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TERCERA

El árbitro se cuela en el derbi

Jaramillo Portero sentenció al Cacereño al echar a dos jugadores e inventar un 'penalti retroactivo'

MANUEL-M. NÚÑEZ

Lunes, 26 de noviembre 2007, 11:12

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Se coló Jaramillo Portero en el derbi, y se acabó la fiesta. Cacereño y Plasencia quedaron en un flagrante segundo plano ante el afán de notoriedad de un colegiado que saldó su paso por el Príncipe Felipe con la libreta repleta de rojas (hasta cuatro) y serias deficiencias de juicio. El colegiado amparó el juego subterráneo de una UPP que cambió el guión para romper su racha de derrotas y, de paso, se convirtió en el primer equipo que gana en Cáceres.

Cuando un árbitro decide tener una cuota de protagonismo superior a la aconsejable suceden dos cosas. Una, que los 22 jugadores que hay en el campo se convierten en actores secundarios. Y dos, que las posibilidades de disfrutar con el espectáculo futbolístico se reducen a la nada. Jaramillo Portero apareció ayer por el Príncipe Felipe y se mostró encantado de haberse conocido. Le dio igual lucir un evidente aire cansino que dejaba en duda su condición física. Tampoco le importó castigar al equipo que decidió jugar el balón, el Cacereño casi siempre, y premiar al que optó por el intervencionismo táctico a base de faltas reiteradas, la UPP. Le dio lo mismo ver y no pitar. Incluso se sacó del morral un dudoso concepto de originalidad y se inventó el penalti de Ímola a Juanjo con efecto retroactivo. Al Cacereño le sobraron razones para quejarse de una actuación que fue mucho más que cuestionable, fue un desastre mayúsculo.

Dos no juegan si uno no quiere, y el Plasencia, carcomido por su reciente colección de derrotas, olvidó el principio más arraigado de su entrenador, el del fútbol de posesión y toque, y decidió interpretar en Cáceres otra partitura. Cedió la pelota al contrario el equipo de Rus y puso un plan en practica tan sencillo como eficiente. Se trataba de concentrar elementos en campo propio, dejar que el Cacereño hiciese todo el desgaste y mandar pelotazos al área contraria para ver si Juanjo pinchaba una de las que caían del cielo y tocaba la bono-loto.

Otro guión

Fran Nacarino preparó a su equipo para un partido que, en su guión, estaba en las antípodas de todo eso. Apostó por lo de siempre, por abrir el juego, por dar carrete a sus dos medios centros, por habilitar a Massoni y encontrar a Toni. El Cacereño se plantó en media docena de ocasiones ante la meta rival. David le ganó un mano a mano a Toni; Zalio las tuvo a pares, la primera en el minuto inicial; Massoni chutó alto No fue un asedio pero si un monólogo, con los locales al mando de las operaciones y la UPP aculada, metida atrás como un equipo menor, con futbolistas de clase como Emilio Gil, Caballero o Fran Díaz dedicados en exclusiva a labores de intendencia, esto es, a la destrucción, a tapar huecos, a tejer una maraña y quitarse el balón de encima. Es como si a Luis del Olmo le quitan 'Protagonistas' y le ponen de 'pinchadiscos'. O como si al arquitecto de turno le toca cargar con el carretón de los ladrillos. Al final, el programa de radio sale, y la casa se construye. Pero de qué forma.

Zalio, lesionado

Nunca como ayer al Plasencia se le presentarán tantas acciones decisivas de cara. El factor arbitral resultó tan determinante como que el propio Cacereño perdiese a Zalio por lesión a la media hora. Sin su abrelatas de banda, no bajó el pistón pero encontró menos soluciones. La baja del argentino tuvo más incidencia en el juego que la presencia de Álex Tejada, un jugador que ofrece alternativas, pero de otro calibre.

Y llegó el turno de Jaramillo Portero, decidido a castigar con tarjeta cada falta de los cacereños y extrañamente autista ante las interrupciones a base de patadas a que recurrían los placentinos para bajar el ritmo. Luego, en la acción más decisiva de la tarde, un supuesto codazo de Ímola sobre Juanjo fue determinante. Lo vio el árbitro y decidió hacer la vista gorda. Siguió el juego. Cinco, diez, 15 segundos... El Cacereño buscó la meta contraria y en cuando el Plasencia robó el balón lo echó fuera para que fuese atendido Juanjo de su golpe con el portero. El auxiliar de banda llamó a su 'jefe' y se lo dijo alto y claro: 'Penalti y expulsión', al más puro estilo Rafa Guerrero. Fue entonces cuando Jaramillo Portero se olvidó de que él también había visto la jugada y no encontró nada punible. Inventó el penalti con efectos retroactivos, expulsó a Ímola, se desautorizó a sí mismo y se cargó el derbi. El Cacereño quedó con uno menos (luego perdió a Rezzónico por doble tarjeta) y Emilio Gil firmó el 0-1 en la única ocasión reconocible de gol de la UPP. En realidad fue su único tiro a puerta hasta otro en tiempo de descuento.

Roto el partido, destrozado más bien por el colegiado, sólo hubo sitio para un Plasencia que seguía metiendo jugadores atrás, que incluso renunció a contragolpear y que tuvo que reinventarse para volver a sumar. El Cacereño, con 10 y con 9, se espoleó pero pagó la factura física. A la UPP le dio igual renunciar a sus principios para buscar un triunfo que se le negaba con reiteración. El Cacereño puso fin a más de medio año sin perder en casa. Rafa Rus, expulsado más tarde junto a su meta suplente, había sido el último entrenador que salió triunfal de Cáceres en mayo pasado. No hay debate sobre sus cualidades estratégicas.

Sin embargo, aquel Díter generoso poco tiene que ver con esta UPP de vuelo raso y el antifútbol. Renunciar, como ayer, a la pelota a veces funciona y sirve para ganar. Aunque no siempre habrá 'jaramillos porteros'.

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