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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Tamir Gedo, director ejecutivo de Breath Of Life Pharma (BOL), que está volcado en la investigación con cannabis en Israel. :: M. A.
La hierba prometida

La hierba prometida

Israel prepara un colosal campo de 'maría' con fines médicos. «Se controlará desde el cultivo de la planta hasta la elaboración final de pastillas, aceite o inhaladores y también centros de investigación»

MIKEL AYESTARAN

Domingo, 10 de septiembre 2017, 09:59

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Tamir Gedo camina a paso rápido y no para de hablar. Acaba de llegar de Buenos Aires, lleva dos días casi sin dormir, pero habla y habla de un sueño que está a punto de convertirse en realidad: la mayor plantación de cannabis para uso médico del mundo. «Cannabis, por favor, hay que usar la palabra cannabis y no 'marihuana', que suena vulgar y remite al uso recreacional que se hace de esta planta, no al uso médico que nosotros perseguimos», subraya el director ejecutivo de Breath Of Life Pharma (BOL), que vive volcado en un proyecto que está a punto de ver la luz y al que ha dedicado los últimos diez años de su carrera profesional. Sus pasos se detienen a unos metros de una enorme verja metálica repleta de carteles que prohíben el paso. «No se puede seguir, la ley nos prohíbe mostrar por ahora toda la zona de plantación», lamenta Gedo, mientras señala a un lado y otro para delimitar la extensión del campo, protegido por fuertes medidas de seguridad. Detrás de esa puerta está todo listo para la plantación de cannabis en una superficie de 90.000 metros cuadrados en la que esperan producir 80 toneladas al año de cáñamo gracias a las buenas condiciones de la tierra y el clima en esta parte de Oriente Medio.

«Vamos a controlar todo el proceso porque en estas instalaciones tendremos desde el cultivo de la planta hasta la elaboración final de pastillas, aceite o inhaladores y también centros de investigación», explica Gedo, ya de vuelta a las oficinas de BOL. Junto a los 90.000 metros cuadrados de plantación han levantado una planta de producción de 3.500 y ocho laboratorios que ocupan otros 2.500 metros cuadrados. «No hay en el mundo una instalación de esta magnitud, tenemos capacidad suficiente para suministrar cannabis a todo Estados Unidos», bromea el director ejecutivo en el interior de un edificio en el que la pared principal está decorada con una foto enorme del cogollo de una planta, lo más próximo al cannabis que se percibe en las recién estrenadas instalaciones, además de los paquetes de galletas que se regalan a las visitas y están elaboradas con elementos del cáñamo.

Apoyo del Gobierno

«Tenemos capacidad para suministrar cannabis a todo Estados Unidos», bromea Gedo

El sueño de Gedo y el resto de propietarios de BOL llega después de una década de experimentación y, sobre todo, después de que las autoridades de Israel apostaran por el cannabis para fines médicos. El proceso legal arrancó en 2011, con la creación de la Unidad Médica del Cannabis (IMCA, por sus siglas en inglés), y en 2013 y 2016 se aprobaron dos resoluciones que han abierto el camino a la experimentación y han permitido que este año ochenta médicos hayan realizado un curso especial para poder recetar cannabis a sus pacientes. «No estamos hablando de legalización, ni descriminalización, esto es medicalización. Que nadie se equivoque. Vamos a controlar desde la semilla hasta la pastilla que se venderá en la Farmacia, queremos estandarizar este tipo de medicamentos y lograr exportarlos a todo el mundo», señala Yuval Landschaft, responsable del ministerio de Salud que dirige la IMCA.

Israel cuenta en la actualidad con ocho plantaciones legales y, según el órgano que dirige Landschaft, hay 700 solicitudes para establecer nuevos cultivos de cannabis a lo largo del país. «Otro de los retos para lograr el reconocimiento mundial era la creación de una farmacopea propia de este sector y por ellos redactamos lo que hemos bautizado como 'cannacopea', la auténtica torá (el Antiguo Testamento) del cannabis médico», asegura Landschaft, que tiene palabras de agradecimiento hacia el actual ministro de Sanidad, el veterano rabino ultraortodoxo Yaacob Litzman, del partido Judaísmo de la Torá, porque «pese a todo el ruido que rodea a los temas relacionados con esta planta, ha sido capaz de priorizar a los enfermos». Con este apoyo al cannabis, Litzman se ha ganado la simpatía de sectores laicos y progresistas de la sociedad israelí, muy alejados de los postulados que defiende su partido.

El paso delante de las autoridades de Israel contrasta con la indecisión de la mayoría de países a la hora de intentar regularizar una droga que hasta ahora estaba prohibida y era perseguida. La legalización para usos terapéuticos se presenta como un primer paso que podría abrir la puerta al uso recreativo. En Israel se despenalizó en marzo su consumo en la esfera pública sin prescripción médica, aunque sigue acarreando una multa económica, una situación similar a la de España.

Del THC al CBD

En los últimos 50 años el cannabis ha sido objeto de experimentación en Israel gracias a los trabajos del doctor Raphael Mechoulam, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, uno de los pioneros en este campo ya que fue el responsable de aislar y determinar el THC, principal ingrediente activo del cannabis. Los laboratorios israelíes han sido capaces de separar el THC y el CBD, los dos cannabinoides más importantes que posee el cáñamo, y trabajan también con el resto de elementos activos de la planta para explotar todas sus posibilidades. «Esto ha sido un paso adelante. Por ejemplo, en el tratamiento de niños autistas, tenemos una investigación abierta con 120 menores y el cannabis ha logrado cosas sorprendentes, como el caso de un niño de 12 años que ha pronunciado por primera vez en su vida la palabra 'mámá'. ¿Sabes lo que significa esto para una familia que sufre tanto? Tenemos una larga lista espera», señala el doctor Adi Aran, director de la unidad de neuropedriatría del hospital Share Zedek de Jerusalén. Su investigación se desarrolla gracias a los medicamentos que desarrolla BOL.

El autismo es un trastorno neurobiológico que se caracteriza por la intensa concentración de una persona en su propio mundo interior y para estos casos se emplean fármacos elaborados a partir del CBD, que no tiene el efecto psicoactivo del THC, que es el que se busca cuando se fuma marihuana. En BOL trabajan en cuatro líneas principales de investigación y «estamos obteniendo resultados positivos, aunque todavía nos queda trabajo por delante», piensa Gedo, que desde su despacho en el cuartel general de la empresa farmacéutica, situada a medio camino entre Jerusalén y Tel Aviv, propone realizar una rápida visita a la planta de secado. «El cannabis puede resultar clave en el tratamiento de la diabetes, la enfermedad de Crohn, epilepsia o como calmante para los pacientes de quimioterapia que no toleran los calmantes tradicionales», reflexiona Gedo en voz alta mientras abre una puerta en la que un cartel anuncia la entrada a una 'zona restringida'.

Una gran nave industrial totalmente vacía es lo que espera al otro lado y «esto es lo único que podemos mostrar por ahora, en Israel es más fácil obtener los permisos para investigar con cannabis que mostrar ese trabajo a la prensa», sonríe al mismo tiempo que recorre el lugar y explica en voz alta cómo se distribuirá la maquinaria. El sueño verde de esta empresa emergente ya ha llamado la atención de inversores extranjeros que, ante las dificultades y muros burocráticos que encuentran en sus países, comienzan a invertir en Israel, un ejemplo a seguir en el uso del cannabis para fines médicos.

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