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¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Bretón, acompañado de un policía y del juez del caso, durante la reconstrucción de la desaparición de sus hijos en el parque Cruz Conde de Córdoba, versión que aún mantiene. :: ABC
SOCIEDAD

Bretón se queda sin 'PlayStation'

Aislado, vigilado y con miedo a que le envenenen. Así vive el asesino de Ruth y José en la prisión alicantina de Villena. Le acaban de trasladar desde Córdoba: montaba broncas y trató de autolesionarse

DANIEL VIDAL

Domingo, 13 de octubre 2013, 02:19

José Sáez, médico forense experto en psiquiatría que examinó a Bretón, fue claro en sus conclusiones durante el juicio: «No tiene trastorno mental ni patología psiquiátrica». Eso sí, le definió como un hombre «metódico, ordenado y rígido» además de «narcisista, reservado y quisquilloso». La psicóloga María José Nieto, que también intervino en el proceso, incidió en que es una persona «totalmente lúcida» con «un control muy alto de sus emociones».

Uno de los rasgos más inquietantes de Bretón es la mirada. «Yo le he visto la mirada, cualquiera que se la vea sabe que es una persona alexitímica, que no tiene sentimientos», valora el psicólogo Bernabé Tierno. Los ojos son el espejo del alma.

de coeficiente intelectual tiene Bretón, casi como un superdotado (130).

Levanta, Bretón! En media hora te trasladan». La orden del funcionario de prisiones quebró la calma del módulo de ingresos de la cárcel de Alcolea, en Córdoba, a las seis de la mañana del sábado 5 de octubre. Altanero, como siempre, pero contrariado por no recibir explicación alguna, José Bretón, condenado a 40 años de cárcel por el asesinato de sus dos hijos, Ruth y José, se echó los bártulos a la espalda. Salió de la celda, atravesó el pasillo, dejó atrás muros y alambradas y se montó en el furgón de la Guardia Civil con destino al centro penitenciario Alicante II (Villena), uno de los más modernos, más seguros y también más masificados del país. El 'hogar' en el que pasará sus próximos años de vida.

El ministro del Interior, Jorge Fernández, explicaba esta semana que Bretón estará «mucho mejor tratado» en Villena «dadas sus circunstancias y su personalidad, un tanto psicopática». Portavoces penitenciarios añadían después que el traslado del reo a más de 500 kilómetros de Córdoba se debía a su «inadaptación» a la prisión provincial de Alcolea. Una palabra muy de intramuros pero que tiene fácil traducción: se saltaba las normas a la torera.

Sus padres le pasaron 20 euros entre la ropa durante una visita, algo que está totalmente prohibido y que no tiene mucho sentido porque en prisión no se maneja 'cash'. Ha protagonizado broncas con el resto de los reclusos; una de las últimas, por el ruido que hacían «las mandíbulas» de otro preso al comer. Y también ha intentado lesionarse con una cuchilla de afeitar, con la que solo logró hacerse heridas «muy superficiales», explican en Alcolea. Bretón, al parecer, quería «llamar la atención».

Para su abogado, José María Sánchez de Puerta, todos estos altercados son solo «pequeños roces» que «no justifican» un traslado de estas características, «sobre todo cuando la sentencia no es firme, porque está recurrida». Tampoco entiende que «le hagan pasar de un módulo de ingresos a un módulo de aislamiento en régimen cerrado», como el que le impusieron nada más llegar a Villena. El régimen cerrado, o primer grado, supone mayor vigilancia y una limitación de movimientos para los presos «extremadamente peligrosos o que sufren una inadaptación manifiesta», como es el caso. Sánchez de Puerta, que aún no ha podido hablar con su cliente «porque él no lo ha pedido», cree que esto es «una represalia más» contra Bretón. La próxima semana decidirá si recurre la decisión del ministerio.

La madrugadora orden del funcionario de prisiones en la cárcel provincial de Córdoba dio paso a uno de los mejores amaneceres que recuerdan trabajadores y presos de Alcolea, hartos de «aguantar el menosprecio y el comportamiento grosero» de José Bretón, al que algunos compañeros de ducha y comedor definen como «manipulador, obsesivo y autoritario». En estos dos últimos años entre rejas, raro era el día en el que no alardeaba de su superioridad intelectual (tiene un coeficiente de 121, bordeando el de los superdotados). Lo mismo anunciaba que se iba a «forrar» con entrevistas en la tele que recomendaba libros de autoayuda a la psicóloga de la cárcel.

