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La depresión duplica el riesgo de mortalidad en cardiópatas

La depresión duplica el riesgo de mortalidad en cardiópatas

La relación entre enfermedad mental y cardíaca funciona también a la inversa: hasta el 20% de los pacientes con problemas cardiacos tiene síntomas depresivos

redacción

Viernes, 7 de abril 2017, 10:04

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La relación entre depresión y enfermedad cardiovascular ha sido demostrada en un estudio del Intermountain Medical Center Heart Institute de Salt Lake City (Utah, EEUU), que se presentó en la reunión anual del American College of Cardiology (ACC) de Washington. Este trabajo determinó que la depresión es el mayor predictor de muerte en diez años tras el diagnóstico de una enfermedad coronaria, llegando a duplicar las probabilidades de fallecimiento en comparación con los pacientes cardiovasculares sin este trastorno mental. De las 3.646 personas diagnosticadas con depresión y en seguimiento médico, la mitad falleció durante el periodo de estudio, en comparación con el 38 por ciento de las 20.491 personas que no estaban diagnosticadas, según la Fundación Española del Corazón (FEC).

En otras palabras, las personas con depresión tienen el doble de probabilidades de morir en comparación con las personas sin depresión. Un efecto que también ocurre a la inversa: después de una afección cardiovascular, el paciente es diagnosticado de depresión más frecuentemente, según un estudio publicado en European Heart Journal. «En torno al 15% o 20% de los pacientes que sufren un proceso cardiovascular agudo presenta signos y síntomas típicos de depresión, que por sí misma es un factor condicionante de la evolución de ese problema cardiovascular», explica el doctor José Luis Palma, vicepresidente de la FEC. «Un infarto de miocardio marca un antes y un después, pero, así como la mayoría de los pacientes logra superarlo e integrarse en el ambiente de su vida normal, hay otros pacientes en los que la depresión se profundiza. Por lo tanto, hay que estar muy alerta por dos razones: la primera porque hay que tratar ese factor de riesgo independiente que entorpece el pronóstico de los pacientes con infarto y, en segundo lugar, porque hay que tratar la depresión porque si no es un círculo vicioso que nada beneficia a la evolución del paciente cardiovascular».

Así, un alto porcentaje de los pacientes que acude a consulta del psicólogo tras un infarto acusa síntomas de depresión, debido al drástico cambio de estilo de vida que pueden experimentar tras un episodio cardiaco, en concreto por la reducción de la actividad física o una dieta pobre. En España, unos 2,5 millones de personas sufrieron depresión, un trastorno mental que provoca angustia, en 2015; es decir, más del 5% de la población, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

«Síntomas como los pensamientos de muerte, insomnio y fatiga o pérdida de energía son especialmente reseñables en este tipo de pacientes», dice la doctora Julia Vidal, psicóloga especializada en gestión de las emociones y miembro del Consejo de Expertos del Programa de Empresas Cardiosaludables (PECS) «Éstos pueden pasar desapercibidos como síntomas depresivos, porque en un principio se suele atribuir a la enfermedad cardiovascular. Además de detectar la aparición de estos síntomas, el médico debe transmitir al paciente la importancia de tratarlos, derivándolo al profesional indicado, y evitar así que influyan negativamente en su recuperación. Por lo general, la mayoría de los pacientes dejan en un segundo plano el tema emocional porque lo más importante para ellos en esos momentos es la salud física».

Para afrontar la depresión ocasionada por una cardiopatía, se ha puesto en marcha los proyectos Mimocardio y Paciente Experto, en los que los pacientes cuentan su experiencia, en 105 hospitales, juntos a cursos para tres enfermedades distintas: cardiopatía isquémica (infarto y angina de pecho), fibrilación auricular e insuficiencia cardiaca.

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