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Universitarios atienden a una clase.
O en inglés o nada

O en inglés o nada

La enseñanza en este idioma es requisito imprescindible para la mayoría de universitarios internacionales que buscan estudiar en el extranjero, según un estudio

Borja Robert

Viernes, 24 de abril 2015, 19:02

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El inglés es la lengua franca de la investigación y, como tal, se ha transformado en el requisito fundamental de la mayoría de estudiantes universitarios que persiguen una carrera académica en el extranjero. O las clases son en inglés o no quieren ir. Un estudio elaborado entre 700 alumnos de doctorado de 21 de las facultades más prestigiosas del mundo ha analizado qué características les hicieron decantarse por unas u otras instituciones, y el grado de importancia que le dieron a cada una. Además del idioma, la posibilidad de obtener una beca, la reputación de la universidad o que se encontrase en una ciudad interesante también resultaron determinantes.

El requisito del idioma, explica Louise Simpson, directora de World 100, una red internacional de universidades de prestigio que analiza sus propias reputaciones y que ha elaborado el estudio, es la más destacada de las características esenciales. «Esencial en el sentido de que ni siquiera contemplan ir a sitios donde no se cumple ese criterio», asegura. Los motivos, explica, tienen que ver tanto con que el inglés es la lengua vehicular de la ciencia como con que muchas de las universidades más prestigiosas del mundo son británicas y estadounidenses.

La expectativa de recibir una beca, asegura Simpson, no solo tiene una motivación económica. «Incluso los que se lo pueden permitir, los que no necesitan el dinero, van a buscar una beca porque les da prestigio personal», asegura. También, aclara, le dan importancia a la calidad y la reputación de la institución. «Hay que separar entre calidad y reputación. Para ellos la reputación es la imagen externa que tiene la sociedad de una universidad, mientras que la calidad es algo que solo identifican los expertos en una materia», afirma. «Entre los que se encuentran ellos, claro». Pese a esta reflexión, recalca, anteponen el prestigio externo al que ellos mismos le conceden a la hora de elegir. La ciudad y el entorno, aunque no tan esenciales, los calificaron como condiciones de especial atractivo.

«Es importante descubrir qué expectativas tienen, qué les interesa», explica Simpson. Durante este último estudio se fijaron en los estudiantes que optan a un doctorado, «porque son los que quieren dedicarse a la investigación o conseguir un trabajo de élite en el futuro». Son el grupo, asegura, más preocupado por acceder a la mejor institución posible.

Aunque algunas características no se consideran esenciales, asegura Simpson, son las que acaban por decantar la balanza entre un lugar u otro. «Son el final de la cadena de decisiones que determina cómo se elige un destino», explica. La más importante cuando la lista de opciones ya es pequeña, cuenta, es el prestigio de la persona que vaya a supervisar su tesis doctoral. «A la hora de tomar la decisión final, cuando la lista se ha reducido a unas pocas opciones, esta es la más destacada», afirma.

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