Fiesta fin de curso en Las Palmas

Liberada de la tensión de tener que adquirir el billete para la Eurocopa con los agobios del último día, a la selección le toca disfrutar hoy miércoles de una cálida fiesta en Las Palmas. A los alumnos del viejo profesor Aragonés les ha ocurrido como a los estudiantes que suspenden el primer parcial pero enderezan el rumbo a tiempo, cierran el año con buena nota y, ya jubilosos, se marchan de viaje de fin de curso a Canarias. Allí les aguarda una afición entregada y un estadio repleto.

Sucede, empero, que el 'invitado' al festejo no es un amigo sino un antiguo rival con el que hay que saldar cuentas pendientes. Aunque el balance global de citas con los norirlandeses resulta favorable, con diez victorias, cinco empates y dos derrotas, los recuerdos son ingratos. Se remontan al lejano Mundial'82, cuando un gol de Gerry Armstrong certificó en el Luis Casanova (Mestalla) una de las derrotas más humillantes de España.

Mucho más próxima está la afrenta sufrida en septiembre de 2006 en Belfast, donde un 'hat trick' de David Healy estuvo a punto de enterrar la era Aragonés. Hasta el bueno de Iñaki Sáez se sonrojó en Belfast. En el preludio de la repesca para la Eurocopa de Portugal, su selección no pudo pasar de un empate a nada. La víspera, el técnico advertía sobre la necesidad de frenar a Gillespie, un rápido y desbordante extremo que, curiosamente, estaba sancionado. Sintomático lapsus.

Irlanda del Norte, ciertamente, no es el mejor compañero de baile. Su estilo es feo, sus jugadores toscos, y sus desacompasados movimientos nada tienen que ver con los del legendario George Best, a quien sus paisanos recuerdan como «el quinto Beatle». Pero entrarán duro porque se juegan su última opción de acudir a la que sería su primera Eurocopa. Necesitan un doble milagro: ganar en Las Palmas y, a su vez, que Letonia venza en Suecia.

Es un equipo extraño. Ha sido capaz de derrotar a españoles, suecos y daneses en su fortín de Belfast, ha empatado incluso en sus visitas a ambos adversarios nórdicos, pero lo echó todo por tierra ante sus semejantes. Si no está en la Eurocopa es porque perdió sus dos encuentros contra Islandia y se dejó dos puntos en Letonia.

La hora de Güiza

Luis albergaba dudas. En un principio, no sabía si dar continuidad a su equipo tipo, con sólo un delantero y los 'jugones' en el centro del campo, o premiar a los suplentes que asumen su condición sin reproche alguno y regresar al 4-4-2 clásico, con extremos. Al final, tras varios cambios de opinión, optó por una decisión salomónica. Cambiará más de medio equipo pero mantendrá lo sustancial, ese centro del campo que ha causado admiración, con la incorporación del sostén Senna en lugar de Albelda.

El más feliz de todos será el jerezano Dani Güiza, a punto de ser padre, de convertirse en el debutante 27 con Luis y de embolsarse los 300.000 euros que el Mallorca le fijó como incentivo en caso de alcanzar la internacionalidad. Los reservas han captado el mensaje. Quieren reivindicarse y lograr un triunfo que permita a España acabar como líder de grupo, con pleno de victorias como local y ocho puntos de ventaja sobre el tercero, algo inimaginable un año atrás. Es el momento de recoger la excelente cosecha de 2007, que hasta ahora presenta nueve victorias y dos empates.

Todo un récord europeo que, sin embargo, no servirá para ser cabeza de serie en el sorteo del 2 de diciembre en Lucerna. El frío sistema de la UEFA, ajeno a la tradición y centrado en las últimas fases de clasificación, no perdona. Pasa factura haber entrado a través de la repesca al Mundial de Alemania y España oscila entre el grupo tercero o el de las 'cenicientas'. Por eso, derrotar a los norirlandeses se antoja necesario. Pero la Eurocopa será harina de otro costal, el verdadero examen de fin de carrera.