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El 'goth' de piedra y adobe en el que está confinada Basanti mientras menstrúa. :: z. aldama
La regla del destierro

La regla del destierro

La ancestral tradición del 'chhaupadi' obliga a las mujeres de zonas rurales de Nepal a vivir los días de su menstruación confinadas en minúsculas cabañas, a merced de violadores, serpientes y otros peligros

ZIGOR ALDAMA

Sábado, 23 de junio 2018, 11:38

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Narpata Bohara no puede entrar en su propia casa. Está obligada a vivir durante los próximos cuatro días en una habitación tan pequeña que ni siquiera le permite ponerse de pie. La estancia, construida en piedra y adobe, no tiene cama ni ventanas. Y la puerta es un agujero que no se puede cerrar. Estos días tampoco puede tocar a su marido, ni a los animales que cría esta familia nepalesa de ganaderos. Además, tiene prohibido cocinar, y durante este período solo comerá arroz salteado con verduras. Por si fuese poco, si quiere lavarse, tiene que hacerlo lejos de la zona del río que utilizan el resto de los habitantes de Payal, una remota aldea del distrito occidental de Accham.

No es que Bohara haya cometido un crimen, ni que sea una apestada. Está segregada porque tiene la regla y porque sigue a rajatabla la tradición del 'chhaupadi'. Según esta norma ancestral, que considera impuras a las mujeres durante la menstruación y que perdura en zonas rurales del oeste del país, quienes no sigan sus dictados llevarán la mala suerte a sus seres queridos. Y Bohara cree sin fisuras que así es. «Hace un tiempo, en el pueblo se derribaron los 'goth' -co-mo se denomina a las pequeñas construcciones en las que son separadas las mujeres- para acabar con el 'chhaupadi'. Justo después, los tigres atacaron y mataron a gran parte del ganado. Así que volvimos a construirlos», recuerda.

Ella no se queja cuando hace frío y tiene que encender un fuego para calentarse. Sabe que el humo es un peligro, pero asegura que siempre lo apaga antes de quedarse dormida. Más se preocupa cuando su hija de 13 años es segregada. «Si está sola, pienso en los peligros que corre. Pero, generalmente, hay otras mujeres que también tienen la regla y se juntan en el 'goth', donde entran hasta cuatro, para protegerse», explica.

No en vano, esta práctica no es solo un reflejo de la cultura machista de Nepal, también supone un grave riesgo para la seguridad y la integridad de las mujeres. Muchas han perdido la vida por inhalación de humo, víctimas de la hipotermia en invierno o, incluso, tras la mordedura de serpientes venenosas. Y eso no es todo. Basanti, una mujer de 30 años, cuenta cómo sufrió en su propia carne otro de los riesgos asociados al 'chhaupadi': «El 'goth' de nuestra familia estaba lejos de casa. Un día, cuando era adolescente, unos chicos borrachos se acercaron por la noche y trataron de violarme. Tuve suerte de que un hombre se encarase con ellos, pero muchas han sufrido todo tipo de abusos sexuales».

Según un estudio realizado por la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, el 'chhaupadi' también es un peligro para la salud de las mujeres que lo practican. Un 68% sufre exceso de sangrado cuando están confinadas, un 52% ha contraído alguna infección del sistema reproductivo en el 'goth', y un 34% ha enfermado de neumonía. «Incluso madres que acaban de dar a luz y que están dando el pecho a sus hijos son arrinconadas en el 'goth'. La escasa nutrición que reciben y la vulnerabilidad de su situación hace que la mortalidad neonatal y maternal sea elevada entre ellas», advierte una responsable del estudio, Lakshmi Raj Joshi.

