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REDACCIÓN
Miércoles, 18 de noviembre 2015, 15:49
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La estimulación cerebral profunda es una terapia que consiste en implantar unos electrodos en la corteza subcingulada y aplicar una corriente eléctrica, y ha sido empleada con éxito en enfermos con depresión que se muestran resistentes al tratamiento farmacológico con antidepresivos. Para mejorar este tratamiento, científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) lo han aplicado en la corteza infralímbica, y han descubierto que, al hacerlo, se produce una liberación del glutamato -principal transmisor excitador del cerebro- en la corteza cerebral y activa el receptor AMPA, lo que produce la acción antidepresiva.
«Tomando como base la amplia utilización de la técnica con la enfermedad de párkinson, otros expertos han propuesto que la estimulación cerebral profunda produce una inactivación funcional de la zona estimulada», explica el investigador del CSIC Albert Adell, actualmente en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria. «Sin descartar totalmente esta posibilidad, hemos visto que lo que hace la estimulación cerebral profunda es activar una serie de proyecciones de la corteza. Ese efecto es el responsable de la acción antidepresiva».
Publicado en la revista Cerebral Cortex, el estudio, que ha sido realizado en ratas de laboratorio, sostiene la probabilidad de que algunos de los receptores AMPA que se activan mediante la estimulación cerebral profunda contribuyan al efecto antidepresivo, pero no todos. Por lo tanto, el próximo objetivo será ampliar los conocimientos sobre el funcionamiento de este mecanismo, para establecer si dichos efectos se pueden suplir con la administración de fármacos.
«Aunque es una técnica efectiva para el tratamiento de la depresión resistente, no deja de ser invasiva», advierte Adell. «A largo plazo queremos intentar que esos efectos se puedan suplir con la administración de fármacos, un tipo de terapia mucho más tolerada».
En el estudio han participado investigadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental y la Universidad de Cádiz.
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