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El consejero de Sanidad madrileño, Francisco Javier Rodríguez.
El médico pirómano

El médico pirómano

El responsable de Salud madrileño, Javier Rodríguez, recibe peticiones de dimisión incluso desde el PP por sus palabras contra la auxiliar contagiada

Álvaro Soto

Sábado, 11 de octubre 2014, 08:47

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«Mi prioridad es recomponer las relaciones maltrechas con los profesionales del sector. Me dejaré la piel, sin ellos el sistema no puede funcionar. Tenemos que ser cómplices». Puede sonar a broma, pero la persona que pronunció estas palabras es la misma que, solo diez meses después, se ha referido de esta manera a la auxiliar contagiada de ébola Teresa Romero: «Para explicarle a uno cómo se tiene que quitar o poner un traje, no hace falta un máster. Pero indudablemente, uno puede tener más capacidad de aprendizaje que otros». O peor aún: «Tan mal no debía estar para ir a la peluquería a depilarse».

El autor de todas estas declaraciones es Javier Rodríguez un médico de profesión de 70 años que apareció en la Consejería de Sanidad de Madrid como bombero y puede marcharse como pirómano. Fichado para apaciguar la 'marea blanca', sustituto de Javier Fernández-Lasquetty, que cayó por su intento fallido de privatizar la sanidad regional, Fernández llegó al cargo avalado por su condición de galeno.

De hecho, tras el polémico Lasquetty, el consejero fue bien recibido por el sector, que veían en él a un hombre más abierto al diálogo que su predecesor. Pero en apenas cinco días, los de la crisis del ébola , Fernández ha dilapidado esta buena imagen no solo entre los profesionales sanitarios, sino también entre los miembros de su partido, que ayer no se limitaron a respaldarle. En muchos casos, exigieron su dimisión o su cese.

La parlamentaria del PP por Ciudad Real Carmen Quintanilla reclamó su dimisión. La diputada regional canaria Mayte Pulido aseveró que «sus palabras, sus frases y sus actitudes han sido lamentables». El diputado por Lugo y portavoz de pesca del PP en el Congreso, Joaquín García Díez, tachó su actuación de «infumable». El más duro, sin embargo, fue el socialista Manuel Martínez, alcalde de Becerreá, pueblo natal de Teresa Romero, que lo llamó «miserable, ruin y sinvergüenza político».

«Bien comido»

Menos tajante, sin embargo, fue la persona que debe decidir directamente el futuro político de su consejero. El presidente de Madrid, Ignacio González, aseguró que Javier Rodríguez «no estuvo afortunado», y «él mismo es consciente de ello», pero por ahora, elige no cesarlo, quizá a la espera de que se resuelva esta alerta sanitaria. También el Gobierno central evitó desautorizar a Rodríguez. «Se ha hablado mucho de sus declaraciones, pero desde el Gobierno nos dedicamos a trabajar para darle la mejor atención a Teresa Romero, transmitir tranquilidad y actuar coordinadamente», respondió la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Fuentes gubernamentales, no obstante, reclaman prudencia a los responsables políticos porque «ciertas cosas que hay que evitarlas».

Javier Rodríguez ya conocía las hieles profesionales. En 1990, como médico jefe de la unidad de hipertensión del hospital Gregorio Marañón de Madrid, fue expedientado por mala gestión durante una noche en urgencias, cuando dos pacientes murieron por una sucesión de errores en el centro.

El incidente, sin embargo, no frenó su carrera política, que había comenzado en Las Rozas, donde fue concejal del PP desde 1983 hasta 1998. El veterano Rodríguez fue también consejero de Telemadrid entre 1995 y 2001 y diputado en la Asamblea regional, hasta alcanzar la cumbre con la Consejería de Sanidad, en enero del 2014.

Pero su trago más amargo ha llegado ahora: ayer, por ejemplo, tuvo que entrar en el Ministerio de Sanidad por el garaje, para evitar a la prensa. En cualquier caso, Rodríguez no parece ser del tipo de políticos que se aferran al cargo, ni tampoco de los que destacan por su humildad. «Yo vine a la política comido y bien comido. Si tengo que dimitir, dimitiré. No tengo ningún apego al cargo, soy médico y tengo la vida resuelta».

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