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«Tras el trasplante, mi hija empezó a vivir en vez de sobrevivir»

Luis Torres donó hace cinco años parte de su hígado a la pequeña Laura, una de sus mellizas, que había nacido con un problema hepático grave

efe

Miércoles, 30 de marzo 2016, 10:30

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"A partir del trasplante, mi hija empezó a vivir en vez de sobrevivir". Así lo asegura Luis Torres, quien hace cinco años donó parte de su hígado a la pequeña Laura, una de sus mellizas, que había nacido con un problema hepático grave.

Con motivo de la celebración hoy del Día Nacional del Trasplante, Torres ha narrado su testimonio, con el objetivo de sensibilizar a la sociedad y para dar las gracias a todos los profesionales que colaboran en este proceso y que "hacen posible que nuestros hijos puedan seguir viviendo".

A raíz de su experiencia, creó la asociación HePA, que reúne a padres de hijos con enfermedad hepática grave, la mayoría de ellos trasplantados, en muchos casos, gracias a la donación de un familiar vivo. Estas donaciones permiten a los pacientes pediátricos acceder a un trasplante, ya que, como dice Luis Torres, "por suerte, ahora hay pocos niños que fallecen" y, en consecuencia, escasos órganos disponibles.

En 2009 nacieron sus mellizas: una de ellas con un problema hepático grave. "Al cabo de un par de años nos comunicaron que el trasplante era la única opción viable" y la niña quedó en lista de espera. Después de que los médicos valoraran a ambos progenitores, decidieron que el donante fuera el padre. Y en junio de 2011 se llevó a cabo la operación, que consiste en extraer un tercio del hígado del donante para injertarlo en el paciente.

"La cosa salió bastante bien y la niña se empezó a recuperar y comenzó a vivir en vez de sobrevivir, que es lo que había estado haciendo durante dos años", señala emocionado. En estos momentos, Laura lleva una vida normal, salvo los problemas de nutrición y de desarrollo en la altura y el peso derivados de los dos años que vivió antes del trasplante, y la medicación con inmunosupresores que debe tomar de por vida para evitar el rechazo.

"Si no hubiera recibido el trasplante hubiera fallecido", porque tenía problemas de coagulación, hipercolesterolemia y picazón en todo el cuerpo que le impedía dormir, con lo que "su calidad de vida era pésima". Además, al no funcionar el hígado, la niña no asimilaba los nutrientes de los alimentos que ingería, por lo que tenía déficit de vitaminas, empezaban a fallarle los riñones, etc.

Torres reconoce que la operación entraña "cierto riesgo", pero recuerda lo que le dijo el cirujano: "¿usted conduce?, pues circular con un vehículo también entraña una serie de riesgos". Todo salió muy bien, también para él. De hecho, el único recuerdo físico que le queda de aquella intervención es una cicatriz.

El trasplante de donante vivo en la población pediátrica ha crecido mucho en los últimos años debido a la escasez de órganos de donantes fallecidos, lo que ha permitido reducir "de forma importante" la mortalidad de niños en lista de espera. Así, en el Hospital de la Paz, el 52% de los trasplantes hepáticos que se realizan a niños son mediante este sistema.

Muy rápido

También gracias a un trasplante de hígado sigue vivo trece años después Abelardo Sánchez, diagnosticado de hepatitis B a raíz de una donación de sangre. "Los médicos me decían que me podía morir de cualquier cosa menos de esto porque el virus estaba inactivo, pero por desgracia con 49 años se activó y me destruyó el hígado en quince días", relata Sánchez, presidente de la Asociación Gallega de Trasplantes.

Todo fue tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de asumir la enfermedad ni la necesidad de un trasplante, pero su deterioro fue tan grande que este hombre de 62 años se despidió entonces de su familia, porque "claramente me estaba viendo morir". En veinte días su vida dio un giro, "con toda la suerte del mundo y gracias a la generosidad de una mujer gallega y de su familia" que donó su hígado.

La operación fue un éxito y la recuperación rápida, resume Sánchez, que recuerda cómo poco después los médicos que le trataron le reconocieron que de no ser por el trasplante no le quedaban ni quince días de vida. "Esto te ayuda a valorar las pequeñas cosas de la vida, tu familia, tus amigos y hasta un enfrentamiento. Cualquier cosa que te sucede en tu día a día", concluye.

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