El marcaje de los padres
En el fútbol profesional abundan los ejemplos de progenitores que participan de las finanzas de sus hijos o incluso las controlan. En algunos casos, como el de Iker Casillas, esa relación no acaba bien
CARLOS BENITO
Domingo, 13 de octubre 2013, 12:04
Iker Casillas siempre se acuerda del 'Seat 124', aquel coche rojo con el que su padre le llevaba de Móstoles a la Ciudad Deportiva, como si a su trabajo de guardia civil se le hubiese sumado un segundo empleo de chófer: en las horas libres de darlo todo por la patria, había que hacerlo todo por el hijo. El portero del Real Madrid se ha referido en varias ocasiones a aquellas idas y venidas, y en sus palabras se suele traslucir el sentimiento de deuda hacia los padres que albergan muchos deportistas profesionales, porque siempre alude a un detalle que, de chaval, por fuerza tenía que pasarle desapercibido: «Cómo consumía aquel coche, chupaba 'súper' que no veas -recuerda-. ¡Dios sabe cuánto!». Con sus primeros ahorros regaló a sus padres un todoterreno, ya sin preocupaciones por el combustible. Después llegó la casa nueva, el adosado de tres plantas de Boadilla del Monte que sustituyó al piso de noventa metros, aquel en el que el jovencito Casillas dejaba las botas sucias en la bañera para que su madre obrase el milagro cotidiano de tenerlo siempre todo listo.
La relación del jugador con sus padres, José Luis y Mari Carmen, se ha agriado en los últimos tiempos. Ocurre a veces en el deporte profesional que los arreglos que resultaban convenientes e incluso necesarios en una etapa, cuando el hijo era una promesa incapaz de gestionar sus asuntos, se acaban convirtiendo en un engorro más adelante, con el protagonista transformado ya en una estrella millonaria, adulta y dueña de su propia vida. El conflicto de los Casillas se ha llevado de forma muy discreta hasta que, hace unos días, el diario 'El País' lo desveló a la opinión pública: en enero, el futbolista revocó los poderes que sus padres tenían en Ikerca S.L., una sociedad constituida en septiembre de 2000, cuando el portero tenía 19 años, y dedicada a la «coordinación y explotación de derechos de imagen» y «la compraventa de inmuebles y su explotación». La mercantil, que durante años ha canalizado hacia el ladrillo los cuantiosos ingresos del jugador, arrancó con un capital social de 3.010 euros y supera actualmente los trece millones de activo.
Durante los meses que ha permanecido ausente de los campos de fútbol, Iker se ha dedicado a la delicada tarea de negociar la salida de sus padres de la empresa. Se trata de un momento muy particular, un punto de inflexión biográfica, ya que el propio deportista está a punto de tener un hijo con la periodista Sara Carbonero, pero la reorganización de Ikerca ha sido menos fluida y natural de lo deseable. Con los lazos familiares cada vez más tirantes, hasta el punto de que era Florentino Pérez quien tenía que invitar a José Luis Casillas al palco de honor del Bernabéu, el proceso ha concluido con una importante transacción monetaria: Iker ha pagado a sus padres el 40% de Ikerca, unos cinco millones, y les ha transferido varias propiedades.
No es muy habitual que este tipo de desencuentros trasciendan, aunque en nuestro país, desde luego, resulta inevitable recordar el cataclismo familiar de Arantxa Sánchez Vicario, que en la autobiografía publicada el año pasado acusó a sus padres de haberla llevado a la ruina. La tenista cubrió de reproches a la pareja: según su versión, Emilio Sánchez y Marisa Vicario le habían impedido disfrutar de los 45 millones ingresados durante su carrera, la habían empujado a decisiones erróneas como fijar su residencia en Andorra, se habían instalado en su casa sin su consentimiento y, como guinda, se oponían a su segundo matrimonio. El libro dio lugar a uno de los culebrones más estridentes del deporte español, aunque en los últimos meses los ánimos parecen apaciguados.
