Gol de Sunny y a dormir
En otro partido marcado por el patético césped del Romano, el Mérida sesteó tras el tempranero gol inicial y acabó pidiendo la hora
FERNANDO GALLEGO
Lunes, 6 de enero 2014, 01:05
El Mérida se desplegó con intensidad, presionando muy bien y muy juntos arriba, profanando muchas veces el área contraria, atosigando como nunca a su rival. hasta que consiguió el primer y único tanto del partido. Una pena que el gol de Sunny llegara a los dos minutos de juego. Porque a partir de ahí, y por lo menos hasta el descanso, el tedio fue soporífero.
Las razones pueden ser múltiples. Tal vez porque el Mérida encarriló el partido y disminuyó dos marchas; o quizá porque el Pueblonuevo no se creyó que podía pescar de veras hasta el último tramo del partido; o seguramente porque el terreno de juego sigue dando mucha penita. «Es un césped terrible. Te crea impotencia intentar jugar ahí. No se puede correr», resumió tras el choque Antonio Becerra, técnico del Atlético Pueblonuevo. «Los jugadores no se pueden mantener en pie en este campo», respaldó poco después Bernardo Plaza.
Del terreno de juego del Romano está todo escrito, la verdad. Pueden leerlo, si gustan, en las últimas cuatro crónicas. La única novedad al respecto es que ayer estaba peor que nunca. Y esa sensación de que, en lugar de mejorar empeora, es lo que preocupa. Troiteiro que regala un balón que pudo costarle un gol a su equipo porque se queda clavado en su área cuando era el último, Valentín y Sergio Paredes que no atinan a golpear bien porque la arena se come al balón y la pierna de apoyo se tambalea, Juan Germán y Cristo que no aciertan a controlar un pase de la muerte en la misma jugada porque una vez que bota el esférico puede salir despedido hacia cualquier dirección insospechada, despejes francos de las defensas que se convierten en saques de esquina en contra. y así que nos podíamos tirar toda la crónica.
El terreno de juego no permite jugar a nada que se parezca a fútbol. Y puede que por eso, ayer el Romano registrara casi dos mil personas menos que de costumbre (a pesar de que el club rebasó antes del partido la cifra de los 1.700 abonados). No mola ir a ver a veintidós tíos intentar mantener el equilibrio y, de paso, si se puede, hacer un golito. No digamos ya lo de dar espectáculo. Así es que el Mérida, que tiene la santa costumbre de tocar, la perdía siempre en apenas tres-cuatro toques. Y cuando se decidía por el juego directo, pues a veces le salía bien, y a veces mal (ese tipo de juego es aleatorio, tengas buen o mal equipo). Por eso la primera parte fue un tostón de los buenos. Tal vez el más grande esta temporada en el Romano.
En cambio, en la segunda parte, aunque el fútbol seguía siendo nulo, se avivó el interés por el partido porque el Pueblonuevo olió el mal día del Mérida y se le tiró a la yugular. Los emeritenses se habían dormido tanto que no lograron despertarse ni siquiera ante los avisos del equipo de Becerra, que llegaba con mayor dosis de peligro conforme se acercaba el final. Tal fue la cosa que, después de haber retirado a sus dos delanteros para darle mayor frescura a la línea de mediapuntas, Bernardo Plaza dio entrada a Pozo por Cristo en los últimos minutos para defender el resultado. Y lo logró. «Porque cuando no se juega bien, también hay que ganar», concluyó Plaza.