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Sisenando Delgado, de 87 años, es de La Morera. Pasó 16 meses en Rusia con la División Azul. /ALFONSO
«Fui a Rusia por las perras»
Un libro narra la historia de los extremeños en la división azul

«Fui a Rusia por las perras»

Un libro relata la historia de los extremeños en la División Azul Razones económicas, más que ideológicas, les llevaron a participar en la II Guerra Mundial al lado de los alemanes

M.M.

Domingo, 18 de noviembre 2007, 11:19

«Me apunté a la Legión porque cobrábamos tres pesetas al día, y después 3,50. Y cuando me volvieron a movilizar me fui a Rusia porque quería ganar perras», afirma Sisenando Delgado.

Sisenando es uno de los casi 3.000 extremeños que formaron parte de la División Azul. El libro 'Rumbo a Rusia', que se presenta el viernes en Badajoz, recupera su historia. Según Francisco Gragera y Daniel Infantes, autores de esta obra, el caso de Sisenando Delgado no es excepcional. Todo lo contrario. «La mayoría de los que se apuntaron a la División Azul eran trabajadores agrícolas, y lo hicieron por razones económicas, no ideológicas», afirma Gragera. No eran nazis.

Sisenando Delgado es de La Morera, tiene 87 años y conserva una salud y una memoria excelentes. Relata cómo fue movilizado en 1938, en la guerra civil, su paso como voluntario por la Legión, que le llevó a África, y su posterior enrole en la División Azul, cuando fue de nuevo llamado al Ejército en 1942, con la II Guerra Mundial en pleno apogeo.

En lugar de quedarse en el Regimiento Castilla de Badajoz prefirió irse a la aventura de Rusia. «Yo lo que quería era correr mundo y ganar perras», insiste Sisenando.

«Muchos soldados lo que buscaban era ahorrar para comprarse una casina, porque a la familia le mandaban dos marcos al día, que eran 10 pesetas, y allí nos daban otras 10 a nosotros. Si los padres se las guardaban, al volver podían comprar una casa», relata Sisenando. «Teníamos dos raciones de comida, 750 gramos de pan. Yo no he pesado 72 kilos más que cuando he estado allí. Después de la guerra comía peor». Todavía recuerda los pueblos rusos donde estuvo, como Puskin. «Allí está el palacio de Santa Catalina, la reina de Rusia, y tiene 365 ventanas».

Más frío en Zaragoza

Sisenando explica que llegaron a estar en su zona 18.000 españoles. «Cuando la operación del río Volga tuvimos 12.000 bajas, entre muertos y heridos. Pero a mí nunca me pasó nada». El carácter optimista y animoso de Sisenando se pone de manifiesto cuando se le pregunta por las penalidades de la guerra, por el mítico frío de Rusia, replica sin dudar. «Fíjese usted, yo he pasado más frío en Zaragoza que en Rusia. Porque allí cuando nieva, el frío cesa. Además, en Rusia teníamos mejor ropa». Entre los recuerdos amables que Sisenando guarda de la División Azul está la novia rusa que tuvo. «Una rubia muy guapa. Hablaba algo de español porque su padre había sido brigadista en España. Cuando me vine se quedó llorando».

Gragera e Infantes apuntan en su libro que la relación de los españoles con los rusos era relativamente buena. «Repartían mucha comida a la población civil. Hemos recogido algún testimonio de enfrentamientos de los españoles con los alemanes por lo mal que trataban a la población rusa». «A nosotros nos trataban mejor que a los alemanes», confirma Sisenando, «porque les ayudábamos». Infantes hace una distinción para que se entienda cuál era el escenario de la época: «Los españoles iban a luchar contra el comunismo ruso, no contra la población».

Cuando acabó la guerra Sisenando Delgado volvió de Rusia a su antigua vida de trabajador agrícola. «Empecé a trabajar a los siete años y lo he dejado hace dos, a los 85. Ahora ya no voy porque el corazón me empezó a fallar. Se ve que la pila se iba apurando», añade con humor. Sisenando afirma que haber sido divisionario no le ha traído problemas, pero tampoco le sirvió para cobrar una pensión tras haber pasado seis años en el Ejército y haber vivido dos guerras.

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