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Los 'monstruos' de las galletas

Los 'monstruos' de las galletas

Reina en desayunos y meriendas escolares, su consumo debe ser limitado por su alto contenido en grasas saturadas y azúcar. Máxime en la dieta infantil

Linda ontiveros

Domingo, 24 de julio 2016, 01:14

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Galletas con chispas de azúcar, rellenas de chocolate, bañadas en crema, con pepitas de sabores, enriquecidas con calcio o hierro... Están en la mayoría de las estanterías de los supermercados, puestos de alimentación, estaciones de servicio. Su fácil adquisición y bajo precio contribuye a que se conviertan en parte de la dieta de los niños. Incluso, pueden ser parte de su desayuno y su merienda diaria, algo desaconsejado por los nutricionistas. «No es conveniente darle galletas industriales a los niños por su alto contenido en azúcares y grasas», advierte la doctora Ana Martínez Rubio, vocal de Andalucía y portavoz de Gastroenterología y Nutrición de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). «La mayoría contiene entre un 15% y un 23% de grasa y el porcentaje de azúcar suele ser más alto, porque además de la sacarosa y la fructosa hay que contar la harina que también pertenece a la familia de los hidratos de carbono. Y el alto consumo de azúcar está llevando a que aumenten los casos de diabetes», advierte. El abuso de azúcares en la producción de productos destinados al consumo humano fue advertido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo de 2015, en su directriz sobre la ingesta de azúcares para adultos y niños, en la que recomendaba reducir el consumo de azúcares libres (azúcares añadidos a los productos por los fabricantes) a menos del 10% de la ingesta calórica total. E incluso iba más allá: «una reducción por debajo del 5% de la ingesta calórica total produciría beneficios adicionales para la salud», sentenciaba la OMS.

Una advertencia que preocupa especialmente cuando algunas galletas se publicitan como productos para bebés. «En el primer año de vida deberían estar prohibidas porque no se recomienda dar azúcar a los bebés», sostiene la doctora Martínez Rubio. «A falta de una legislación que prohiba este tipo de productos, la industria consigue venderlos. Como por comerte una galleta un día no pasa nada, la gente cree que no son perjudiciales, pero no tiene en cuenta que alguien que coma todos los días estos productos puede desarrollar diabetes».

Atención al etiquetado

La industria también se vale de estrategias de márketin para vender un producto saludable que realmente puede causar problemas a largo plazo en la salud pública. «Una de las trampas que hacen las marcas es incluir un dibujo de la pirámide nutricional en el envoltorio del producto, pero la gente no se fija de que las galletas y la bollería están en la parte superior de la pirámide, es decir, en la zona de los alimentos que se deben tomar esporádicamente», recuerda la doctora Martínez Rubio. Otra táctica comercial para influir en la elección de este tipo de galletas es la promoción de suplementos nutritivos. «Publicitan que su consumo aporta un alto porcentaje de calcio o hierro, por ejemplo; pero este mismo aporte lo puede dar un par de dátiles», refuta la experta. En el caso de las galletas integrales también hay que leer bien la información nutricional que aporta, para dirimir si tienen la misma cantidad de azúcar y grasas que las demás. Si es así, no son más sanas.

Desde luego, las galletas industriales se pueden consumir esporádicamente, siempre que se elijan las que tienen menos azúcar y grasa trans, sin chocolate, pues suele contener azúcar extra y leche. «Es mejor comer chocolate negro de alta calidad», añade la doctora Martínez Rubio. «También hay que vigilar la cantidad de sal que tienen. Y en todo caso, mejor comerlas solo de vez en cuando». Y entonces, ¿qué les damos de desayuno o merienda a los niños? La experta responde: «Frutas y bocatas, que son productos más naturales y menos elaborados, que además ayudan a la masticación y no son cariogénicos, mientras que las galletas sí», concluye la doctora Martínez Rubio.

Opciones a la galleta

En la mitad norte de España es donde más se suele dar galletas para completar la alimentación de los niños. La doctora Ana Martínez Rubio, portavoz de Gastroenterología y Nutrición de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), propone sustituirlas por la fruta y el bocadillo. «Frutas frescas como plátano y manzana, o desecadas como higos y orejones. Alternarlo con bocadillos de queso o pepinillo y jamón york o de aceite y tomate. Para el desayuno, huevos o cereales sin azúcar ni chocolate, batidos de frutas naturales o ensalada de fruta». Y va más allá: «En los colegios deberían prohibir las galletas, las bollerías, los zumos industriales, los lácteos azucarados. Exigir que se coma más sano. Debemos evitar que los niños sigan comiendo tanto azúcar y grasas».

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