Fiambre y conservas

El particular 'modus vivendi' del parricida de Ruth y José en el trullo cambió de forma considerable nada más poner el pie en Villena y entrar en su celda de ocho metros cuadrados del módulo de aislamiento. «Los presos le increpaban, le insultaban. El módulo andaba revolucionado el fin de semana. Ya se sabe la fama que tienen y el peligro que corren en prisión los asesinos o violadores de niños», resume un trabajador de la prisión, que define los primeros días de estancia de Bretón en su nuevo 'hogar' con la misma palabra que Instituciones Penitenciarias: «Tiene una inadaptación bestial al régimen cerrado».

En este caso, la inadaptación no se plasma en problemas de comportamiento o discusiones con los internos. Bretón se ha encerrado en sí mismo y «no habla con nadie, no se fía de nadie», revela el funcionario. «No come del rancho porque cree que le van a envenenar y todo lo que se lleva a la boca es fiambre envasado al vacío o guisos y platos en conserva que compra en el economato». Envases, plásticos y metálicos, que luego se le retiran para que no los reutilice «en autolesionarse». Una de las muchas medidas impuestas desde los despachos de la prisión para preservar la seguridad de José Bretón.

Tras las entrevistas pertinentes con los educadores y los psicólogos, el director del centro penitenciario, Feliciano Clergo, optó por mantener al criminal en el programa de prevención de suicidios. A principios de esta semana fue trasladado a las celdas del módulo de enfermería, que tienen un ojo de buey para que pueda ser vigilado permanentemente por otro interno que ha recibido la formación adecuada para ello y que, además, «obtiene una pequeña gratificación por esa labor», explican fuentes penitenciarias. Con ese preso, además, es con el único que sale al patio durante las cuatro horas que tiene de permiso para abandonar el calabozo y respirar aire fresco. El resto del día debe estar recluido, según el reglamento del primer grado, que también obliga a emitir informes diarios sobre el comportamiento del interno y que se mantiene hasta que los responsables carcelarios consideran oportuno.

Sin fútbol ni informativos

Así que Bretón, obsesionado con la limpieza hasta el extremo de que no toca nada sin un pañuelo, ocupa el tiempo como puede. En Alcolea, donde leía desde cómics hasta el Código Penal, dejó muchas de las cosas que le hacían evadirse de la vida entre rejas. En Villena, de momento, no tiene ni radio ni tele para seguir los partidos de fútbol o las noticias en las que tanto le gusta verse y que cada vez le prestan menos atención. Los guardias del control de acceso le requisaron una 'PlayStation 3' que traía entre sus pertenencias. «Los presos no pueden entrar con estos aparatos electrónicos. Además, ningún otro interno de Villena tiene una 'Play'. Ahora será el juez de vigilancia el que decida. En la celda, de momento, no tiene nada», revelan las mismas fuentes.

Su estancia temporal en el módulo de enfermería busca protegerle de cualquier tipo de agresión, pero no está acompañada de ningún privilegio. Tampoco de cuidados médicos. No los necesita y de hecho sigue fumando. «No toma ninguna pastilla, este tío no está enfermo ni mal de la cabeza», observa uno de los funcionarios, que tampoco se amilana por tener delante a tan mediático criminal: «Estamos acostumbrados a trabajar con esa calaña». Por Villena, una cárcel dotada de un innovador sistema de detección de movimientos que convierte cualquier intento de fuga en casi una quimera, han pasado delincuentes de todo pelaje como terroristas, depredadores sexuales y corruptos de la talla de Juan Roca, cerebro del 'caso Malaya', o Gao Ping, líder de la mafia criminal china en España.

Ahora, el interno más 'ilustre' es Bretón, al que algún funcionario de Alicante II ya ha bautizado con el mote de «el comediante». No solo ha sido nombrado persona 'non grata' en el módulo de aislamiento; también, en el llamado de 'educación y respeto', un área «terapéutica» muy valorada de puertas para adentro, donde los reclusos «se autogestionan» y en la que «no hace gracia que este tío aparezca por allí». A juzgar por el caluroso recibimiento de sus compañeros, por su inadaptación y porque parece difícil que Bretón deje de ser Bretón, el asesino de Ruth y José seguirá aislado «una buena temporada».

A las ocho menos cuarto los funcionarios hacen el recuento y a las ocho tocan diana. Bretón desayuna en la celda.

Obsesionado con la posibilidad de ser envenenado, compra su propia comida en el economato. Principalmente, fiambre y platos preparados y en conserva.

A partir de las 15.30, cuando los reclusos comienzan sus dos horas de descanso, Bretón puede aprovechar para salir al patio o ir al gimnasio.

Sin posibilidad de acceder a los programas ni a las actividades de la prisión, y sin radio ni televisión, José Bretón mata el tiempo hasta las diez de la noche con libros.

horas al día pasa recluido en su celda como preso de primer grado.

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