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Varios niños utilizan ordenadores en un aula.
«Los padres quieren innovación educativa, pero con los hijos de los demás»

«Los padres quieren innovación educativa, pero con los hijos de los demás»

Stavros Yiannouka, CEO de la Cumbre Mundial de Innovación Educativa, apuesta por sistemas que atraigan a los mejores a la profesión docente

Borja Robert

Lunes, 4 de julio 2016, 21:10

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Los sistemas educativos de los países desarrollados están en una encrucijada. La sociedad cambia tan rápido que no hay tiempo, ni recursos, para adaptar las escuela a las nuevas realidades. Algunos claman por una revolución en las aulas que otros creen innecesaria. Los autodenominados 'antipedagogos' defienden que tanto los contenidos clásicos como las estrategias de siempre -clases magistrales, deberes, exámenes, notas de cero al diez y memorización- siguen siendo la mejor estrategia. Otros sugieren que, si el objetivo es preparar a los jóvenes para un futuro incierto, el énfasis debe ser para impulsar otras competencias como el trabajo en equipo, la creatividad o la resolución de problemas. Recientemente, el consejero delegado de la Cumbre Mundial de Innovación Educativa (WISE), el chipriota Stavros Yiannouka, visitó Madrid y reivindicó tanto el impulso de la profesión docente como establecer un proceso permanente de prueba y evaluación del propio sistema como única forma de mejorar.

«Si tuviese que decir un ingrediente secreto que comparten todos los mejores sistemas educativos, sin duda es que tienen buenos profesores», explicó Yiannouka. «En dos sistemas tan diferentes como pueden ser el de Singapur o el de Finlandia, ambos tienen en común la importancia que le dan a sus docentes. Y no solo hablo de sus salarios, sino del respeto social. En ambos casos, el sistema se ha dotado de las herramientas para poder elegir a los mejores, tratarlos como a profesionales y poder exigirles resultados».

Con gente talentosa a cargo del aula, recalcó, los jóvenes obtienen mejores resultados y, además, es más fácil hacer cambios de calado en el sistema. «En Finlandia entran por primera vez con siete años, tienen menos deberes y acaban de cambiar todo su currículo para que, en vez de estar basado en asignaturas, los alumnos aprendan de manera interdisciplinar a partir de 'fenómenos'».

Aun así, reconoce, es fácil proponer innovaciones y pero más complicado implementarlas. «Sobre todo por dos factores. El primero es que para las clases más altas de la sociedad, digamos que el 25% más próspero, el sistema todavía funciona. Van a buenos colegios, a buenas universidades, consiguen buenos trabajos», afirma Yiannouka. «Además, a menudo es a los que se recurre cuando se buscan líderes, ya sea de empresas o administraciones públicas. Son los que deberían impulsar cambios que ellos, sin embargo, no sienten acuciantes».

Un acuerdo roto

También está el factor de la inercia entre las familias, y el miedo a la disrupción. «Todos los padres tienen una tendencia natural a querer innovación, pero a que esta se pruebe con los hijos de los demás». En cualquier ámbito, recalca, la innovación a menudo provoca cambios bruscos, empresas que cierran, sectores económicos que se reconfiguran por completo. «La innovación puede provocar procesos que no tienen nada de tranquilo; y es normal que las familias no quieran algo semejante», sentenció.

Si otros tienen dudas, no es el caso de Yiannouka. La innovación debe ser parte de los sistemas educativos, especialmente en una época como la actual. «La gente cada vez está menos satisfecha con los sistemas actuales, y tienen motivos para estarlo. Durante los últimos 100 años, la educación ha sido el principal impulsor de la movilidad social. Si estudiabas mucho conseguías un mejor trabajo, más dinero y, en general, mejorabas tu vida y la de tu familia dentro de tu sociedad. Pero este acuerdo se ha roto en los últimos diez o quince años», recalca el directivo de WISE. «Cada vez tenemos más graduados universitarios en paro, sobre todo en Europa y en China. Estudian tantos años y luego no consiguen mejorar sus expectativas profesionales. Por otro lado, los costes, se paguen mediante impuestos o se haga cargo cada uno, han aumentado. Es normal que la gente se pregunte si se le está sacando rentabilidad».

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