Messi y la plata
En la relación de los deportistas de élite con sus padres influyen factores psicológicos muy complicados: por el lado de los hijos está ese sentimiento de deuda que prendió en ellos cuando eran niños; por el lado de los progenitores, cierta aspiración patrimonial sobre la carrera de sus vástagos, en la que invirtieron parte de sus vidas cuando los réditos se presentaban improbables. «Cada jugador es un caso: hay algunos muy emancipados e independientes con 18 años y otros que se sienten cómodos y seguros con sus padres aunque tengan 30 años y novia. Y en todos ellos la familia se ha esforzado igual en la etapa de cadete y juvenil, cuando el muchacho no tenía carné y había que llevarlo por esos campos de Dios», comenta el alicantino Vicente Cutanda, agente de futbolistas. «Aquí entran en juego razones morales: pocos jugadores vienen de situaciones económicas desahogadas, así que cuando ganan dinero se sienten obligados hacia sus padres, los mantienen y los convierten en sus personas de confianza. Los padres pasan a vivir de los hijos -analiza desde Sevilla otro representante, Rafa Rodríguez, 'Rafita'-. Yo conozco a futbolistas que han ayudado a sus padres durante toda su carrera, con un sueldo incluso, y ya retirados no saben cómo van a hacer ellos mismos para salir adelante. Y también he vivido casos de jugadores a los que sus padres han arruinado».
«A una persona con un oficio 'normal', su padre no suele hacerle la declaración de la renta», añade Rodríguez. Es curioso cómo, entre los ídolos del fútbol, con sus salarios inconcebibles y su complejísimo mercado laboral, abundan los padres que se llevan una suculenta porción de las ganancias e incluso deciden sobre las finanzas del deportista. En ese sentido, es muy significativo lo que declaró Leo Messi a la juez a finales del mes pasado, tras la imputación por un fraude fiscal de más de cuatro millones: «Del tema de la plata se ocupa mi papá», se excusó, como habría podido hacerlo un niño.
Los ejemplos salen solos. Los padres de Gareth Bale poseen una participación del 20% en la empresa que lleva sus asuntos y se han embolsado más de dos millones de euros con su paso al Real Madrid. El brasileño Neymar tiene detrás una aparatosa sociedad, con más de veinte empleados fijos y otros tantos colaboradores, en cuyo vértice aparece Neymar sénior: la venta al Barcelona supuso una comisión de 40 millones para la familia. Joan Piqué, padre de Gerard, asesora a su hijo en materia financiera y figura en la inmensa mayoría de sus empresas, con nombres como Kerad Holding o Kerad Project. En ocasiones, los progenitores son quienes orientan la carrera del futbolista en uno u otro sentido: parece claro que Mesut Özil acabó yéndose del Real Madrid por las exigencias económicas que planteaba su padre a cambio de la renovación.
«Habrá algunos que sabrán hacerlo y otros que no. Y habrá quien, sin saber, querrá hacerlo -concluye Vicente Cutanda-. Pero el ejemplo más positivo y curioso que conozco no es un padre biológico, aunque también se le llamaba padre. Hace muchos años, Puchades, jugador de la selección española y del Valencia, empezó a ganar un dinero importante para aquel tiempo de la posguerra. Fue el cura de Sueca, su pueblo, el que le ayudó a gestionar sus ingresos, y Puchades amasó una fortuna para la época, gracias a la labor que hizo el páter».
Leo Messi y su padre están imputados por un presunto delito de fraude fiscal de más de cuatro millones de euros, correspondientes a la gestión de los derechos de imagen del jugador entre 2007 y 2009. Poco después de la imputación, pagaron a la Agencia Tributaria diez millones de euros en declaraciones complementarias, y también consignaron cinco millones en el juzgado como «pago reparatorio», pero eso no les eximió de verse ante la juez el mes pasado. Antes de ocuparse de los asuntos de su hijo, Jorge Horacio Messi trabajaba como jefe de sección en una empresa siderúrgica.
Joan Piqué, abogado, combina su trabajo como comercial en la empresa de su suegro con los negocios de su hijo. Ha publicado dos novelas.
Neymar da Silva sénior jugó en las categorías regionales del fútbol brasileño y ahora controla N&N, la sociedad que gestiona los derechos de 'Ney'. «Cuida de las cosas», ha resumido el astro.
Mustafá Özil, hijo de turcos emigrados a Alemania, trabajaba en una empresa de mármoles. Ahora es el agente de su hijo y decidió llevárselo del Real Madrid.
Bosco Izecson pudo dar a su hijo Ricardo, apodado Kaká, una infancia acomodada gracias a su profesión de ingeniero. Hoy le representa.