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Españoles al servicio de la Reina de Inglaterra

Españoles al servicio de la Reina de Inglaterra

Muchos han pedido la nacionalidad británica por miedo al 'Brexit'. La valenciana Lorena Obón cuenta el proceso, que incluye un examen para demostrar sus conocimientos de la historia del Reino Unido... y un gran fajo de libras

FERNANDO MIÑANA

Jueves, 8 de marzo 2018, 08:52

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Lorena Obón tiene una larga melena rubia, los dos brazos tatuados y lleva 15 de sus 37 años viviendo en Londres. Nunca dejó de ser española. Ni va a dejar de serlo. Pero desde hace unas semanas también tiene la nacionalidad del Reino Unido. Para llegar hasta ese punto ha tenido que gastarse más de dos mil libras esterlinas (unos 2.240 euros), hacer papeleos durante cerca de doce meses y estudiarse la historia de su país de residencia. Ahora, cuando sale de viaje, le da igual coger el pasaporte español o el británico.

Esta valenciana no es la única que ha dado el paso en el último año y medio. Cientos de españoles han hecho lo mismo o están en pleno proceso para conseguir la doble nacionalidad. El motivo de tanta urgencia es el 'Brexit'. «En mi caso -advierte Lorena- lo he hecho para evitarme algún susto laboral en el futuro».

  • Ceremonia. La valenciana Lorena Obón posa junto al retrato de la reina Isabel al recibir la nacionalidad británica. :: R. C.

Y así todos. El referéndum del 23 de junio de 2016 decidió que el Reino Unido saliera de la Unión Europea y eso generó mucha incertidumbre. Los españoles que llevan más de un lustro trabajando en las Islas Británicas comenzaron a temer las consecuencias de este cambio y, por precaución, muchos tomaron la decisión de pedir la doble nacionalidad.

El día de la nacionalización juran lealtad a la reina y cantan el 'God Save the Queen' «Esto es un negocio más», dice Obón tras pagar más de 2.000 libras

Lorena Obón explica que antes del 'Brexit' nunca se lo había planteado. «¿Para qué? Si teníamos los mismos derechos». Pero en cuanto asomó la amenaza, no lo dudó y se adentró en el costoso y farragoso camino hacia el nuevo pasaporte. «El primer requisito es tener la residencia permanente, para lo cual debes llevar, como mínimo, cinco año viviendo aquí. Tienes que pagar 65 libras y demostrar que resides de verdad aquí mediante contratos, facturas del agua y la luz...».

El siguiente reto es superar un examen de inglés «no muy complicado». Pan comido para Lorena. «Si llevas, como es mi caso, 15 años en Londres se supone que no debe ser un inconveniente». Eso sí, el examen lleva aparejado otro pago: 150 libras. «Esto es un negocio más», asegura esta valenciana que trabaja para una empresa londinense. La única forma de eludirlo es haber estudiado una carrera en el Reino Unido.

Lorena fue a Londres por primera vez cuando era estudiante y decidió pasar un verano con un amigo para mejorar el idioma; después solicitó la beca Erasmus para volver. Entonces le salió un trabajo como camarera y, más tarde, de lo suyo, ingeniera química industrial. Ahora trabaja como auditora interna, haciendo el control de calidad, en una empresa de finanzas. «En 15 años ha cambiado todo y ahora, con Whatsapp, Skype y Ryanair, es todo más fácil».

La siguiente prueba en este proceso de nacionalización exige hincar los codos. Es el filtro que realmente va a detectar si tienen idea de cómo es la vida y la historia de los británicos. «Pagas 15 libras y tienes que estudiarte un libro de 180 páginas que va desde que las islas estaban unidas al continente hasta la monarquía. No me supuso un problema: me gusta la historia, aunque es multiplicada por cuatro países, y veo necesario tener estos conocimientos».

A ella le tocó demostrar que sabe que el cardo es la flor que representa a Gales, en qué año se construyó la torre de Londres, dónde viven el primer ministro y la reina, quién inventó internet o qué dos esposas, de las seis que tuvo, decapitó Enrique VIII.

