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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
En la imagen, el doctor Oriol Mitja.
«Erradicar el pian costaría solo unos 100 millones de dólares»

«Erradicar el pian costaría solo unos 100 millones de dólares»

El pian era una enfermedad olvidada hasta que Oriol Mitja comprobó que seguía causando estragos en niños de Papúa Nueva Guinea. Ahora la OMS quiere erradicarlo, algo cuyo coste sería menor que el de construir un Airbus

marta palomo

Martes, 20 de octubre 2015, 10:30

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Cinco aviones y 40 horas de distancia separan el lugar donde nació, Arenys de Munt, del poblado en el que el doctor Oriol Mitjà vive la mitad del año, Londolovit, Papúa Nueva Guinea. Allí este joven médico investiga cómo vencer al pian, una enfermedad tropical que afecta principalmente a la piel y los huesos de los niños. Sus resultados, publicados en las mejores revistas científicas, han rescatado del olvido esta patología y la han puesto en el punto de mira de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que quiere erradicarla de aquí al año 2020.

Mitjà se maneja bien hablando en tokpisin, la lengua local, viaja en banana boat para llegar hasta las comunidades más aisladas y nos atiende al terminar su jornada laboral mediante teleconferencia.

Gracias a su investigación el pian puede ser la segunda dolencia que la humanidad logra erradicar en toda su historia, después de la viruela. ¿Por qué casi nadie ha oído hablar de ella?

El problema de esta enfermedad es que nadie se había planteado que fuera un problema. Estaba absolutamente olvidada.

Hasta que usted llegó a la isla de Lihir en Papúa Nueva Guinea en 2010 y la redescubrió.

El sueño de Oriol

  • Muy personal

  • «De pequeño soñaba con luchar contra bacterias e injusticias», afirma Oriol Mitjà. Pero ha tenido que meditar unos instantes sobre si estaba cumpliendo su sueño de infancia o no porque su trabajo le hace vivir muy en el presente. Hoy, desde la isla de Lihir, donde pasa la mitad del año curando a enfermos, él afirma que tan solo es uno más.

  • Mitjà se licenció en Medicina en Barcelona (2004) y los contactos que hizo estudiando un máster en Medicina Tropical en Londres le llevaron a viajar hasta la mencionada isla de Papúa Nueva Guinea en el año 2010 para atender a sus gentes.

  • Su principal interés es la lucha contra las enfermedades relacionadas con la pobreza, y muy en particular el pian, una enfermedad olvidada que afecta especialmente a los niños de zonas tropicales, pobres y remotas. Esta patología está causada por una bacteria y provoca úlceras en la piel que si no se tratan pueden degenerar en deformidades óseas muy graves.

  • Las investigaciones de Mitjà le llevaron a descubrir que el antibiótico azitromicina era un tratamiento fácil y barato para esta enfermedad. Este hallazgo fue publicado en una de las revistas científicas de referencia y promovió cambios en la política de salud a nivel internacional. En el año 2012, la Organización Mundial de la Salud recuperó del olvido el pian y se replanteó su eliminación. Mitjà ha trabajado también en el desarrollo de la nueva campaña mundial para la erradicación de la enfermedad y, aunque sabe que científicamente es posible y hasta fácil, también es consciente de las dificultades, principalmente económicas.

  • En el año 2013, le concedieron el Premio Príncipe de Girona de Investigación Científica por su trabajo.

En los años 50 la OMS lanzó una campaña para eliminarla y logró reducir muchísimo los casos existentes, pero no erradicarla del todo. Después el pian cayó en el olvido. Cuando yo llegué a Lihir me di cuenta de que la población de la isla estaba muy afectada por enfermedades tropicales cutáneas y una de las más frecuentes consistía en unas úlceras grandes y carnosas. Enseguida me contaron que se trataba del pian, yaws en inglés.

Esta infección afecta sobre todo a niños de zonas tropicales, rurales y remotas. ¿Por qué?

El pian está causado por una bacteria muy parecida a la de la sífilis. Su nombre es Treponema pallidum, se transmite por contacto y afecta a casi el 40% de los niños en las zonas en la que es endémica. El problema de estas áreas es, sobre todo, que tienen un sistema de salud débil y de difícil acceso por lo que las enfermedades avanzan rápidamente. También existe una falta de agua potable, de higiene y de educación. Las casas tienen una sola habitación y toda la familia comparte el mismo colchón. No cambian las sábanas y utilizan la misma ropa. Todo esto favorece la transmisión de enfermedades.

Usted ha revolucionado el tratamiento de esta enfermedad. Su artículo publicado en la revista Lancet en el año 2012 marca un antes y un después en la historia del pian. ¿Cómo se trataba hasta ese momento?

