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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
1. El día que ganó la Eurocopa algo cambió en Portugal. Hay quien dice que ese día recuperaron la confianza en lo que eran capaces de hacer. 2. Portugal está orgulloso del MAAT's museum, una apuesta por el arte y la vanguardia. 3. La reciente visita del Papa a Fátima ha servido para insuflar moral a los católicos y sumar dos nombres más a su santoral. 4. La presencia portuguesa en la alta política es indiscutible. ¿La prueba? Barroso y Guterres. 5. Salvador Sobral, el último héroe, tras ganar Eurovisión.
Portugal, en la cresta

Portugal, en la cresta

Nuestros vecinos se ponen gallos: reducen su déficit, suben los salarios, adelgazan el paro, dirigen la ONU tras presidir la UE, ganan Eurovisión, son los campeones de la Eurocopa... hace tiempo que se sacudieron sus viejos complejos

IRMA CUESTA

Miércoles, 24 de mayo 2017, 09:35

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A Portugal se le acumulan las buenas noticias. Ayer mismo recibió de la UE una palmadita en la espalda por lo bien ordenadas que tiene sus cuentas públicas. Tan notablemente ha hecho los deberes que la Comisión Europea ha decidido sacarlo del protocolo de déficit excesivo, el procedimiento que se activa cada vez que éste se le va de las manos a un país y supera el 3%. Bruselas confirma así que nuestros vecinos van por el mejor de los caminos tras haber cerrado 2016 con un desvío en las cuentas públicas del 2% del PIB, algo impensable hace solo un par de ejercicios, cuando los problemas se amontonaban en la puerta. Pero es que desde hace ya un tiempo, Portugal navega a toda vela como si en su estado de ánimo no quedara rastro de su legendaria saudade.

El año pasado, el día que la Asamblea General de la ONU confirmó la elección de António Guterres como secretario general, faltó poco para que se declarara fiesta nacional. Por primera vez en la historia, un luso iba a presidir la mayor organización internacional del planeta afianzando al país como un activo indiscutible del 'soft power', un término usado en relaciones internacionales para describir la capacidad para influir en la realidad de los demás valiéndose de medios culturales e ideológicos, y apoyados en la diplomacia. Aquel día, cuando aún faltaban dos meses para que Guterres hiciera las maletas y se instalara en Nueva York, el presidente de la Asamblea de la República, Eduardo Ferro Rodrigues, declaró: «Es un gran día para Portugal. Esto es como volver a ganar la Eurocopa». Hacía solo tres meses que, contra todo pronóstico, habían escrito su nombre con letras de oro en la historia del fútbol conquistando su primer gran título. Portugal ganó a Francia en una final épica en París, creciéndose ante las adversidades, y con su héroe, Cristiano Ronaldo, lesionado al poco de empezar. Para buena parte de sus diez millones de habitantes aquello se convirtió en la señal definitiva de que, si alguna vez estuvieron cargados de complejos, hacía tiempo que los habían dejado atrás.

Portugal aún celebra estos días la victoria de Salvador Sobral en Kiev casi con la misma alegría con la que festejó la Eurocopa. La proeza del chaval, recibido en Lisboa por una multitud entregada, se ha interpretado en su tierra como la enésima prueba de que los hijos de Luso, tras décadas de pesares y enormes penurias, han recuperado su lugar.

No es solo que hayan ganado el festival de música más internacional, sentado a uno de los suyos al frente de una de las organizaciones más emblemáticas del mundo y mantenido durante diez años a otro paisano, Durao Barroso, al mando de la todopoderosa Comisión Europea; es que han logrado lo que parecía imposible: reducir el déficit y aumentar los salarios con un gobierno de izquierdas en el que se miran los socialistas europeos.

Una buena racha

Diego Carcedo, uno de los periodistas que mejor conoce Portugal (fue corresponsal de TVE y es un incondicional del país de Vasco de Gama), cree que los astros se han conjurado para concederle su hora. «Hay muchas cosas que han hecho posible que este pueblo, sufrido y admirable, haya recuperado la confianza en sí mismo. Creo que por fin han conseguido olvidar la idea -inculcada por Salazar- de que, siendo tan pequeños, una vez perdieran las colonias se reducirían a nada. Mi opinión es que la concesión del Nobel de Literatura a José Saramago (en 1998) ha ayudado mucho el reconocimiento a la lengua y la escritura portuguesa. Aquello fue el principio; fue definitivo en la tarea de levantar el ánimo colectivo».

