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Una rebanada de pan con crema de cacao con avellanas, producto que debe su consistencia a la utilización del aceite de palma. :: R. C.
Las grandes superficies declaran la guerra al aceite de palma

Las grandes superficies declaran la guerra al aceite de palma

Alcampo, Eroski, Dia o Mercadona estudian retirarlo de sus marcas blancas tras los avisos de los dietistas sobre sus perjuicios para la salud

J. LUIS ÁLVAREZ

Martes, 4 de abril 2017, 08:12

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El aceite de palma es el aceite vegetal más utilizado en el mundo, tanto en la industria alimentaria como en la cosmética, pero en los últimos tiempos su consumo se ha convertido en objeto de debate. La Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación avisa de que esta grasa, tomada de forma habitual en sustitución de otras como el aceite de oliva o de girasol, «puede producir perjuicios para la salud». Por eso, recomienda «saber en qué productos se encuentra y reducir su ingesta».

Estas advertencias han llevado a que la sociedad Auchan Retail, propietaria de los hipermercados Alcampo, anunciase ayer que están trabajando con sus proveedores para eliminar el aceite de palma de sus productos de marca blanca en los que pueda ser sustituido por otro tipo de aceite. No es la única gran cadena de distribución, ni la primera, que ha tomado cartas en el asunto. Los supermercados SuperSano ya han excluido de sus baldas los productos que contengan aceite de palma. También las cadenas de supermercados Dia, Eroski o Mercadona están estudiando la retirada de las marcas blancas que lo contengan.

El aceite de palma está formado en un 48% por ácidos grasos saturados (principalmente el palmítico), en un 37% por ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico sobre todo) y en el 10% restante, por poliinsaturados. Según la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, el aceite de palma en su estado natural «es rico en vitaminas como la A y E y betacarotenos (precursor de la vitamina A), muy beneficiosos para el organismo y fuertes antioxidantes». Sin embargo, tras el proceso de refinamiento en la industria, pierde su composición nutricional, por lo que el aceite que llega a los consumidores «no es comparable ni tiene poder antioxidante».

Incidencia incierta

El consumo habitual de aceite de palma se ha relacionado con diversas enfermedades como el cáncer, la diabetes o la obesidad y afecciones cardiovasculares de diversa índole, si bien, según la Sociedad Española de Dietética, «se necesitan nuevas investigaciones que corroboren los resultados e incluso aclarar ciertos puntos controvertidos que varían entre unos estudios y otros». «Es importante además distinguir entre los ensayos clínicos y los estudios in vitro o en animales, que no son extrapolables en su totalidad», añade.

Para el presidente de la Fundación Alimentación Saludable y profesor de la Facultad de Enfermería de la Universidad Complutense, Jesús Román Martínez, la polémica suscitada sobre al aceite de palma recuerda otras abiertas varias décadas atrás, «que nos decían que los garbanzos, los huevos o las sardinas eran malísimas y te mataban». «Los ataques sobre determinados alimentos o productos son periódicos», apunta el experto en nutrición, que garantiza que «meter un día el dedo en un bote de crema de cacao no acaba con nadie», pero, por supuesto, hay que hacerlo «poco».

«El aceite de palma se añade a los alimentos porque es muy barato, de manera que si se compra un producto muy asequible ya se sabe que lo tendrá. También se usa porque tiene ventajas para preparar determinados productos», agrega el experto.

Respecto a la utilización en alimentos infantiles, Román Martínez señala que el aceite de palma, al igual que la leche materna, contiene ácido palmítico. «Por este motivo tienen que contener un poco de palma para simular a la leche materna», pero el experto subraya que su consumo debe ser «esporádico o reducido».

Por otra parte, la producción de aceite de palma representa un importante peligro para el medio ambiente. Se extrae del mesocarpio de la fruta de la palma, planta originaria de África occidental. Sin embargo, su principal área de producción está en Indonesia y Malasia, zonas críticas por los problemas de deforestación que están sufriendo, con el consiguiente perjuicio también para la fauna.

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