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Seis personas mueren al ser arrolladas por un camión en un control de tráfico en Sevilla
Imagen de una cámara de seguridad en la que se ve a 'la manada' tras la agresión a la joven.
Por qué la víctima de 'la manada' solo podía entrar en shock

Por qué la víctima de 'la manada' solo podía entrar en shock

Una psicóloga explica cómo funciona el cerebro cuando nos encontramos en una situación en la que percibimos que nuestra vida está en peligro

yolanda veiga

Viernes, 17 de noviembre 2017, 09:28

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La víctima de 'la manada' entró en shock porque no podía hacer otra cosa. «Ante un peligro grande solo hay tres posibles respuestas: la huida, el ataque o el shock. Una chica que está siendo agredida sexualmente por cinco personas como es el caso no puede huir, de hecho a ella le habían coartado la salida. Tampoco podía atacarles porque eran muchos, así que la reacción más lógica y normal es entrar en shock». La explicación la da Mónica Pereira, experta en psicología de emergencias, que explica en qué consiste esa «parálisis emocional e incluso física» que las personas experimentan en situaciones en las que ven peligrar su vida.

La joven madrileña que ha denunciado a cinco sevillanos por una agresión sexual durante los sanfermines del año pasado (entonces tenía 18 años) ha declarado en el juicio que se celebra estos días en Pamplona que cuando sus agresores la introdujeron contra su voluntad en el portal y comenzaron a atacarla entró «en un estado de shock» que le llevó a «someterse» a los acusados, con los ojos cerrados y en una actitud pasiva, «deseando que todo terminara cuanto antes».

La especialista describe el proceso por el que una persona entra en ese estado y lo que experimenta. «El estado de shock es una defensa del cerebro, un bloqueo de las emociones para no tener que enfrentarse a una situación dolorosa». Pereira explica que ante situaciones como una agresión sexual «el cerebro no es capaz de asumir lo que está ocurriendo porque es tan grande que nuestra mente no lo puede aceptar de golpe, no sabe por dónde cogerlo. El shock es una reacción de emergencia para no venirse abajo».

«El cerebro no es capaz de asumir lo que está ocurriendo porque es tan grande que nuestra mente no lo puede aceptar de golpe, no sabe por dónde cogerlo»

MÓNICA PEREIRA

Eso explica que la joven madrileña no llorara en el portal, durante el ataque, aunque sí lo hiciera después, cuando una pareja la encontró sola en un banco. «Hay gente que sale del shock en unos minutos y otros que tardan meses, depende de la capacidad de la persona de enfrentar situaciones difíciles».

Pereira califica de «absolutamente normal» la reacción de la chica ante una agresión en grupo y de ninguna manera cree que fuera posible actuar de otra manera. «Ella no se rebeló porque su cerebro le dijo: 'No pongas más en peligro tu vida'. A veces esa parálisis emocional y física, ese bloqueo mental, es la respuesta más adecuada para sobrevivir». Y pone un ejemplo clásico: «Imaginemos que un conejo sale de su madriguera y ve que hay un zorro. Si echa a correr sabe que está perdido, que no puede huir ni atacar a un animal que es más poderoso que él. Así que se queda quieto, con la esperanza de que el zorro no le vea y pueda así salvarse».

Los tres cerebros

Aplicado a personas en peligro, Mónica Pereira explica muy gráficamente que ante una situación de emergencia «nuestro cerebro racional se pone en servicios bajo mínimos» y toma las riendas «el cerebro reptiliano». «Tenemos tres cerebros: el racional que nos permite pensar, el emocional y el repitiliano que controla las reacciones automáticas y las de defensa del cuerpo». Se sirve de un ejemplo muy ilustrativo: «Cuando acercamos la mano al fuego sin querer enseguida la retiramos y luego pensamos: '¡Casi me quemo!' Nuestro cerebro reptiliano nos permite saber que nos estamos quemando y nos empuja a retirar la mano antes de que lo procesemos racionalmente».

Y eso ocurre en circunstancias como la sufrida por la víctima de 'la manada'. «En ese momento ella no puede pensar, como se siente en peligro su parte racional deja de funcionar. No procesa la información pero todos sus sentidos están activos, ella ve y oye... y esa información queda almacenada para poder ser analizada después».

«Ocho o nueve de cada diez personas que han sufrido algo así vuelven a la normalidad pasado un tiempo»

MÓNICA PEREIRA

A propósito de la reacción de la joven madrileña Mónica Pereira recuerda otro caso de agresión sexual sucedido hace algunos años y que levantó una enorme polémica. «El juez rebajó la condena al acusado alegando que la víctima no se había resistido. Y esa decisión causó mucha protesta entre los profesionales de la psicología. Ese juez no entendía que la respuesta de la mujer fue la más lógica porque resistirse podía traerle probablemente peores resultados».

- ¿Una persona que ha sufrido una circunstancia así puede recuperar la normalidad?

- Ocho o nueve de cada diez personas vuelven a la normalidad pasado un tiempo, aunque depende del apoyo social, emocional y profesional que reciban. Si se les cree o no, si notan que se les culpa... Y entre un 10% y un 15% de víctimas desarrollan patologías como depresión, estrés postraumático, trastorno adaptativo, ansiedad... pero también se pueden superar.

«¿Puedo ponerme una minifalda? ¿Puedo pasar página?»

A propósito de ese 'después', se ha hecho viral un vídeo de apoyo a la víctima de los Sanfermines. Las imágenes muestran a mujeres de diferentes edades, que se preguntan cómo se tiene que comportar una mujer tras haber sufrido una agresión sexual: ¿me puedo maquillar? ¿puedo compartir cosas en facebook? ¿puedo ponerme minifalda? ¿puedo no darte pena? ¿Puedo volver a salir de fiesta por la noche? ¿Y si me apetece quedar con alguien de Tinder? ¿puedo volver a sentirme deseada? ¿puedo pasar página?... Estas cuestiones en realidad no son más que una enérgica e ilustrativa protesta contra la estrategia adoptada por los defensores de los cinco acusados, que contrataron a un detective para que vigilara a la chica, especialmente su actividad en redes sociales, a fin de demostrar que hacía «una vida normal». «El hecho de haber vivido algo así no condena eternamente», zanja el debate Mónica Pereira.

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