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Gestión de la migración, una responsabilidad europea

Europa sigue haciendo frente a las presiones migratorias y, aunque la diferencia entre ahora y hace dos años es como la noche y el día, sigue siendo uno de los asuntos más acuciantes

dimitris avramopoulos

Martes, 22 de agosto 2017, 22:53

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La Comisión no está descubriendo ahora esta cuestión. Cuando el presidente Juncker tomó posesión, creó el cargo de comisario de Migración de la Unión Europea, porque sabía que la migración tenía que ser la primera prioridad de nuestro mandato. Tuve el honor de asumir el cargo y, desde entonces, hemos venido trabajando juntos sobre un planteamiento europeo en materia de migración.

Ante esta situación, no caben respuestas simplistas, sino un enfoque global. Ya hemos avanzado mucho y conseguido más en los dos últimos años que lo que ha sido posible en los veinte anteriores. Nuestro planteamiento global ya está arrojando resultados concretos: se han salvado muchas vidas en el mar multiplicando los medios a disposición, se están abordando las causas profundas de la migración apoyando el desarrollo en los países de origen, se reducen los flujos gracias a la colaboración con terceros países, se protegen nuestras fronteras con la nueva Guardia Europea de Fronteras y Costas, se han abierto vías seguras y legales de reasentamiento para los refugiados desde países cómo Turquía o Jordania, se muestra solidaridad en el interior con los estados miembros más afectados y, en el extranjero, con los países vecinos que acogen un gran número de refugiados.

Poco a poco, pese a las dificultades, va surgiendo un enfoque más homogéneo para tratar el fenómeno migratorio, pero todavía queda mucho por hacer para generar confianza recíproca en Europa y forjar una manera coherente y global de aprovechar los beneficios, al mismo tiempo que se afrontan los desafíos de la migración a largo plazo.

Apoyar a los estados miembros más afectados y atajar los flujos a lo largo de la ruta del Mediterráneo central constituyen grandes prioridades de nuestro programa. En el Mediterráneo occidental, seguiremos de cerca la situación con las autoridades españolas. La Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas ha estado prestando apoyo a las autoridades españolas en los últimos años. Tenemos 220 agentes desplegados en el momento, así como barcos y aviones, para ayudar en la vigilancia de fronteras, búsqueda y rescate y luchar contra la delincuencia organizada. En el oriental, la situación está también controlada. Desde la Declaración UE-Turquía acordada en marzo de 2016, el número diario de migrantes que llegan a Grecia desde Turquía ha pasado de 10.000 en un solo día, en octubre de 2015, a una media de alrededor de 80 al día. En general, las llegadas a las islas griegas desde Turquía han disminuido en un 98%.

Pero Libia no es Turquía y por razones obvias no podemos tener el mismo tipo de acuerdos con Libia como los que tenemos con Turquía. En cambio, nuestra actuación en el Mediterráneo central ha de centrarse en salvar vidas en el mar, en mejorar las condiciones allí donde podamos en Libia, en ayudar a los migrantes atrapados allá a regresar a sus países de origen y en desalentar los cruces peligrosos e ilegales en barco. Una pieza clave del rompecabezas para conseguir este objetivo es la apertura de vías seguras y legales para los auténticos refugiados. Europa debe seguir cumpliendo su obligación humanitaria de ayudar a las personas que huyen de la guerra y la persecución. En julio pasado pedimos a todos los países de la UE que nos dijeran, para septiembre, a cuántos refugiados estarían dispuestos a reasentar (es decir, traer de forma segura a Europa) desde Libia y los países vecinos el año que viene. La UE seguirá prestando apoyo a estos esfuerzos, facilitando 10.000 euros por cada persona que reasiente un Estado miembro.

Confío en que España contribuya a estos esfuerzos por detener los flujos a lo largo de la ruta del Mediterráneo central. España puede hacerlo aportando más fondos al Fondo Fiduciario UE-África para abordar las causas profundas de la migración, contribuyendo con personal para las agencias de la UE activas en Italia y ofreciendo plazas para el reasentamiento legal para los auténticos refugiados procedentes directamente de Libia y sus países vecinos.

Otro elemento crucial sigue siendo el retorno y la readmisión. Es ahí donde la UE ha de presionar para garantizar que los terceros países cooperen en la readmisión de sus ciudadanos que lleguen a Europa como migrantes económicos. Ya tenemos algunos ejemplos positivos, como nuestra cooperación con Níger, que ha reducido drásticamente los flujos de tránsito a través de ese país, pero que ahora deben reproducirse en otros lugares. De cara al futuro, hemos de ser más audaces. Nuestra política de visados, por ejemplo, podría utilizarse como medio de presión, en caso necesario, sobre países como Bangladés, a fin de acelerar la readmisión de sus migrantes que lleguen a Italia de forma ilegal. Confío en que podamos también contar con el apoyo de España en estos esfuerzos.

En los próximos meses, seguiremos proponiendo ideas nuevas y creativas que puedan contribuir a impulsar las soluciones en este ámbito. También seguiremos abogando por alcanzar un compromiso equilibrado sobre la reforma del Derecho de la UE en materia de asilo, para que las condiciones del asilo sean equiparables en toda Europa y evitar la situación actual donde unos países acogen mucho más que otros. Para la Comisión, este compromiso debe basarse en que todo el mundo sea solidario y redundar en interés de toda la Unión Europea.

Estoy seguro de que juntos podremos estar a la altura del desafío de la migración. Es más, si colaboramos, estoy convencido de que podremos recoger los frutos.

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