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"Hernán Cortés tenía un hijo indio que adoraba pero Jefferson vendió a sus hijos mestizos"

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El éxito del libro «Imperiofobia y leyenda negra» (Siruela) ha sorprendido a su autora, María Elvira Roca Barea, que señala que la leyenda negra la sufren los españoles desde la época de Carlos V

césar cervera / ABC.es

Jueves, 2 de marzo 2017, 13:07

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El éxito del libro «Imperiofobia y leyenda negra» (Siruela), que ya va por su quinta edición, ha sorprendido a su autora, María Elvira Roca Barea, sin una razón para explicarlo. El libro, de cuya publicación se hace eco ABC.es, está ilustrado con un grabado que representa al conquistador extremeño Hernán Cortés, acompañado de su amante Malinche, quien le hacía de traductora, y hablando con representates de los indios. ¿Está España en uno de sus momentos más bajos de autoestima? es una de las preguntas que se plantea a la autora: "La autoestima española está por los suelos desde hace siglos. Eso ya es una constante».

Los primeros cimientos de esta guerra de mentiras y medias verdades surgieron en la Italia del siglo XVI, pero fue en su salto al Norte de Europa cuando el asunto adquirió realmente dimensiones racistas.

Al valerse Carlos I de España y V de Alemania del oro y la infantería española para hacerse con el cetro imperial, los príncipes alemanes temieron que un emperador con poder real pudiera amenazar su independencia. «La religión solo fue una excusa. Había habido muchos luteros antes de Lutero, él solo fue el vendedor de una mercancía que necesitaban los nobles para fastidiar al emperador», sostiene Roca Barea.

El Imperio español sufrió un constante choque de trenes contra los nacionalismos emergentes del siglo XVI, del que acabó naciendo el protestantismo y la propaganda moderna. Al igual que su padre Carlos V, Felipe II reaccionó con torpeza ante una rebelión en los Países Bajos instigada por la nobleza local y camuflada de guerra religiosa. «En ideologías como la protestante es necesario construir un enemigo común y colocarle todas las cualidades del mal. La contrapropaganda española fracasó estrepitosamente porque los pueblos católicos no han sabido manejarla. Felipe II pensaba que la verdad se terminaría imponiendo y eso pocas veces ocurre».

Hay quien directamente dice que no existe esta leyenda negra o que ya no está en vigor.

Eso es porque han asumido un paquete ideológico donde la leyenda negra está presente. Hay que tener en cuenta que no existe el vacío: si se quita la leyenda negra del argumentario de muchas ideologías habría que relatar otra historia de Europa a modo de sustitución. Y es difícil que la gente acepte una historia diferente de la que se escribió en el siglo XIX, cuando toda la propaganda protestante contra españa se convirtió en historia normalizada y oficial.

El genocidio provocado por los españoles en la población es un tema que resulta recurrente, ¿existen datos que justifiquen esta idea?

Es una palabra muy ofensiva y demasiado fácil de pronunciar. Ni siquiera tenemos datos de cuánta población había antes de la llegada de Cristóbal Colón. Si sabemos que la gente estaba muriendo es porque los funcionarios de la Corona y los clérigos fueron informando y tomando medidas como la creación de hospitales y medidas de cuarentena.

Los españoles eran muy pocos y necesitaban a la población local para levantar un imperio de esa magnitud. Si hubieran hecho como los ingleses en el norte, que estaban aislados, y solo crecieron tras la independencia a base de la llegada de europeos, hubieran tenido un problema demográfico.

¿El mestizaje de los españoles demuestra que ellos no eran tan racistas?

Los españoles también eran racistas, pero nunca tanto como para entorpecer el desarrollo biológico. Hernán Cortés era racista pero tenía un hijo mestizo («los latidos de mi corazón») que adoraba más que a los legítimos; mientras que dos siglos después el presidente de los EE.UU, Thomas Jefferson, vendió a los hijos que tuvo con una esclava negra. Esta incapacidad de los pueblos germánicos para mezclar su sangre es algo incomprensible ya desde tiempos de los romanos, que se asombraban de que sus soldados germanos pudieran estar años sin tener relaciones sexuales por no mezclarse con otras poblaciones.

En el libro lo primero que explicas es que la imperiofobia es algo que han sufrido prácticamente todos los imperios.

La imperiofobia es muy habitual. Está muy arraigada en el ser humano como protesta al poder hegemónico. Los italianos vivían en una Europa dominada por los españoles, y cuando se cabreaban decían que pareciera que eran los primogénitos de Dios. No obstante, cabe señalar que una cosa es este resquemor (algo inconsciente) y otra el proceso de construcción consciente que dio lugar a la leyenda negra. No es algo difuso, en el libro expongo que es una actividad muy bien organizada, donde ciertas oligarquías tienen un fuertísimo vínculo con los intelectuales y un control sobre los mecanismos con los que se

Es hasta cierto punto lógico que los enemigos de estos imperios inventen mentiras, pero en qué punto consiguen que los propios países calumniados asuman estas leyendas como ciertas.

Los imperios necesitan mantener viva la autocrítica para poder mejorar y aprender de los errores. En el caso español, la autocrítica ayudó a desarrollar el Derecho Internacional en la Universidad de Salamanca y las leyes en defensa de los indígenas. Sin embargo, otra cosa es que esta crítica, ya negativa, sea asumida cuando los imperios ya ni siquiera existen. Lo sorprendente de España es su resistencia, su tenacidad y su capacidad de soportar todas estas mentiras. En el mundo británica la crítica está totalmente prohibida. Si alguien critica su historia desaparece de la visibilidad. Todavía no me he topado en mi vida con un solo inglés que supiera que Shakespeare era católico. Cuando se lo dices, se quedan a cuadros y lo niegan.

Los europeos de su tiempo decían de los españoles que tenían su sangre contaminada por mezclarse con los judíos, pero luego uno de los puntales de la leyenda negra es el supuesto fanatismo español contra los hebreos. ¿Cómo es esto compatible?

Ha habido un montón de expulsiones de judíos en Europa y todas más terribles que en España, porque aquí no hubo un decreto de expulsión sino de conversión; y sin embargo solo se recuerda la de 1492 en el imaginario. Esto es porque en el origen del Sionismo los sefarditas magnificaron su importancia social en la Península ibérica, y así justificaron la caída del Imperio español por las consecuencias de esta expulsión. Pero eso es imposible si precisamente un siglo después del decreto España se había convertido en el país más poderoso de Europa. Un relato exagerado de la importancia de los judíos en la España de los Reyes Católicos que además sirve a los protestantes para decir que los españoles tenían la sangre contaminada.

La Inquisición española es presentada muchas veces como el máximo exponente de la intolerancia religiosa en la historia.

El contexto en el que se desarrolla la Inquisición era de una intolerancia religiosa generalizada en Europa. Todo el mundo lo era, pero la diferencia estaba en cómo se gestiona esta intolerancia en cada territorio. Se podía hacer como en el centro de Europa con la persecución bárbara contra brujas o las quemas que hizo Calvino de los católicos; o bien como en España con el tribunal de mayores garantías procesales de su tiempo: la Inquisición. En este sentido, el primer autor que niega las cifras de la Inquisición es un inglés estudioso del derecho del XIX que, comparando el derecho anglosajón con el derecho romano, llega a la conclusión que el Santo Oficio no pudo provocar tantos muertos con un proceso legal tan complejo.

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