparado el encuentro para evitar acciones como ésa.

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