Carcedo considera que haber entrado en la UE, recuperándose con ello de las consecuencias de años de aislamiento; haberse reconciliado con España, «ante la que siempre se han sentido como el vecino pobre», y haber gestionado de manera impecable el regreso de los miles de portugueses que tuvieron que abandonar las colonias, ha ayudado también a alentar ese sentimiento. «Sobre esos hechos se ha gestado el renacer de la nación que hoy se esfuerza por sorprender al mundo».

La realidad es que, por si no fuera suficiente con la corona continental del fútbol o con colocar a sus insignes compatriotas en algunos de los puestos más relevantes del orbe, a los portugueses les están cuadrando las cuentas. Con buena parte de Europa sudando sangre para salir de la crisis económica, todo apunta a que los lusos han logrado la cuadratura del círculo: rebajar el déficit, aumentar los salarios y las pensiones y crear puestos de trabajo.

El prestigioso 'The Economist' les ha aplaudido doblemente por haber sido capaces de reducir el déficit fiscal a la mitad hasta alcanzar el 2% del PIB (el mejor resultado desde la transición a la democracia) y por bajar el desempleo del 18% al 10%. Los analistas suman a todos esos buenos indicios otros no menos importantes: el Banco Central Europeo estima que, de seguir así, en 2019 el paro habrá bajado al 7%. La ecuación perfecta por más que haber llegado hasta aquí les haya costado más de un disgusto.

Ángel Rivero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y experto en historia y política portuguesas, explica que esa sucesión de buenas noticias tiene mucho que ver con las dificultades por las que han pasado desde que estalló la crisis; con los ajustes que se han visto obligados a realizar, y con el hecho de que su dependencia económica de España le arrastra cuando a este lado de la frontera también comienza a vislumbrarse una tímida resurrección. Rivero cree que la presencia de destacados portugueses en puestos de relevancia mundial está directamente relacionada con que siempre ha contado con unas elites muy bien formadas y con el hecho de que es un pueblo que ha mirado al exterior. Hacia un mundo en el que históricamente los españoles no hemos estado bien vistos... aunque las relaciones estén mejorando. «La asimetría poblacional con España siempre ha llevado a los portugueses a buscar un socio en Europa que contrarrestara nuestro poder y a mantener con España una relación de 'falsos amigos'. Pero, incluso eso, está mejorando».

De Fátima a la Feria del Libro

Mientras en Europa los partidos tradicionales no pasan por su mejor momento, especialmente la socialdemocracia, que se reinventa como puede, en Lisboa han logrado lo que en otros países resultaría imposible: el año pasado, el Partido Socialista Portugués consiguió sustituir al conservador Pedro Passos Coelho, que logró mayor número de votos, gracias a un pacto de gobierno con el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda.

Ángel Rivero cree que tiene su explicación en que los portugueses, cuando se enfadan, no castigan a los partidos tradicionales, sino que, simplemente, emigran, o no votan. El profesor opina que eso, en términos de calidad democrática, no es nada bueno. También Fernando Paula Brito, representante de la agencia de noticias Lusa en España, es de los que defiende que, por más que hasta la BBC hable de su país como un oasis de tranquilidad política en medio de la preocupante turbulencia europea, hay que ser prudentes y no echar las campanas al vuelo. «Hemos salido de una crisis que nos había dejado prácticamente en la bancarrota con un esfuerzo inmenso. Nos ha costado, pero aún no hemos conseguido corregir los grandes desequilibrios estructurales. Lo importante es ver si todos estos síntomas de crecimiento se mantienen».

A la espera de saber si el tiempo confirma que esa senda de crecimiento es la adecuada, ellos no parecen dispuestos a dejar pasar las oportunidades que se les presentan. Una semana después de que el Papa Francisco visitara Fátima y sumara dos más a la larga lista de santos patrios, se preparan para aprovechar que la 76 edición de la Feria del Libro de Madrid haya decidido convertirlos en invitados de honor. Se han tomado el evento como una oportunidad única para demostrar la pujanza de su cultura. Hace solo unos días, dos ministros se encargaron de presidir los actos de presentación del programa de actividades y este viernes, el día en que el gran mercado del libro abra sus puertas, el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, aparcará sus quehaceres para estar en Madrid al frente de los suyos.

Los más optimistas creen que ese Quinto Imperio que vaticinó el mismísimo Fernando Pessoa -el que llegaría para resituar a Portugal en el lugar que se merecía-, está llamando a la puerta.

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