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Sábado, 23 de junio 2018, 11:38
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En los lugares más remotos del oeste del Nepal, llevar instrucciones escritas en el idioma local sirve de poco. Muchos las miran, se rascan la cabeza y sonríen azorados. Son analfabetos. Y ese es solo uno de los efectos más visibles que tiene la falta de acceso a una educación de calidad. Otro, algo menos evidente, es la pervivencia de tradiciones sin pies ni cabeza. Como es el caso del 'chhaupadi', que obliga a segregar a las mujeres durante la menstruación.
Queda en evidencia en el estudio que ha realizado Restless Development: un 57,7% de los ciudadanos que habitan estas zonas rurales está convencido de que no cumplir con el 'chhaupadi' extenderá un maleficio por la familia; un 56,7% cree que si una mujer que tiene la regla toca vegetales en el campo, la cosecha se arruinará sin remedio; y un 50,5% exige que las mujeres laven la ropa en un pozo especialmente designado para ellas cuando menstrúan, porque de lo contrario envenenarán el agua.
«Solo cuando proporcionemos educación a toda la población conseguiremos erradicar este tipo de creencias», opina Lachindra Maharjan, de Save The Children. Y Pooja, una adolescente de 16 años que preside una asociación infantil en Payal, le da la razón. «Los más jóvenes, si vamos a la escuela, no creemos en esas cosas. Pero es imposible hacer creer a nuestros mayores que están equivocados, así que nos vemos obligados a seguir sus dictados. Pero cuando crezcamos, estas tradiciones absurdas morirán», afirma esperanzada.
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