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El doctor Hernán Cortés, tras recibir la distinción de la Fundación Eco, durante un acto celebrado en Madrid.
«Un paciente bien informado nos es de gran ayuda»

«Un paciente bien informado nos es de gran ayuda»

El oncólogo Hernán Cortés, premiado ahora por la Fundación Eco, trata al niño inglés cuyos padres fueron detenidos por sacarlo del hospital para buscar otra terapia

Alejandra Rodríguez

Miércoles, 22 de julio 2015, 09:00

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El nombre del oncólogo Hernán Cortés Funes, jefe del servicio de oncología médica del Hospital 12 de Octubre de Madrid y de la Unidad de Oncología del Hospital HC de Marbella, ha aparecido ligado en los últimos tiempos al de Aysha King. el niño británico cuyos padres fueron noticia al ser retenidos en la prisión de Soto del Real (Madrid) a causa de una orden judicial procedente de Reino Unido emitida por sacar sin permiso médico a Aysha del Hospital General de Southampton.

El pequeño había sido operado de un meduloblastoma, un tumor cerebral que tras la cirugía requiere un protocolo muy agresivo de radio y quimioterapia para eliminar las células cancerosas residuales con el que los padres no estaban de acuerdo.

En busca de un tratamiento que consideraban mejor, la familia recaló en España camino de Praga, la única ciudad europea que cuenta con una costosa terapia con haz de protones; una forma de radioterapia muy potente y selectiva que actúa en su diana sin afectar los tejidos vecinos.

Actualmente, Aysha está libre de cáncer y continúa sus controles bajo la supervisión del doctor Cortés Funes en Marbella, ya que el camino de su recuperación no ha terminado, «aunque el tiempo está jugando a nuestro favor», afirma esperanzado.

Sin embargo, este no es el motivo por el que el oncólogo argentino afincado en nuestro país ha sido premiado por la Fundación ECO (Excelencia y Calidad en Oncología) hace unos días.

Esta institución ha querido reconocer, en el seno de su VI simposio sobre la enfermedad tumoral, la trayectoria clínica y científica de este especialista que, paradójicamente, soñaba con ser cirujano. «Acabé la carrera con 21 años y pensé que a esa edad aún me faltaba mucho para operar», rememora. Y así comenzó su andadura como internista y recaló en la entonces naciente oncología haciendo su tesis sobre la enfermedad de Hodking.

Referente nacional

A partir de ahí, le sucedieron años de formación en el extranjero, de investigación y de duro trabajo que culminaron con la implantación, en el Hospital 12 de Octubre, del germen de lo que hoy es una de las unidades más importantes del país en oncología.

«He tenido la suerte de vivir una oncología incipiente que se ha consolidado como especialidad gracias a una evolución vertiginosa en la que hemos asistido a la aparición de tratamientos cada vez mejores, a combinaciones terapéuticas más eficaces, a cirugías menos frecuentes, más fáciles y menos mutilantes y a tratamientos cada vez más sofisticados que nos permiten hablar del cáncer en términos similares a los que se emplean en otras enfermedades crónicas», resume el especialista refiriéndose a los medicamentos biológicos y a la inmunoterapia, una vía de tratamiento relativamente simple (consiste en aniquilar el tumor desbloqueando el sistema inmunológico del propio paciente para que sea su sistema defensivo el que acabe con el cáncer) que está experimentando un desarrollo inusitado y muy esperanzador.

Este oncólogo, entusiasmado por todas las novedades terapéuticas que se encuentran en investigación y por todos los recursos existentes en la actualidad para atajar el cáncer, insiste en que no se debe olvidar el valor de trabajar en equipo y de aunar investigación y labor clínica para ofrecer al paciente la mejor asistencia posible.

Multidisciplinar

«Actualmente, un oncólogo debe saber mucho de biología molecular, ha de trabajar en permanente contacto con el personal de laboratorio y tiene que estar al día para poder caracterizar el tumor con su nombre y apellidos; y cuantos más apellidos mejor para aplicar una terapia lo más específica posible», apostilla, aunque eso implica asimilar una ingente cantidad de datos que llegan cada vez más deprisa. Pero como «aunque es difícil, hay que hacerlo» la medicina personalizada por la que Cortés Funes aboga no consiste únicamente en superespecializarse a toda velocidad.

En su opinión, eso lleva a la formación de oncólogos incompletos y por eso es un firme defensor del trabajo en equipo en la que todos aprendan de todos y se complementen en su labor científica sin descuidar su vertiente humana. «Tienes que tener presente siempre que delante de ti hay un paciente asustado que quiere curarse y que también has de atender sus miedos, sus dudas, sus circunstancias...», explica este oncólogo, preocupado también por la influencia que la mala información está ejerciendo sobre los usuarios.

«Siempre digo que el mayor adversario que tengo en mi consulta es el Dr. Google, a quien no podemos denunciar por práctica ilegal de la medicina, pero que está contribuyendo a alentar falsas esperanzas y a desinformar a los pacientes. En este sentido los especialistas y los periodistas tenemos un gran reto por delante», explica el experto, que considera un éxito que el paciente salga de la consulta sabiendo que, incluso en los casos en los que la curación total no sea posible, sí existen opciones terapéuticas para tratar prácticamente cualquier tipo de tumor, para alcanzar tasas de supervivencia cada vez mejores y para convivir con el tumor bajo control igual que se hace, por ejemplo, con patologías crónicas como la diabetes.

«Un paciente bien informado es de gran ayuda para el especialista; y creo que esto fue clave en al caso de Aysha. Los padres no fueron bien informados y a raíz de ahí se desencadenó una situación muy desagradable aunque, por ahora, podemos contar un final feliz».

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