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Los intocables

Los intocables

Una mujer ha sido absuelta después de que su hijo la denunciara por quitarle el móvil. No es la primera denuncia de este tipo. Ni será la última

JAVIER GUILLENEA

Viernes, 24 de marzo 2017, 14:19

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Quitarle a un hijo un móvil para conseguir que estudie es una maniobra de alto riesgo solo reservada para unos cuantos padres temerarios que se atreven a hacer uso de su autoridad. Nunca ha sido fácil educar a un hijo pero últimamente lo es menos, como bien lo ha comprobado María Angustias H.H., una vecina de El Ejido que cometió el supuesto error de obligar a su hijo a estudiar. El niño, de 15 años, le salió respondón y presentó una denuncia contra su propia madre. El juez la ha absuelto pero la condena que ha vivido no se la quita nadie.

El pasado 28 de febrero, festividad del Día de Andalucía y última jornada de un puente escolar de cuatro días, María Angustias, de 37 años de edad, pidió a las ocho de la tarde a su hijo que dejara de jugar con su móvil y se dedicara a estudiar. La petición no sentó demasiado bien al atareado adolescente, que se negó a renunciar a sus presuntos derechos. Su madre trató de arrebatarle el teléfono pero el niño se resistió, por lo que la mujer se vio obligada a forcejear con él.

Lo que ocurrió después fue que el hijo, acompañado por uno de sus tíos, acudió a un centro sanitario para ser examinado. Con un parte de lesiones en la mano se dirigió al cuartel de la Guardia Civil, donde denunció a su madre. La denuncia fue admitida por el juzgado de instrucción y el caso fue a juicio. María Angustias se enfrentó así a una petición fiscal de nueve años de prisión y una orden de alejamiento de 500 metros.

Jugar o estudiar

La sentencia es clara. El titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Almería, Luis Miguel Columna Herrera, relata que, dado que el joven «no quería dejar de jugar con el móvil y ponerse a estudiar», su madre «se lo quitó, si bien para ello, ante la negativa violenta del menor, tuvo que forcejear levemente con él». El magistrado sostiene que María Angustias «en ningún momento se extralimitó» y remarca que, si no hubiera hecho lo que hizo, «sería responsabilidad de la madre el haber dejado a su hijo jugando con el móvil y no hacerlo estudiar». Legalmente todo ha acabado bien para la mujer pero la buena noticia acaba ahí. «¿Qué va a hacer ahora con su hijo?», se pregunta el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, conocido por sus sentencias basadas más en el aspecto educativo que en el mero castigo.

Después de la experiencia vivida poco se puede hacer porque la amenaza de una nueva denuncia siempre acompañará a María Angustias como acompaña, según Catalayud, a muchos padres a los que se les ha despojado del «derecho de corregir a sus hijos». Aunque la cifra no es alarmante y no figura en las estadísticas, cada vez hay más casos de hijos que denuncian a sus padres no por maltratos o abusos, sino no subirles la paga o castigarles sin salir una noche.

En realidad, están en su derecho. «Un hijo puede denunciarte porque no le dejas salir», afirma Javier Urra, primer Defensor del Menor entre los años 1996 y 2001. Él considera que este derecho «es normal» y, en el caso concreto de la madre de El Ejido, la sentencia ha servido para lanzar al hijo el mensaje de que «no haga denuncias tontas porque se le volverán en contra».

Pero el miedo está ahí. «Si ahora un padre lleva a su hijo al hospital con una herida en la ceja se vuelve enseguida sospechoso», asegura Emilio Calatayud. «Ahora ya no puedes ni mirarlos. Si le dices a un niño que no, se trauma, y si le das un cachete te denuncia», añade el juez, que recuerda que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, podría haber sido denunciado cuando dio a su hijo un pescozón en público.

«Hemos perdido el norte»

Los menores son intocables, ellos son conscientes de ello y poco se puede hacer a estas alturas. «El error es que hemos confundido ser padres con ser amigos y la familia con la democracia», señala Javier Urra. «He tenido casos de niñas de 16 años que han denunciado a sus padres para irse a vivir con sus novios», recuerda Emilio Calatayud. «Hemos perdido el norte», se lamenta.

CASOS

  • La paga Una universitaria de Lugo denunció en 2011 a sus padres porque no le subían la paga mensual para «vivir dignamente». A la joven no le parecía suficiente que sus padres le pagasen el piso compartido con otras compañeras y los 600 euros mensuales para sus gastos. El juez dio la razón a los padres.

  • El dormitorio La Fiscalía de Menores de Zamora abrió una investigación por denuncia falsa contra una menor de edad que denunció a sus padres por maltrato cuando la castigaron a permanecer en su dormitorio.

A su juicio, en el origen del desconcierto se haya la modificación del Código Civil, que en su artículo 154, cuando habla de los derechos y deberes de los menores y los padres, eliminó la idea de que los progenitores puedan «también corregir razonable y moderadamente a los hijos». Con la desaparición de esta frase desaparece también «el derecho de corrección». «¿Cómo puedo obligar a mi hijo a que no salga de madrugada? Si dicen que no les da la gana no podemos hacer nada porque igual nos denuncian», dice Emilio Calatayud.

Aunque no ha ocurrido así en el caso de María Angustias, la madre de El Ejido, las consecuencias de una denuncia pueden ser graves. «Sale mucho más caro dar un cachete al niño que desobedecer la Constitución», asegura el juez de menores. Muchos padres lo saben. Muchos hijos también.

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