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La fructosa aumenta los triglicéridos más que la glucosa

La fructosa aumenta los triglicéridos más que la glucosa

El tipo de azúcar, y no sólo la cantidad, afecta de forma distinta al organismo, aumentando los riesgos de padecer enfermedades metabólicas y vasculares

redacción

Domingo, 12 de febrero 2017, 09:00

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Consumir fructosa, el azúcar de la fruta y uno de los edulcorantes más utilizados, tiene unos efectos más perjudiciales en el metabolismo y el sistema vascular en comparación con la glucosa, según un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn) y la Universidad de Barcelona, que asegura también que el tipo de azúcar que se consume , y no sólo la cantidad ingerida, puede determinar el riesgo de padecer enfermedades metabólicas y vasculares.

Realizado en animales de laboratorio, la investigación demostró que la fructosa y la glucosa tiene un impacto diferente sobre el metabolismo. «Uno de los efectos metabólicos más destacados es la alta concentración de triglicéridos en el plasma del grupo de ratas que recibió fructosa (y no glucosa)», mantiene la profesora Marta Alegret, de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación y del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), coautora del trabajo. «Este efecto no podría explicarse únicamente por una mayor síntesis de lípidos en el hígado, ya que tanto la glucosa como la fructosa incrementan la lipogénesis hepática».

«En cambio, los niveles proteicos de una enzima clave en la oxidación de ácidos grasos (CPT1A) se encuentran reducidos únicamente en las ratas que recibieron fructosa. En este grupo también aumenta la expresión de una proteína esencial (l'MTP) para exportar triglicéridos del hígado hacia el plasma en forma de lipoproteínas de muy baja densidad», prosigue Alegret. «Todo esto nos lleva a pensar que, de forma específica, la fructosa es capaz de reducir la oxidación de ácidos grasos e incrementar la salida de triglicéridos del hígado en el plasma, y eso es lo que probablemente origina la hipertrigliceridemia».

Publicado en la revista American Journal of Physiology-Heart and Circulatory Physiology, el trabajo analizó la respuesta de la arteria aorta después de exponerla a sustancias que provocan su relajación o contracción, y encontró que existe una respuesta diferencial en indicadores de patologías vasculares según qué tipo de azúcar se consume. «En ratas que recibieron glucosa, la capacidad de la aorta de relajarse al exponerla a un agente donador de óxido nítrico (nitroprusiato sódico) es superior, mientras que en las que recibieron fructosa es menor, en comparación con el grupo control», dice Alegret, firmante del artículo junto a los investigadores Gemma Sangüesa, Nuria Roglans, Juan Carlos Laguna, Sonali Shaligram, Farjana Akther y Roshanak Rahimian. «Por tanto, desde el punto de vista vascular, la fructosa produce un efecto negativo, ya que dificulta la correcta relajación de la aorta. En cambio, el efecto de la glucosa resulta incluso beneficiosa».

Además, el estudio arrojó resultados sobre los efectos en el hígado, siendo el hígado graso una de las patologías analizadas: el grupo de ratas que consumía fructosa mostró marcadores ligados a alteraciones hepáticas, confirmando otros trabajos en los que se había constatado que, tanto en rata como en ratón, la fructosa produce hígado graso.

«El hecho de que la fructosa reduzca la oxidación de ácidos grasos, y que también incremente la síntesis de lípidos en el hígado, puede conducir a un aumento del depósito de lípidos en este órgano, lo que se conoce como hígado graso», mantiene Alegret. «Esta acumulación de lípidos en el hígado, aunque no provoca sintomatología en un primer momento, puede acabar originando inflamación en este órgano y a la larga podría derivar en patologías más graves, por lo que es mejor evitarla».

Como conclusión, «después de muchos años estudiando los efectos de la fructosa y su particular metabolismo, no es sorprendente descubrir que tenga efectos que no presentan otros azúcares similares como la glucosa», estima Alegret. «Aunque parezca que el incremento de peso sólo esté relacionado con el aumento de calorías consumidas, sabemos que hay otros factores. En concreto, el incremento del peso del hígado que sólo se presenta en ratas tratadas con fructosa, no con glucosa, también podría relacionarse con la acumulación de lípidos en este órgano e influir en el peso corporal».

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