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Un 'jeepney' circula por una calle de Manila. :: zigor aldama
Filipinas manda los 'jeepneys' al desguace

Filipinas manda los 'jeepneys' al desguace

Los pintorescos minibuses creados a partir de viejos vehículos militares son sentenciados por contaminantes e inseguros

ZIGOR ALDAMA

Lunes, 15 de enero 2018, 09:08

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Son lo primero que sorprende a los recién llegados a Filipinas. Con formas de otro tiempo, dibujos exuberantes y lemas que no dejan indiferente a nadie, los 'jeepneys' se han convertido en el transporte público más peculiar de la excolonia española. Pero deben su existencia a la potencia que se apoderó del archipiélago después: Estados Unidos. No en vano, nacieron del excedente de jeeps que los soldados estadounidenses dejaron en las islas al final de la II Guerra Mundial.

Necesitados de vehículos y sobrados de ingenio, los filipinos transformaron estos históricos Jeep Willys en algo parecido a autobuses urbanos. Los bautizaron 'jeepneys' tomando las palabras jeep y 'knee' -rodilla en inglés-, para hacer referencia al poco espacio que tienen los pasajeros, cuyas rodillas siempre chocan. Alargaron y cubrieron su parte trasera con una nueva carrocería metálica, equiparon el interior con un banco corrido a cada lado, y se ganaron el corazón de la ciudadanía con pinturas que muchos consideran arte urbano en movimiento. No faltan los retratos de Cristo acompañados de todo tipo de lemas religiosos, pero tampoco calaveras, dibujos animados, los grafiti más vanguardista y escenas de amor aliñadas con palabras en español.

El Gobierno decidió reconocer los 'jeepneys' como medio público de transporte, profesionalizó a sus conductores y estableció rutas que se muestran en los propios vehículos. Se estima que hoy casi 300.000 unidades -la mayoría fabricados en Cebú con chasis de camiones japoneses- lo convierten en el principal medio de transporte de Filipinas. Pero sus días están contados.

«El Gobierno quiere quitarnos las licencias para dárselas a las grandes empresas», dice un conductor

De hecho, desde que comenzó el año, aquellos vehículos con más de 15 años tienen prohibida su circulación. Y el Gobierno ya ha anunciado que es el primer paso para sustituirlos por minibuses menos ruidosos, más seguros y menos contaminantes. Comienza una campaña de renovación de la flota que también servirá para que los 'jeepneys' que no cumplan la normativa se pongan al día. Entre las medidas más inmediatas estará, por ejemplo, la incorporación de cámaras de seguridad en todos los vehículos. «De momento, el objetivo no es acabar con los 'jeepneys' sino mejorar el servicio que proporcionan», explicó Harry Roque, el portavoz de la Presidencia del Gobierno.

El tema no es baladí. El propio presidente, Rodrigo Duterte, ha afirmado que los 'jeepneys' «envenenan a la población» por sus elevadas emisiones de gases nocivos. El mandatario advirtió a los conductores en su agresiva línea habitual: «O modernizáis los 'jeepneys' o los convertiremos en chatarra. El año que viene -por 2018-, no quiero ver ni uno en las calles. Si lo veo, seréis arrestados». Si se cumplen los planes de Duterte, los vehículos más característicos de Filipinas habrán desaparecido por completo en 2021, desplazados por una nueva flota de autobuses híbridos y eléctricos que cumplirán la normativa de emisiones Euro 4.

«Solo existen en este país»

Pero sus dueños prometen dar batalla. Miles de conductores se han manifestado, en ocasiones incluso de forma violenta, por lo que consideran un atentado contra su forma de vida. «El Gobierno quiere quitarnos esta vía de ingresos para darles las licencias a grandes empresas de transporte», comenta Marcos Rodríguez, conductor de un 'jeepney' de la capital, Manila. «Nosotros hemos comprado nuestros vehículos para poder dar de comer a nuestras familias y nos organizamos en pequeñas empresas o cooperativas. Somos pobres y no podremos afrontar el desembolso que requerirá hacerse con uno de los vehículos nuevos», apostilla.

Roque asegura que «no es una medida contra los pobres, ni para beneficiar a los ricos». El portavoz gubernamental afirma que es imprescindible proteger el medio ambiente y mejorar la seguridad de unos vehículos que provocan innumerables víctimas en accidentes. El pasado día de Navidad uno de estos 'jeepneys', que transportaba a un grupo de fieles a misa, chocó con un pequeño autobús: los 20 muertos que dejó el siniestro viajaban en el primero, y el caso se ha convertido en bandera de quienes abogan por acabar con los 'jeepneys'.

«Entiendo que no son el mejor medio de transporte. Pero va a ser una tristeza despedirse de ellos. Porque no existen en ningún otro país», comenta Marie Mendoza, una joven que todos los días viaja desde Quiapo al centro financiero de Manila, Makati, a bordo de un 'jeepney'. «Además de acabar con una parte de nuestra historia, temo que los precios de los billetes suban demasiado y resulte muy caro ir al trabajo».

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