Malí sella la reconciliación nacional
Keita se impone con un 77, 61% de los votos en la segunda vuelta de las primeras elecciones presidenciales celebradas en el país desde el golpe militar de marzo de 2012
PAULA BALLESTEROS
Viernes, 16 de agosto 2013, 02:02
La segunda vuelta de los comicios celebrados el pasado día 11 de agosto culminó con la elección de Ibrahim Bubakar Keita como el nuevo presidente de Malí, título que consiguió tras la aplastante victoria que le garantizó haber logrado el 77,61% de los votos.
El ex primer ministro, fundador y líder del partido Asamblea por Malí demostró ser el hombre fuerte que el país necesita para salir de la crisis política en la que se sumió tras el golpe de Estado encabezado por el capitán Amadou Aya Sanogo en marzo de 2012 y que acabó con el Gobierno de Amadou Toumani Touré. El país cayó entonces en una crisis dominada por los milicianos islamistas, que controlaban las regiones del norte.
El nuevo Gobierno liderado por Keita -también conocido por sus iniciales IBK- deberá hacer frente a dos cuestiones principales, de las que depende en gran parte su éxito o su fracaso como jefe del Ejecutivo. En primer lugar, Keita debe legitimar y culminar la transición democrática de Malí, que comenzó hace casi año y medio con el golpe militar. Además, IBK se enfrenta a nuevas negociaciones para lograr una reconciliación con los rebeldes tuareg, asentados en el norte del país. Los rebeldes, que controlan parte de la región de Kidal, firmaron un alto el fuego el pasado 18 de junio a cambio de la promesa del Ejecutivo de Bamako de negociar la paz. Gracias a este acuerdo, la celebración de unas elecciones democráticas se hizo tangible en todo el territorio, por lo que se espera que las conversaciones comiencen en los próximos meses.
No obstante, IBK se enfrenta a múltiples adversidades, entre las que se encuentra afrontar la reconstrucción económica y la crisis alimentaria, que afecta a gran parte del país y que fue agravada por la guerra del norte, donde casi 375.000 malienses se vieron obligados a huir de sus viviendas.
Los comicios tuvieron un porcentaje de participación del 45,78%, cuatro puntos por debajo del que hubo en la primera vuelta el 28 de junio, donde IBK ya se perfiló como favorito de la contienda. Y el resultado final no ha sorprendido a nadie. La victoria de Keita era tan evidente que antes del anuncio oficial de ayer, el líder de la oposición y principal contrincante, Sumaia Cissé, ya había reconocido su derrota -logró un 22,39% de los votos, 679.000 en el recuento oficial- a través de Facebook y se había apresurado a felicitar al ex primer ministro, desplazándose hasta su domicilio. Sin esperar a conocer el veredicto, dirigentes de varios países como Argelia y Francia, mostraron su apoyo al vencedor. Hollande se pronunció públicamente al respecto, e indicó que «la amplitud de la victoria le da (a Keita) toda la legitimidad necesaria para emprender (...) la recuperación nacional». La opinión pública tampoco se hizo esperar: «se ha terminado, dejamos la crisis atrás» aseguró un entusiasta simpatizante de IBK. Otros, como el hostelero Aminata Sangaré, apoyan la permanencia de Cissé en la política a pesar de su derrota, porque «Malí necesita sus críticas (...) Una oposición constructiva es muy necesaria».
Ascenso estratégico
Entre cumplidos y felicitaciones, el Gobierno de Bamako recibió también fuertes criticas por parte de defensores de los Derechos Humanos, tras conocerse ayer la autorización de ascenso del capitán del Ejército que lideró el golpe de Estado que precedió a la crisis política, al rango de general del Ejército (cuatro estrellas). Fuentes diplomáticas de la capital aseguraron que la decisión del presidente interino, Dioncounda Traoré, de ascender al capitán Amadou Aya Sanogo «se ha tomado por el bien de la estabilidad» y es una forma de impulsar su retiro y permitir al presidente electo comenzar su Gobierno sin interferencias resultantes de la influencia que Sanogo aún representa.