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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
I LEB BRONCE I

El Habitacle le da la puntilla al Mérida

Los de Gutiérrez, decididos a inmolarse, perdieron el derbi en los últimos minutos

FERNANDO GALLEGO

Jueves, 20 de marzo 2008, 02:15

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El 'cagazo'. Es la única palabra con licencia y rigor para explicar la décima debacle consecutiva del Mérida Patrimonio. No hay otra que pueda revelar porque un equipo superior y siempre por encima en el marcador durante todo el partido pierda el derbi en los últimos cinco minutos. Causas hay muchas, pero palabras sólo una: 'cagazo'. El origen de todo es uno de los grandes defectos del Mérida de los últimos meses: los de Gutiérrez se fueron lamentablemente del encuentro cada vez que les daba en gana.

Y si hay un rival ante el que no te puedes relajar ni una milésima de segundo, ése es Badajoz. Consciente de sus limitaciones, defiende, defiende y defiende como si no existiera más nada en esto del baloncesto, y, con lo que le queda, va arañando canastas. Le da igual ir dos que catorce puntos por debajo. Siempre defiende con la misma intensidad. Y precisamente por eso siempre llega vivo a los finales de partido. A veces sale cruz, a veces sale cara, como ayer.

Y salió cara porque en el Mérida no hay nadie que de un paso adelante y asuma el rol de líder que necesita un equipo deprimido como él. Lo intentó Sada, pero Pablo Alonso le tapó siempre, al menos en los últimos cinco minutos, cuando se deciden los choques de la parte baja.

Sada es un caso singular. Cuando quiere, nadie le hace sombra. Es el que más calidad atesora del grupo. Alicaído en los últimos meses sin razones ni porqués, ayer se echó el equipo a sus espaldas, pero sólo cuando quiso. Si hubiera querido siempre, el Mérida hubiera solucionado el choque antes del descanso. Pero entre que el equipo se va del partido cuando quiere y que nadie es capaz de erigirse en líder del grupo, cualquier equipo puede hacerle un roto. Y en tan sólo en cinco minutos.

Hasta el 35', Mérida había sido mejor, y el marcador se lo había reconocido. Morris se marcó un partido de aúpa y Ortega, mientras tanto, a lo suyo: a ser el mejor siempre. Pero a falta de cinco para el final, De la Rosa, Baquer y Jordan, prolongando su vendaval de aciertos del tercer cuarto, le dieron la vuelta al electrónico. A partir de ahí, el Habitacle se comió en confianza al Mérida Patrimonio, consciente que una vez que sus rivales se pusieran por delante ya no habría manera de darle la vuelta al partido.

Y no había manera porque no había líder. Nadie quería el balón, nadie quería tirar, nadie quería desmarcarse. Todos se escondieron. Menos Sada. Pero Pablo Alonso estuvo listo y le metió siempre dos marcadores. Y ahí acabó el Mérida, muerto en vida mientras asistía sorprendido como Badajoz terminó gustándose y bailándole. ¿Cómo explicar lo inexplicable? ¿Cómo explicar por qué alguien se quiera inmolar?...

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