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Las hamacas deberán esperarnos dos horas después de comer.
La siesta, enemiga de la digestión perfecta

La siesta, enemiga de la digestión perfecta

Trucos como esperar un par de horas después de comer para tumbarse, comer cinco veces al día en pequeñas cantidades y beber mucha agua ayudan a nuestro organismo a alimentarse sin padecer síntomas tan molestos como la hinchazón abdominal

pilar manzanares

Sábado, 14 de mayo 2016, 00:18

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La digestión es un proceso muy complicado en el que no solo están involucrados órganos como el estómago, el páncreas o el intestino y las sustancias que estos generan para ayudarnos a asimilar los nutrientes necesarios, también están implicadas las emociones y, cómo no, los alimentos que tomamos y que juegan un papel esencial. Un proceso crucial del que depende nuestra salud, porque lo peor de una mala digestión no son esas molestias que a veces sentimos al acabar de comer, como la hinchazón abdominal, el dolor de estómago o los gases, sino que a largo plazo pueden derivar en una enfermedad o carencia nutricional.

Para que esto no suceda, la doctora Conchita Vidales, especialista en nutrición y dietética humana y miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicología Médica de Madrid, explica en su nuevo libro cómo hacer la digestión perfecta. «Para ello, debemos antes aprender a alimentarnos correcta y equilibradamente, y abandonar costumbres, hábitos y estilos de vida poco saludables», explica.

«Dice un eslogan publicitario que la buena digestión es la que no se nota, y así es, pero es que además esa buena digestión es el paso imprescindible para el buen funcionamiento de las células y de todos los órganos», agrega. Y, aunque a millones de personas en el mundo les puede parecer imposible, conseguir una digestión perfecta, o casi, pasa por incluir en nuestra dieta de tres a cinco veces al día alguno de estos alimentos recomendados por la doctora Vidales: hortalizas como zanahorias, remolacha, patata, nabo, calabaza o cebolla, por ser verduras de bulbo que absorben todos los nutrientes que da la tierra; frutas de temporada recogidas en su momento óptimo de maduración, ya que gracias a sus vitaminas y fitoextractos se equilibra la función de los órganos digestivos, y productos lácteos con probióticos (kéfir o yogur), que contienen bacterias 'amigas' de nuestra flora intestinal.

Si no incluyes tres piezas de estos alimentos en tu día a día, tu salud intestinal acabara 'protestando', si no lo hace ya. «Desde un simple estreñimiento hasta patologías más graves, como la diverticulitis, los pólipos y/o los tumores, se pueden estar formando en tu intestino si no lo cuidas correctamente», agrega la experta.

Así, una buena cesta de la compra es un primer paso para favorecer el proceso digestivo. Para comenzar, además de los alimentos ya mencionados, no hay que olvidarse de incluir en ella algunos alimentos 'extra' como el agua de coco, un excelente depurativo que ayuda a eliminar toxinas y parásitos intestinales y es un laxante natural muy efectivo gracias a que contiene mucha fibra. Además, es una bebida isotónica natural, perfecta para tomar tras la práctica deportiva.

También es interesante acostumbrarse a tomar tisanas. Algunas más 'exóticas', como la de achicoria, ayuda a combatir las flatulencias, la de diente de león combate el estreñimiento y la de hinojo la diarrea. No olvidamos tampoco las tradicionales, esas de toda la vida como la de poleo, efectiva contra las lombrices y las malas digestiones, la manzanilla, un alivio para toda digestión pesada, y la de anís, usada incluso en casos de gastritis.

En cuanto a la hora de preparar los alimentos, no todas las técnicas culinarias son igual de recomendables. Las mejores: la cocción al vapor y el papillote, la plancha ideal para alimentos vuelta y vuelta, el salteado y el horneado. También se pueden hervir las verduras, pero ojo con tirar el caldo, repleto de nutrientes.

Medidas a seguir

Una vez tenemos los alimentos, y sabiendo cómo cocinarlos, conseguir una digestión perfecta es ya una meta más cercana. Pero aún nos queda un paso importantísimo: tenemos que ser capaces de reconocer cómo es y cómo funciona nuestro propio aparato digestivo, que es distinto al de cualquier otra persona, y hacerle caso. Tras él, solo nos resta «seguir todas esas medidas no farmacológicas que deberíamos tener en una lista en la puerta de la nevera», recuerda la doctora Cristina Sánchez Mingo, especialista en Medicina Interna del Hospital Quirón de Madrid, y enumera:

Beba agua en una cantidad suficiente, no solo en las comidas, también durante el día (conviene llevar una botellita siempre encima), pues es el 70% de nuestro cuerpo. Además, unas heces más hidratadas son más blandas y más fáciles de eliminar.

Introduzca la fibra en la dieta. No hay excusa, hay mil combinaciones de verduras, ensaladas, frutas... Se deben tomar cuatro o cinco veces al día y la motilidad intestinal lo agradecerá. Conviene reconocer las que son más gasogénicas y evitarlas para que no nos produzcan flatulencia.

Reduzca o elimine el consumo de alcohol. Es irritante desde la mucosa bucal, pasando por el esófago, el estómago, el hígado, el páncreas y el intestino).

No fume. La nicotina estimula la secreción ácida de la pared gástrica.

No realice comidas muy cuantiosas. Es mejor repartir la ingesta en cuatro o cinco veces al día. De ese modo, el estómago tiene tiempo de procesar y vaciar.

Si padece de sobrepeso, adelgace. Hay que disminuir la grasa abdominal, que no haya opresión sobre el 'tubo' digestivo para que su contenido pueda discurrir sin comprensiones.

Sin siesta inmediata. Estamos sujetos a la gravedad, así que no hay que tumbarse durante las dos horas siguientes a comer o cenar. Si se hace, conviene elevar el cabecero de la cama para que el vaciado gástrico sea más fácil y rápido, sin reflujos.

Mastique debidamente, además de saborear más la comida su digestión será mejor. Un truco: contar hasta veinte antes de tragar.

No hay que abusar de comidas precocinadas (que además tienen mucha sal), fritas o muy condimentadas. Las bebidas gaseosas, al llegar al estómago, forman `la gran burbujaque ocupa un volumen que oprime y que tiene que salir por algún sitio. ¡Evítelas!

Conózcase a sí mismo para saber si los lácteos,las harinas o los cereales nos sientan mal a menudo no es necesario hacer un test de intolerancia. La experiencia personal ya nos lo anuncia.

Disminuya el estrés y la tensión en su vida, haga deporte y ejercicio y propóngase mantener un orden con las comidas.Notará que todo funciona mejor.

Y no olvide que hay que comer bien para estar bien y comer para vivir, y no al contrario, porque como bien aconsejaba Don Quijote a Sancho, «come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago».

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