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Reactor que transforma el CO2 en carbonatos para materiales de construcción.
Adornos de Ikea hechos de gases contaminantes

Adornos de Ikea hechos de gases contaminantes

Con la transformación del metano y el CO2 en productos químicos, se obtienen textiles, carburantes y plásticos con los que fabricar carcasas de móviles o adornos de IKEA

Lucía Caballero

Domingo, 29 de mayo 2016, 01:12

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IKEA se ha convertido en el proveedor de muebles por excelencia tanto en España como en el resto de Europa. La empresa sueca ha conseguido que sus impronunciables estanterías Kallax, sillones Poang y lámparas Duderö constituyan verdaderos clásicos del mobiliario hogareño del viejo continente.

Su catálogo incluye cientos de productos entre los que abundan los fabricados en plástico o que incluyen alguna pieza de dicho material. Por esta razón, y para probar su compromiso con el medio ambiente, el gigante sueco ha firmado recientemente un acuerdo con Newlight Technologies, una empresa californiana afincada en Los Ángeles que produce compuestos termoplásticos a partir metano.

Según el convenio, IKEA comprará el 50 % del químico obtenido anualmente en la planta que Newlight opera en Estados Unidos. A cambio, la compañía europea adquiere los derechos exclusivos en la industria del mueble para utilizar la tecnología de transformación de gases de efecto invernadero y aplicarla en la fabricación de mobiliario.

Aunque Newlight Technologies ha comenzado con el metano, ya trabaja para aplicar el mismo sistema al dióxido de carbono. Se están realizando grandes esfuerzos con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, nos explica Esther Santos, científica de la Universidad de Cantabria y miembro de uno de los cinco grupos de investigación españoles que integran la red de Valorización Química Sostenible de CO2.

Además de las iniciativas en los ámbitos de las renovables y la eficiencia energética, cada vez hay más proyectos dirigidos al desarrollo de procesos de captura y, más recientemente, de valorización de CO2 que permiten transformarlo en productos de interés energético e industrial, prosigue Santos.

Este es el área en la que se centran los trabajos del equipo de Chunshan Song, un investigador de la Universidad Estatal de Pensilvania que preside el comité de la Conferencia Internacional sobre la Utilización del Dióxido de Carbono. El experto lleva más de una década desarrollando técnicas de transformación de dióxido de carbono.

Romper para crear de nuevo

Todos los métodos -los hay térmicos, electroquímicos y fotoquímicos- comienzan con la ruptura del gas en sus componentes fundamentales, carbono y oxígeno, para después combinarlos con otras sustancias y obtener los distintos productos. La estrategia de Song se basa en el uso de catalizadores químicos, unos compuestos que regulan las interacciones entre las moléculas y determinan el resultado final.

El científico y sus colegas han diseñado distintos tipos de catalizadores para conseguir nuevos combustibles y materiales lo más eficientemente posible. Hasta el momento, han empleado hierro combinado con cobalto y cobre con paladio, que actúa para transformar el CO2 en metanol en una reacción de una sola etapa.

También han logrado obtener etileno y propileno, dos sustancias ampliamente utilizadas en la fabricación de botellas, fibras textiles, bolsas de plástico, films protectores para alimentos e incluso piezas de dispositivos médicos.

El proceso tiene, no obstante, un inconveniente a superar: requiere la adición de hidrógeno, producido mediante la descomposición de moléculas de agua, un procedimiento que necesita un gran aporte energético, lo que disminuye la eficiencia del esquema.

La limitación también afecta a Carbon Engineering, una empresa canadiense especializada en la obtención de gasolina sintética. Una de las metas de esta joven compañía es mejorar el proceso de captura del CO2 del aire para hacerlo comercialmente viable. Utilizan una solución adsorbente que retiene el carbono; el líquido se solidifica después en forma de pellets que se someten a altas temperaturas para liberar dióxido de carbono concentrado.

Por su parte, Santos se ha incorporado recientemente a la empresa española APRIA Systems en un proyecto para diseñar y construir un reactor para la valorización de CO2 que funciona con energía solar. El proceso se basa en la aplicación de una diferencia de potencial para obtener metanol, hidrocarburos o ácido fórmico.

Casas más sostenibles

Pero además de combustibles y plásticos, existe aún otra alternativa: los materiales de construcción. La startup Mineral Carbonation International, en la que participan científicos de la Universidad de Newcastle (Australia), emplea carbonación mineral para producirlos, un proceso químico que permite combinar el dióxido de carbono con minerales de calcio o magnesio.

Los australianos lo aplican a un tipo de roca metamórfica, la serpentinita, para obtener carbonato magnésico, que puede utilizarse en la fabricación de cemento, adoquines y placas de yeso y escayola. Sin embargo, también en esta ocasión es necesario aun mejorar el proceso, ya que la obtención de serpentinita es poco sostenible y la carbonación, cara.

Todas estas técnicas de valorización son parte de la denominada economía circular, un concepto reciente que, como nos explica Santos, hace referencia al cierre del ciclo de vida de productos, servicios, residuos, materiales y recursos naturales . Si los esquemas se convierten al fin en iniciativas viables, además de los futuros muebles de IKEA, quizá nuestras casas se construyan con el mismo CO2 que producen los coches.

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