Con penicilina, que es un antibiótico muy eficaz, pero que no era cómodo ni fácil de dar. Se administraba mediante inyección y cristalizaba rápidamente (estabas dando el medicamento y de golpe se obturaba la aguja). Además, requería de unas condiciones higiénicas que no existían en las zonas donde se tenía que administrar, que eran los colegios de regiones muy remotas. Necesitábamos un remedio mejor.

¿Cómo se le ocurrió probar la acitromicina?

Hice una exploración de qué antibióticos había disponibles en el mercado y no hay muchos que se puedan dar por vía oral y que tengan efecto mediante una dosis única. Se sabía que la acitromicina funcionaba en otras infecciones, como la sífilis o la otitis, y pensamos que podía tener efecto sobre el pian.

¿Se acuerda de la primera pastilla que administró a un niño con esta infección cutánea?

¡Por supuesto! Llega el momento y sabes que hay evidencia científica, has preparado minuciosamente el protocolo y obtenido los permisos, sabes que ha funcionado en otras bacterias, que harás un seguimiento exhaustivo de los niños por si tienen efectos secundarios o por si no funciona poder darles penicilina, pero es algo que nadie ha probado nunca antes. En el momento en el que das la primera pastilla al primer niño sientes mucho miedo y responsabilidad por lo que pueda pasar después.

¿Y qué sucede?

Aún hoy me sigue sorprendiendo lo rápido que responden a la medicación. Ahora mismo acabo de volver de unos poblados del sur de la isla donde hace dos semanas tratamos algunos casos y es increíble ver de qué manera en tan pocos días unas úlceras tan grandes pueden haber desaparecido y la piel cicatrizado totalmente.

¿Tuvo problemas para que la gente aceptara tomarse las pastillas?

Las primeras comunidades vieron que sus niños se curaban rápidamente y la voz se corrió por toda la isla. La aceptación fue inmediata. Cuando estos niños se infectan sufren úlceras profundas, crónicas y dolorosas en piernas y pies que no les permiten correr ni ir al colegio. Sin tratamiento, estas lesiones se pueden extender por todo el cuerpo y la bacteria penetrar dentro del hueso causando mucho dolor. En los casos graves, el pian puede destruir el tejido blando de la nariz o causar deformidad de las piernas, pero gracias a la penicilina esto ya casi no sucede.

Tras su estudio, la OMS celebra un encuentro de expertos mundiales en el tema en Morges (Suiza) y traza un plan de ruta para la erradicación mundial del pian. ¿Qué estrategia se va a seguir para conseguir este objetivo?

El tratamiento masivo de la población de aquellas zonas en las que el pian es endémico con acitromicina. La clave es que nos dimos cuenta de que además de los niños en los que la enfermedad es visible existen otros que la tienen de manera latente. Si no tratamos a estos portadores siempre habrá un reservorio de la bacteria y no lograremos hacerla desaparecer del todo.

¿De cuántas personas estamos hablando?

En el último estdio, que publicamos el pasado mes de junio, buscábamos conocer cuánta gente estaba en riesgo aproximadamente. Nuestra conclusión es que deberíamos tratar alrededor de 40 millones de personas.

¿Antes de poner en marcha una operación de esta envergadura hay alguna manera de estar seguros de que funcionará?

Ya hemos realizado una prueba piloto de este tratamiento masivo en las 16.000 personas de Lihir con un seguimiento a los 6 y 12 meses. Los resultados se publicaron hace poco y demostraron una reducción muy importante en la transmisión de los casos activos y también en el número de personas portadoras. Ahora mismo en la isla hay poquísimos casos, pero mientras que no se elimine el pian de todos los países colindantes siempre existirá el riesgo de reintroducción.

La OMS estima que en el año 2020 podría haberse erradicado. ¿Cree que va a ser posible?

Para que eso suceda el último caso de pian se debe dar en el año 2017, pues una enfermedad se considera erradicada cuando su área endémica está libre de nuevas infecciones durante tres años. Científicamente es factible, pero soy consciente de las dos dificultades fundamentales que existen, el apoyo financiero y el acceso a las áreas más remotas.

¿Cuánto dinero cuesta una campaña de este tipo?

De momento ninguna farmacéutica está dispuesta a donar el fármaco así que estamos explorando la compra del medicamento genérico a empresas que ofrecen una producción barata, de 0,17 céntimos de dólar la pastilla. Además está el coste de su administración, que no es mucho porque se efectuaría mediante las redes de control de enfermedades olvidadas y los sistemas de salud pública locales que ya existen. En total erradicar el pian costaría unos 100 millones de dólares.

¿Eso es mucho o es poco?

(Se ríe) Es muy, muy, muy poquito. Si lo comparas con otras estrategias de eliminación, como por ejemplo la de la poliomelitis que son unos 5.000 millones de dólares, no es más que una propina. Para poner esta cifra en contexto a mí me gusta compararla con el coste de un avión comercial, un Airbus cuesta más de 100 millones. O con el coste de una película. Si la humanidad pudiera prescindir del siguiente Spiderman 4 podríamos erradicar el pian.

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