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Democracia, información y ciberseguridad

La democracia es un régimen de opinión pública y en su formación interviene de forma directa y determinante la información y la comunicación. Por lo que todo lo que la perturba o distorsiona afecta de forma directa a los cimientos mismos del propio sistema

José María Molina

Domingo, 10 de diciembre 2017, 22:51

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ES una antigua práctica política y aspiración generalizada de todos los gobiernos y grandes grupos de influencia, intentar que los gobernantes y líderes que resulten de cualquier proceso, sean próximos o proclives a sus planteamientos por las indudables ventajas que ello comporta para sus intereses. Entre los medios utilizados están los de naturaleza intangible, derivados de la información que, en ocasiones, implica llevar al extremo estas actuaciones valiéndose de la agitación, la propaganda, la intoxicación o la desinformación, para lograr sus objetivos.

La democracia es un régimen de opinión pública y en su formación interviene de forma directa y determinante la información y la comunicación. Por lo que todo lo que la perturba o distorsiona afecta de forma directa a los cimientos mismos del propio sistema.

Entre estas actividades están las de incitar, alentar o apoyar a grupos revolucionados, las actividades de rebelión o secesión, o cualquier acción encaminada a alterar la unidad o a socavar el orden político del Estado. Las campañas de difamación, calumnia o propaganda hostil realizada con fines de intervención, fomentar la rebelión o ayudar a las actividades ilegales o violentas, así como la difusión de noticias falsas o deformadas.

Cuando estas actividades son realizadas desde el exterior por otro Estado incurren en lo que se conoce como ‘injerencia en los asuntos internos’ con las consecuencias diplomáticas y políticas propias de su gravedad.

Desde hace unas décadas, el desarrollo de las TIC y, con ellas, la aparición de Internet ha dado lugar al surgimiento del ciberespacio, que se ha configurado como conjunto de interconexiones electrónicas dispuestas en red, que constituye un espacio de relación integrado por componentes de naturaleza material de base tecnológica, de naturaleza inmaterial sustentada en la información y el conocimiento, a través del lenguaje, de naturaleza antropológica fundamentada en la sociabilidad del ser humano, que ha devenido en medio y procedimiento para prestar servicios y ha generado un nuevo marco espacio-cultural con efectos económicos, políticos, jurídicos, sociales, culturales y de seguridad; que tiene como límites la seguridad, el desarrollo y el respeto a los derechos humanos y necesita establecer una estrategia internacional para su gestión (1).

El ciberespacio ha contribuido a una magnitud sin precedentes de todo lo relacionado con la información y, en paralelo, al aumento de riesgos contra la misma de consecuencias y efectos impensables.

La falta de seguridad en el ciberespacio se está convirtiendo en una seria amenaza para la democracia por cuanto supone la alteración del activo inmaterial más importante del que se nutre, constituido por la información, base de la formación de toda opinión pública libre en la que el sistema democrático se sustenta.

Para hacer frente a esta deficiencia surge el nacimiento y desarrollo de la ciberseguridad, concebida como el conjunto de actividades realizadas a través de las infraestructuras tecnológicas, los servicios que estas prestan y la información que manejan, dirigidas a proteger el ciberespacio contra su uso indebido, garantizando la libertad, los derechos y el bienestar de los ciudadanos, su defensa, la de los principios y valores de su convivencia, así como su contribución a la seguridad internacional.

De un tiempo a esta parte, cada vez es más frecuente que en momentos electorales o con ocasión de cualquier tensión política interna, las democracias occidentales sean víctimas de los efectos de la manipulación informativa a través de las redes sociales, como comunidades de individuos que comparten intereses o actividades, con masivos envíos a la opinión pública de mensajes distorsionados, información falsa, o ciberataques.

Son ejemplos, las elecciones americanas donde resultó elegido Donald Trump, el ‘brexit’ británico, Francia u Holanda. En Europa del Este tampoco faltan casos como Estonia, Dinamarca, Bulgaria, Hungría, Serbia o Eslovaquia. En España, actualmente, con motivo del ‘procés’ catalán, precampaña y campaña electoral.

En todos ellos, según parece, gran parte de los servidores de los que procedían la invasión de las redes sociales estaban situados en territorio ruso, lo cual no quiere decir, necesariamente, que tras ellos esté el gobierno ruso, pues en la ciberguerra también existen los mercenarios que, de forma individual o colectiva y organizada, a cambio de un precio, realizan tareas maliciosas con la tecnología a su alcance y habilidades consiguientes. En este sentido no debemos olvidar que personajes como Assange o Snowdem pululan por esos mundos.

Estos hechos confirman la seria amenaza de amplio espectro a la que se enfrenta el mundo civilizado, sus sociedades, su economía, su política y el propio sistema democrático. Lo que requiere un rearme institucional, organizativo, jurídico y tecnológico a la altura de la amenaza.

La inminencia del proceso electoral catalán y los precedentes de desinformación, intoxicación, mentira y calumnia, de los que ha venido rodeado el ‘procés’, unido a su íntima relación con el ‘hacktivismo’, no augura nada bueno para estos comicios en particular ni para la democracia en general. Tal vez sea el prólogo de acciones similares, futuras, para las que hay que prepararse, lo que demanda desarrollar, implementar y potenciar los mecanismos necesarios para la neutralización de las amenazas informacionales en todas sus dimensiones.

No debemos olvidar que la manipulación informativa de la opinión pública es un atentado contra la libertad de expresión e información y contra la libre elección política. Y supone un grave ataque contra la democracia que comporta una agresión contra la seguridad nacional, europea y occidental.

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(1). ‘Globalización, ciberseguridad y estrategia de información’, José María Molina, The Economy Journal.

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