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Vuelta la burra al trigo

HERNÁN BALLESTEROS DE AGUIRRE ABOGADO

Lunes, 5 de junio 2017, 00:59

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YA mi padre me decía, hijo, en España somos todos grandes políticos de barra, excuso decir de a qué barra se refería. En cualquier reunión en torno a un aperitivo en cualquiera de los muchos bares de nuestra geografía española, se arregla España prácticamente todos los días. Se pueden imaginar si la reunión se alarga y el personal pasa a la bebida espirituosa, entonces las opiniones de cada cual se elevan a la categoría de indiscutibles e irrefutables, aunque esta última palabreja más de uno sería incapaz de repetirla después de la segunda espirituosa.

Lo cierto es que opinamos y nuestras opiniones en general convergen bastante, es decir, todos tenemos más o menos claro lo que conviene o no conviene hacer ante determinadas circunstancias que son comunes a todos los españoles y a gran parte del extranjero.

Todos, por lo general, entendemos que no debemos gastar más de lo que ingresamos, que debemos ayudar al prójimo dentro de nuestras posibilidades, somos tolerantes y comprensivos hasta niveles que lo políticamente correcto ha elevado a la categoría de estratosféricos, y aun así, los que se supone que nos representan, no convergen en absolutamente nada. Bueno, perdón, sí hay algo, convergen en meternos la mano en el bolsillo y gastar casi sin límite en cosas que no son prioritarias.

Hagámonos unas preguntas, a las que prácticamente el 100% de los españoles respondería en el mismo sentido, sea de la tendencia política, religión, poder adquisitivo, color de piel, equipo de fútbol. que sea: ¿Desearía tener una mejor sanidad, con menos listas de espera y que su tarjeta sanitaria fuese válida en todo el territorio nacional sin problema, o prefiere que gastemos más presupuesto en embajadas de las comunidades autónomas para colocar a unos amiguetes, además de aportar importante cuantías a varias oenegés dedicadas entre otras cosas rocambolescas, a explicar en el altiplano del Perú la importancia de los sindicatos en la sociedad? (sería curioso saber qué conclusiones sacan los habitantes del citado paraje, de las versadas explicaciones que al respecto les ofrece un propio, que imaginamos envía la ONG de turno).

¿Desearía usted poder elegir la educación para sus hijos (laica, religiosa, mixta, diferenciada, bilingüe, trilingüe, etcétera), y que fuera de calidad, poniendo en sus manos el Estado un cheque escolar para que cada familia eligiese libremente según la oferta de cada centro docente? Eso es verdadera libertad.

¿Desearía que todos los españoles pagásemos los mismos impuestos independientemente del lugar en que vivimos?

¿Desearía que realmente se fomentase el empleo bajando impuestos y no dando subvenciones que poco ayudan a consolidar empleo de calidad y que la intervención del Estado se limite a vigilar que efectivamente no existen abusos en las relaciones laborales? (como ocurre en muchos países del mundo). ¿Desearía que los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones patronales se financiasen con sus afiliados y sus fondos propios y no con nuestros impuestos? (como ocurre en el resto de Europa). ¿Desearía que todos los españoles fuesen iguales ante la Ley y que los jueces fuesen elegidos por los jueces y no por los políticos, garantizando así su independencia? Es evidente que como estas habría miles de preguntas que responderían en el mismo sentido un mecánico de Alcorcón y un camarero de Olivenza.

Entonces, ¿por qué no se prioriza?, con el ahorro de mucho gasto superfluo, se pueden llevar políticas que realmente hagan que el ciudadano se encuentre cómodo pagando impuestos, reorganizando el sistema de pensiones, invirtiendo en sanidad, incentivando que se tengan niños ayudando a las familias, pues a este ritmo parece que nos extinguimos y las pensiones no las va a poder pagar la siguiente generación, etc.

Mi amigo Manolo de Talleres Valdepasillas, es de los pocos que nos ayuda con los gastos a final de mes, me aplica lo que él denomina la «facilidad de pago por tener tanto muchacho» y me arregla el coche dejando que se lo pague como vaya pudiendo. Si no fuera por Manolo y por tantos como él que fían a sus conciudadanos que trabajan más horas de las que facultativamente serían recomendables, este país no estaría levantando cabeza. Nos hemos apretado el cinturón todos los españolitos, pero la Administración sigue endeudándose y gastando y subiéndonos impuestos para poder hacerlo.

Como pueden entender, no tengo la respuesta al irracional comportamiento de nuestros mandatarios, pero sí una hipótesis desarrollada a lo largo de estos años de democracia en distintas barras y con distintos contertulios. Las instituciones se han desvirtuado y la partitocracia ha invadido nuestra querida España. Vemos que prosperan peligrosamente partidos antisistema, porque el sistema no está funcionando como debiera, la corrupción nos ahoga y el político se mueve por los intereses de 'lobbys' minoritarios, pero poderosos.

Desde los ERE y Cursos de Formación por el Sur, a los 3 y 4% del norte (aunque esto de la mordida es generalizado en toda España por lo que vemos), pasando por los canales del medio, parece que no se escapa ni el gato, sea del color que sea. Propongo una cosa. Que hagamos que el 'político de barra' que llevamos dentro, dé un paso adelante y que cada cosa con la que no estemos de acuerdo la hagamos saber de alguna forma a los que se supone que mandan y manejan nuestro dinero. Pida el libro de queja en la administración, solicite que cada euro que gasta el Estado y que sale de nuestros impuestos, se justifique y de una vez por todas exijamos que cuando entremos en una administración pública, nos pongan la alfombra roja, porque nosotros somos los que pagamos todo aquello y nos deben respeto, aunque no pertenezcamos a ninguna minoría, porque lo que somos es mayoría, mayoría de españolitos de a pie hartos de aguantar sinvergüenzas. Eso sí, no olvidemos nunca el aperitivo y el buen humor, esto no nos lo pueden quitar.

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