Para Apsara Khadka, el 'chhaupadi' también es un drama, pero por otra razón más: sufre una discapacidad que afecta severamente a su movilidad. A pesar de ello, su familia le impide entrar en casa durante el tiempo que está con la regla. Ella reconoce que es muy incómodo y que a menudo pasa miedo, pero también que nunca se ha cuestionado si la práctica debe ser abolida: «Es lo que dice mi marido que hay que hacer, así que no me lo planteo». De hecho, como durante la entrevista está menstruando, se sienta lejos del periodista y se siente muy sorprendida cuando le estrecha la mano al final de la conversación. «Es la primera vez que me toca un hombre en esta situación», reconoce ruborizada, pero con una sonrisa de aprobación.

Multas y cárcel

Afortunadamente, para el 19% de las mujeres nepalesas -que son las que todavía siguen la tradición-, el próximo mes de agosto el 'chhaupadi' será ilegalizado. Entrará en vigor la ley que el Parlamento de Nepal redactó el año pasado para prohibir esta práctica: quienes impidan que las mujeres hagan vida normal durante la menstruación serán castigados con una multa de 3.000 rupias (unos 25 euros al cambio) y con penas que pueden alcanzar los tres meses de cárcel. Sin duda, se trata de una gran victoria para las organizaciones pro derechos humanos que han trabajado para erradicar esta práctica, pero hay quienes temen que no sea una sanción suficientemente disuasoria.

«Diferentes grupos de mujeres han tratado de acabar con el 'chhaupadi' en otras ocasiones, sobre todo después de que se hayan registrado muertes. Pero el sistema patriarcal y las creencias religiosas que transmiten a su manera los santones son tan fuertes que muchos retoman la tradición, temerosos de provocar la ira de poderes supernaturales», admite Lachindra Maharjan, empleado de Save The Children en Nepal. Precisamente, esta ONG es una de las que más se ha involucrado en la erradicación del 'chhaupadi' y en el empoderamiento de la mujer. «Ciertos sectores de la población se resisten a acatar la ley, pero su entrada en vigor nos dará una base legal para arremeter contra ellos», añade satisfecho Maharjan.

Los santones, figuras muy respetadas en las zonas más remotas, constituyen uno de los colectivos que más se oponen la abolición. Incluso las mujeres. Por ejemplo, Shanta Auji, que asegura estar poseída por un espíritu que le otorga poderes mágicos, está convencida de que quienes no respetan el 'chhaupadi' corren el riesgo de despertar los fantasmas de los que se han suicidado y provocar una tragedia. Eso sí, a diferencia de muchos otros iluminados, ella apunta una vía intermedia. «Creo que la segregación no tiene por qué darse en el 'goth', fuera del hogar familiar. Basta con destinar una habitación para las mujeres que tengan la regla».

Maharjan afirma que es una solución que cada vez adoptan más familias, y que se ve incluso en ciudades como la capital, Kathmandu. «Save The Children se opone a cualquier tipo de discriminación, pero puede ser un primer paso para facilitar la transición hacia la prohibición total». Surekha Bohora, de 13 años, es una de las adolescentes que no ve con malos ojos la separación dentro del propio hogar. Ella, por ejemplo, ocupa una habitación en la segunda planta del edificio tradicional de su familia. «No puedo cocinar y ningún hombre me toca. Paso mucho tiempo sola y me aburro, pero, por lo menos, no tengo que preocuparme de los bichos y de los chavales que quieren abusar de nosotras cuando estamos en el 'goth'», justifica.

Han tenido que pasar trece años desde que el Tribunal Supremo dictaminó que el 'chhaupadi' va contra la Constitución para que el Gobierno de Nepal tome cartas en el asunto. Y no era difícil llegar a esa conclusión, porque la Carta Magna ampara la igualdad de todos los ciudadanos y prohíbe la discriminación por sexo. Más concretamente, el artículo 29 añade que «nadie será explotado en el nombre de la tradición». Claro que en los pueblos de las montañas del oeste del país muchos ni siquiera pueden leer ese texto, y las autoridades tienen otras prioridades. Por eso, ahora, el temor entre quienes exigen la abolición total del 'chhaupadi' es que la ley termine convirtiéndose en papel mojado.

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