Este examen es tipo test. El aspirante tiene que responder a veinte preguntas eligiendo una de las cuatro opciones para cada enunciado. «Ahí te quitan hasta el reloj. Yo aprobé a la primera». Es uno de los tramos más engorrosos. «Yo entiendo que a mis amigos, muchos rondando los 40, lo último que les apetezca cuando llegan a casa por la noche, después de trabajar, sea ponerse a estudiar la historia del Reino Unido». Pero tienen ayuda y, como sucede con el examen de la autoescuela en España, es posible ponerse a prueba haciendo los tests que hay en internet. «Yo no me presenté hasta que no las respondía todas», recuerda Lorena. Te puedes examinar todas las veces que quieras, pero pagando 50 libras cada vez.

Solo 90 días fuera

Con el aprobado en la mano, es el momento de ir a que te tomen las huellas dactilares. Eso sí, antes habrá que pasar por el cajero para pagar las 20 libras que cuesta este paso. Una vez lo tienes todo -la residencia permanente, las huellas y los dos exámenes superados-, es el momento de entrar en la página web del Gobierno para rellenar un formulario y acreditar dónde trabajas y cuántos días al año estás fuera del país. «Si lo has superado todo, pero estás más de 90 días al año en el extranjero, olvídate. Es complicado porque tienes que detallar dónde has estado cada vez que has salido y, para mí, que viajo mucho, no es fácil acordarte, pero entiendo que quieren averiguar si vives aquí realmente». Y otra serie de datos: desde confirmar que no tienes antecedentes penales hasta el nombre de tus padres y cuándo y dónde se casaron.

Aún quedan más flecos para acabar con este proceso. «Te tienen que avalar dos personas. A mí me lo hicieron mi compañera de piso y mi jefa». Una vez has rellenado este formulario debes presentar todos los papeles en el registro y pagar otras 1.300 libras. «Al final te vas por encima de las 2.000. Y es un dinero que no recuperas si al final rechazan tu solicitud».

Si superas todas las cribas, llega el momento de la ceremonia. El nuevo británico debe acudir a la oficina del registro de su barrio el día de la semana señalado para jurar la bandera. «En la sala hay un retrato de Isabel II, la bandera del Reino Unido (la Union Jack) y un 'lieutenant', un teniente del Ejército que está en representación de Isabel II, ante quien has de recitar una frase en la que juras lealtad a la reina y a sus herederos». Al final del acto, Lorena Obón, que se presentó ese día, el 21 de febrero, acompañada por sus padres -la gente va con familiares y amigos-, recibió su certificado, momento en el que ella y los otros 19 nacionalizados -de 15 países diferentes- tuvieron que entonar el 'God Save the Queen'. Británicos al fin. Ya solo les quedaba un trámite, solicitar el pasaporte y... un último desembolso de 80 libras.

En realidad hay un paso más, acudir al consulado para manifestar que deseas mantener también la nacionalidad española. De lo contrario, en tres años pierdes el pasaporte español.

En el Ministerio de Asuntos Exteriores ya han detectado que cada vez acuden más españoles a realizar este último trámite. En 2015, antes del referéndum, 62 españoles fueron a la embajada en Londres, y otros 11 al consulado de Edimburgo, a hacer constar que querían mantener el pasaporte español. En 2016, el año de la controvertida votación, la cifra fue más del doble, con 165 peticiones (140 en Londres y 25 en Edimburgo). El año pasado volvió a incrementarse, llegando a las 276 solicitudes (239 en Inglaterra y 37 en Escocia). Y, atendiendo a la duración de este proceso, es previsible que siga creciendo.

Lorena Obón no se arrepiente del tiempo ni el fajo de libras invertidos. «Hay empresas que solo pueden contratan a británicos porque no saben qué va a pasar. Si yo pierdo mi trabajo voy a tener que pelear con los británicos por un nuevo puesto y estaré en desventaja. Y luego está la incomodidad de que tengo a toda la familia en Valencia y, si me quiero ir un periodo largo de tiempo, tengo que estar haciendo cálculos para no superar los 90 días a lo largo del año». Este paso, además, le permitirá votar en las elecciones generales como si fuera una 'british' más.

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