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El fármaco contra la hepatitis C podría acabar con la principal causa de muerte en seropositivos

El fármaco contra la hepatitis C podría acabar con la principal causa de muerte en seropositivos

Los infectólogos calculan que, si el tratamiento se universaliza, en 2019 no habrá pacientes con VIH que tengan también activo el virus que provoca cirrosis hepática

Alfonso Torices

Jueves, 8 de junio 2017, 16:35

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Los expertos no tienen ninguna duda de que los nuevos tratamientos contra la hepatitis C puedan revolucionar la esperanza de vida de los pacientes con VIH. Consideran que si las autoridades permiten la administración de estos nuevos y eficaces fármacos a todos los seropositivos españoles que también tienen activo el virus hepático en dos años no quedará ni un coinfectado, con lo que se eliminaría la posibilidad de que desarrollasen futuras cirrosis hepáticas, la principal causa de muerte de este colectivo de enfermos desde que los antirretrovirales cronificaron su dolencia principal y paralizaron el desarrollo del sida.

El estudio realizado por el Grupo de Estudios del Sida (Gesida) de la Sociedad Española de Enfermedades Infeccionas es tasativo. En un solo año, 2016, y gracias a que los nuevos fármacos contra la hepatitis C llegaron al 75% de los españoles que padecen ambas infecciones, el número de los pacientes con VIH que también tienen activo el virus hepático se redujo a la mitad, pasó de ser el 22,1% del colectivo al 11,7%. Es más, consideran que con los más de seis meses transcurridos desde la recogida de datos, cuando varios enfermos estaban a punto de iniciar el tratamiento, el porcentaje de coinfección no será ya superior al 9,5%.

Se trata de un salto espectacular hacia la eliminación en España de la coinfección y tienen muy claro que todo se debe a la eficacia del nuevo tratamiento, que alcanza el 95% de curaciones. El enorme avance en doce meses es evidente si se mira la evolución histórica. En 2002, el 56% de los enfermos con VIH tenía también el virus de la hepatitis C. Ambas infecciones habían llegado juntas en la mayoría de los casos a través de la sangre de las jeringuillas compartidas. Reducir 20 puntos, hasta el 35%, costó siete años. De 2009 a 2015 la coinfección bajó del 35% al 22%, en otros seis años. Ahora se ha logrado lo mismo en solo doce meses.

Juan Berenguer y Juan González, autores del estudio, explicaron que el 10% que aún mantiene la doble infección, entre 10.000 y 12.000 personas según sus cálculos, son los seropositivos con hepatitis C en los que el desarrollo de la enfermedad es más leve y a los que las autoridades no les han administado aún el nuevo fármaco solo por razones presupuestarias. Ambos infectólogos coincidieron en que si esta política sanitaria cambia y se administra el tratamiento a todos, como ya hacen Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía, en dos años se habrán eliminado en España -posiblemente el primer país del mundo que lo conseguiría- las coinfecciones de pacientes con VIH. "Está a un tiro de piedra", coincidieron.

El fin de la coinfección, abundaron, aportaría beneficios inmediatos y una gran mejora a medio plazo de las expectativas de vida de estos pacientes, porque ambos virus se alían y multiplican los daños de cada uno por separado. Recordaron que el VIH hace que la cirrosis llegue más rápida, la hepatitis C que la progresión del VIH sea más acelerada y que la presencia del virus C aumenta la posibilidad de los seropositivos de desarrollar diabetes e insuficiencia renal. Pero, lo que es más trascendental, cortaría el paso a la cirrosis. Esta dolencia provocada por el virus hepático era la principal causa de muerte de los enfermos con VIH antes de que hace unos dos años empezasen a recibir los nuevos tratamientos, ya que explicaba entre el 30% y el 40% de los fallecimientos en el colectivo.

Los especialistas aclararon que la eliminación del virus C frenaría la aparición de nuevas cirrosis entre los pacientes con VIH, pero que aún así existe un 8% de personas en el colectivo que, pese a acabar con la infección gracias a los fármacos, arrastran ya una severa afectación del hígado que obligará a una vigilancia sanitaria permanente ante la posibilidad de que deriven en procesos oncológicos.

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