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El doctor Enrique Aranda, jefe de servicio del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y patrono de la Fundación para la Excelencia y la Calidad en la Oncología.
«Si el objetivo es cambiar vidas hace falta más información»

«Si el objetivo es cambiar vidas hace falta más información»

Tras la inclusión de las carnes procesadas entre los agentes cancerígenos de la OMS, el oncólogo Enrique Aranda reclama mensajes más constantes

borja robert

Jueves, 19 de noviembre 2015, 10:04

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Pese a su enorme impacto mediático en los días posteriores al anuncio, no está claro si la incorporación de las carnes procesadas a la lista de agentes cancerígenos por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede servir para cambiar los hábitos de vida de la gente. A fin de cuentas, las recomendaciones que ya hacía la agencia -no consumir más de 100 gramos diarios, en vigor desde hace años, se han mantenido intactas tras el anuncio.   

Consumirlas con exceso, además, da más papeletas para sufrir una enfermedad cardiovascular algo que se avisa desde hace tiempo que para provocar un cáncer. Y, aunque las enfermedades oncológicas suelen provocar más alarma entre la población, los expertos apuntan a que hace falta ofrecer más información, rigurosa y frecuente, para que repercuta en las costumbres de los ciudadanos.

«El cáncer asusta más porque la gente lo asocia a una enfermedad con mucho más sufrimiento que las cardiovasculares, aunque esto ya no tiene por qué ser cierto», asegura Enrique Aranda, jefe de servicio del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y patrono de la Fundación para la Excelencia y la Calidad en la Oncología (ECO). «Yo llevo en la oncología más de treinta años y las cosas han cambiado mucho , tanto en la analgesia como en los tratamientos». Ahora, recalca, más de la mitad de los diagnosticados superan su dolencia. «Es un tabú que sigue existiendo, a veces incluso entre mis compañeros de profesión», recalca Aranda.

Y pese a la visibilidad adicional que puede recibir el mensaje de la OMS a causa de la percepción social del cáncer, afirma el oncólogo, hace falta un trabajo de concienciación sofisticado para que llegue de verdad a la población. «Lo de las carnes procesadas se sabía; es cierto que su consumo abusivo puede elevar la probabilidad de sufrir un tumor. Pero si el objetivo es cambiar vidas hace falta más información, con dos días no vale», explica Aranda. «Para lograr un impacto real entre la población es necesario hacer una campaña elaborada y bien orquestada. Tiene que ser una cosa reiterativa para que impregne de forma clara y pueda haber una adhesión significativamente». Un único mensaje, por repercusión que tenga, no va a conseguir calar ni mucho, ni en muchos.

Consejos médicos

El toque de atención de la OMS, asegura Aranda, probablemente estaba dirigido a algunos países como EE UU, donde el consumo de hamburguesas es muy elevado y un amplio porcentaje de su población tiene hábitos dietéticos perjudiciales como desayunar bacon y salchichas a diario incorporado a sus rutinas. «Es un toque de atención a algunas culturas, me parece a mi», indica el doctor.

A veces, tanto la OMS el principal organismo de salud pública del planeta como cada médico en su consulta se enfrentan a un problema parecido. ¿Cómo dar determinados consejos a los ciudadanos para maximizar la posibilidad de que los sigan por el bien de su salud? «Depende de muchos factores», señala Aranda. «De qué clase de recomendaciones sean, del esfuerzo que supongan al paciente y, también, claro, quién sea la persona que las recibe». No son lo mismo, indica, la prescripción de un medicamento, la recomendación de caminar media hora al día o pedirle a alguien que deje de fumar. «Incluso afecta cómo percibe el enfermo que una de estas recomendaciones afecta a su propia enfermedad».

En las medidas higiénico dietéticas, reivindica el patrono de la Fundación ECO, la adhesión la proporción de pacientes que siguen a rajatabla lo que les ha indicado su médico es mayor que en otras recomendaciones. «Aunque es muy difícil de medir en general, porque son fenómenos con muchas variables. No es lo mismo pedirle a un anciano que camine que a un enfermo de cáncer de pulmón que deje de fumar», aclara.

Incluso las propias recomendaciones también deben adaptarse a cada paciente concreto.

«Si tenemos un paciente terminal al que le queda un año de vida, igual ya no tiene sentido quitarle el tabaco, porque para que esto tenga efecto hace falta estar diez o quince años sin fumar», explica. Los cigarrillos, además, son el ejemplo ideal del alcance de las campañas de concienciación ciudadana. Funcionan cada vez son menos los fumadores, pero todavía son muchos pese a que desde hace décadas se avisa constantemente de sus peligros.

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